Hay un peligroso malentendido por parte de no pocos de los que se autotitulan “prácticos”, subestimando a los “teóricos”. El dictum en el sentido de que “nada hay más práctico que una buena teoría” revela que todo lo que hacemos en la práctica precisamente se basa en una teoría. Ésta puede ser correcta o incorrecta en cuyo caso lograremos el objetivo o no.
Todo lo que nos rodea nace de una teoría: el método para cosechar, la heladera, el automóvil, la construcción de viviendas, los anteojos, las computadoras, el diseño de ropa, la medicina, el lavarropas, el derecho, la economía, la electricidad, el mobiliario, la química, la astronomía y así sucesivamente. El práctico se aprovecha de los trabajos teóricos conciente o inconcientemente para obtener sus metas, de lo contrario es actuar a los tumbos.
El pragmatismo, especialmente aplicado a la política, significa que de todas las teorías existentes se adopta la que resulte posible, lo cual quiere decir que será lo que la opinión pública del momento es capaz de absorber, situación que en no pocas ocasiones obliga a incorporar teorías falsas o truncas. Continuar leyendo