Personalmente no me gusta la expresión “héroe”, porque está manchada de patrioterismo y atribuida generalmente a personas que en realidad han puesto palos en la rueda en las vidas de su prójimo. Por otra parte, Juan Bautista Alberdi escribió en su autobiografía: “La patria es una palabra de guerra, no de libertad”, puesto que hay otras formas de expresarse menos pastosas para referirse al terruño de los padres.
El manoseo creciente de las palabras “héroe” y ”patria” ha hecho que se desfiguren y trastoquen. La primera, según el diccionario, es la “Persona que ha realizado una hazaña admirable para la que se requiere mucho valor”.
Me inspiró esta nota una parte de uno de los libros de John Stossel (No, They Can´t), preocupado porque la mayoría de la gente relaciona a los héroes con políticos y militares. El autor aclara que esos en general han manipulado vidas y haciendas ajenas, por lo que para él los verdaderos héroes son pioneros y empresarios creativos y los intelectuales de la libertad, que han contribuido enormemente a mejorar la vida de todos.
Señalo que esto que apunta Stossel tiene una larga tradición que descubrí que comienza de manera sistemática con el decimonónico Herbert Spencer en su libro titulado El exceso de legislación. En esta obra, Spencer despotrica muy fundadamente contra los aparatos estatales que destrozan autonomías individuales y subraya la arrogancia de gobernantes, a pesar de que: “Todos los días registra la crónica algún fracaso, todos los días reaparece la idea de que no hace falta más que una ley del Parlamento y una tropa de empleados para llevar a cabo un fin cualquiera apetecido”. Agrega: “Siempre he estado predicando el desengaño: no pongáis vuestra confianza en la legislación”. Continuar leyendo