Todos miran al lunes 28 de octubre

La confesión de Cristina Fernández sobre su voto por el FIP de Jorge Abelardo Ramos de la izquierda nacional de los 70 explica gran parte de lo que sucedió en esta primera mitad de su segundo mandato. “Voté a Perón por izquierda”, no sólo demuestra por qué acuño e implementó el “vamos por todo” que comenzó en 2011, sino que además anticipa como pretende llegar a diciembre de 2015. “Ni un paso atrás”, sería el slogan que va más allá de la campaña electoral.

Claro que las PASO sirvieron para poner en blanco sobre negro el divorcio entre el relato oficial y la fuga de votantes que respaldaron a CFK en las presidenciales. El 11 de agosto irrumpió esa realidad y ahora todo promete ser más cuesta arriba para octubre. Porque se trata de un creciente desencanto que, sumando a los que nunca la votaron, transforma a la presidenta en un personaje que genera cada vez más rechazo por más que haga anuncios como para los trabajadores, monotributistas o el giro en el discurso sobre la inseguridad.

Gestos tardíos para poder revertir las derrotas electorales que se registraron en las primarias. Aunque la jefa de Estado pretende ceder en cuestiones electoralistas conviene tener en cuenta que no aceptará bajo ningún punto de vista cambiar la matriz del modelo económico ni tampoco tomar decisiones que sean interpretadas como un giro a la ortodoxia que supuestamente le impondrían desde la oposición y los grupos económicos. Claro que al enfatizar la semana pasada frente a empresarios y sindicalistas que prefiere dejar el poder antes de negociar su política económica puso un límite e instaló un problema a mediano plazo.

La exagerada denuncia de Elisa Carrió sobre un supuesto golpe del PJ contra CFK puso el dedo en la llaga. La derrota electoral y el inicio del poscristinismo abre un período de tremenda lucha por el poder donde se mezclan expresiones de deseos o análisis irresponsables como especular con la renuncia presidencial, un gobierno de transición de Daniel Scioli que culminaría en elecciones generales para consagrar a Sergio Massa presidente. Un verdadero dislate.

La hipótesis de Lilita fue explicitada con su estilo rimbombante pero conviene tener en cuenta que el escenario de una salida anticipada del poder de Cristina cada vez se escucha más en mesas políticas, empresarias y diplomáticas. Obviamente no hay ninguna certeza concreta para afirmar esa posibilidad pero es lo que genera en la Argentina la visión de un gobierno que se debilita luego de haber ejercido tanto poder en forma hegemónica y autoritaria. Y eso ya es un dato político en sí mismo.

Sin embargo, este episodio desnuda que la mayoría de las fuerza políticas tiene sus ojos puestos en el 28 de octubre, el día después de las elecciones. La mayoría coincide en que el retroceso electoral del kirchnerismo será tan fuerte que abrirá una incógnita muy grande hacia la transición de los próximos dos años. Nadie lo desea, pero nadie se anima a descartarlo de plano. En la mente de los dirigentes políticos, sobre todo en los opositores, la reacción que pueda tomar CFK luego de los comicios venideros es realmente imprevisible.

Desde el Frente Renovador, que es quien se encamina a darle un fuerte golpe en las urnas en la provincia de Buenos Aires, sostienen que serán ellos quienes más empeño pongan “en cuidar la gobernabilidad”. Quieren que la presidenta tome el camino del consenso y la negociación para llegar a 2015 de la mejor manera posible. Lo mismo que pidió Scioli para ella y para su propio gobierno.

El tema pasa por saber si las medidas recientes tomadas en campaña por el gobierno nacional son un adelanto de racionalidad, o sólo un intento de influir positivamente en el bolsillo de los votantes. Para el día después, las alarmas de la economía empiezan a mandar mensajes complicados. No hay margen para hacer la plancha hasta el 2015. Habrá que tomar medidas fuertes. ¿Cristina está dispuesta a pagar los costos políticos de desandar parte de lo que ella ha construido como relato? Parecería que no.

Por eso se comenta que Massa ha empezado a percibir cierto temor frente a la proximidad del poder. El famoso “Teorema de Baglini” que exige mayor responsabilidad a aquel que se siente muy cerca de la Casa Rosada. Y, sobre todo, la preocupa la perspectiva del ajuste, que ante la eventual negativa de CFK, deberá hacer el próximo gobierno en 2015 o antes de esa fecha.

Ha trascendido en las últimas horas que el intendente de Tigre le ha encomendado a Felipe Solá que inicie gestiones con todos los referentes del espectro político, incluido el kirchnerismo, para discutir la agenda económica de los próximos dos años. Las conversaciones ya se iniciaron, sobre todo con la Unión Cívica Radical. No se trata de la única movida en ese sentido que se ha impulsado por la creciente preocupación.

