En su célebre discurso sobre Florencia, Giovanni Papini subraya que los habitantes de esa ciudad se han convertido en “porteros de salas mortuorias”, porque no han hecho nada por agregar valor artístico a los Giotto, Leonardo, Botticelli, Dante y Miguel Ángel de otros tiempos. Afirma que esos habitantes sólo lucran con sus ancestros sin preocuparse por ningún valor agregado; sin embargo, el propio Papini ha hecho lo contrario con sus escritos monumentales.
En nuestro mundo de hoy se observa que como eje central no solamente que se ha hecho muy poco por conservar los valores esenciales de la civilización, sino que se ha hecho bastante por demolerlos. No hay más que mirar a los Stalin y Hitler y sus imitadores de nuestra época para horrorizarse frente a tanta miseria y muerte.
Los modales han cambiado, el uso de lenguaje soez se hace cada vez más común, empleado por muchos que no se percatan que lo referido a la cloaca convierte a todo en un estercolero. El valor de la palabra empeñada ha decaído significativamente. La institución familiar para formar almas se ha deteriorado en grado superlativo. El homicidio en el seno materno (mal llamado aborto, como si se hubiera interrumpido algo que nunca fue) está a la orden del día. Continuar leyendo