Voceros confiables hablan de contactos más frecuentes que de costumbre entre Scioli y el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, para intercambiar ideas sobre los problemas económicos y fiscales. También José Pampuro, en representación del gobernador, compartió una comida con los radicales Ernesto Sanz y Julio Cobos para analizar los mismos problemas.

Pero ahora el más activo parece ser Massa quien desea darle un rol más activo a Roberto Lavagna, recurriendo a su experiencia y contacto con la dirigencia política, empresaria y sindical. También abrió canales de diálogo con Martín Insaurralde, a través del ex ucedeista Guillermo Viñuales, y con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, quien le habría insinuado la posibilidad de que el fallo de por la Ley de Medios salga unos días antes de las elecciones.

Sea como fuere, los temores y la preocupación va en aumento respeto a lo que pueda llegar a ocurrir después del 27 de octubre. Está claro que el peronismo ya olfateó la crisis de liderazgo que se viene, a partir de la no re-reelección de la presidenta. Pero el proyecto de relanzar al peronismo, no ya como la columna vertebral del Frente para la Victoria sino como el PJ, podría chocar con sus propias aspiraciones y alimentar su descomposición, si no mejoran la performance en octubre. Y la oposición empieza a reunirse para buscar una agenda económica común. Pero nadie conspira porque quieren que CFK termine el mandato. La incógnita es si ella aceptará gobernar con límites y plazo fijo.

Cobos y Binner pueden beneficiarse de la puja peronista Massa-Scioli

Si bien cualquier pronóstico que vaya más allá de las elecciones legislativas del mes octubre suena sumamente arriesgado, lo cierto es que todo parece indicar que la coalición radical socialista amenaza con convertirse en una fuerza electoral competitiva para las presidenciales de 2015 sobre todo si “nacionalizan” la experiencia que empleó UNEN en la Ciudad de Buenos Aires.

Tal como lo anticipamos desde esta columna el 29 de julio pasado, las PASO fortalecieron finalmente a la oposición no peronista. La contundencia de los triunfos de Julio Cobos en Mendoza y Hermes Binner en Santa Fe, las buenas performances de Elisa Carrió en CABA y las victorias radicales en Catamarca, La Rioja, Corrientes, además del excelente desempeño en Jujuy, pusieron en el centro de la escena al panradicalismo como un protagonista clave para los dos próximos años.

En primera instancia el objetivo de la UCR, el socialismo y la Coalición Cívica es consolidar los triunfos logrados el 11 de agosto y estrechar diferencias en los distritos donde vienen de abajo. Binner pretende ganar con más comodidad pero se percibe un corrimiento de votos peronistas de Jorge Obeid a Miguel Del Sel que podría provocar un escenario más parejo entre el PRO y el Frente Progresista. Aunque nadie duda de la victoria del médico rosarino que se impuso en 18 de los 19 departamentos provinciales.

Cobos aparece mucho más entusiasmado que Binner ya que la decisión del ex gobernador radical Roberto Iglesias de bajar su lista podría ampliar su triunfo en octubre con la posibilidad de arañar el 50% de los votos. Tan relajado se lo ve que pretende viajar a otros distritos al igual que el socialista para darle una mano a los candidatos afines. Pero el ex vicepresidente sabe que de confirmarse esos números no sólo se transforma en uno de los presidenciables de ese espacio político para 2015 sino que además su voz será más influyente en la conducción de la UCR.

La otra expectativa destacada está puesta en la figura de Carrió que, de acuerdo a los últimos sondeos, podría ganar la competencia porteña por los diputados nacionales. Si la lista que encabeza la líder de la Coalición Cívica se impone a la del PRO con el rabino Sergio Bergman no habrá que descartar su incorporación al pelotón de los que competirían en las presidenciales por esta coalición dentro de dos años. El otro aspirante sería Ernesto Sanz, quien quedaría con poco espacio al ser mendocino igual que Cobos.

Quienes ya programan esa primaria entre Cobos, Binner y Carrió anticipan que la estrategia debe incluir objetivos que demuestran que esa coalición tiene ansias de poder. Sostienen que el posicionamiento del Frente Progresista debe comenzar el 10 de diciembre con la pelea por cargos estratégicos en la Cámara de Diputados. Los radicales aspirar a la presidencia del cuerpo pero los socialistas no se muestran muy entusiasmados. Quizás se zanje la diferencia apuntando a quedarse con la titularidad de las comisiones más estratégicas.

También apuntan a que los liderazgos provinciales que se consagrarán en octubre se transformen en candidatos para competir seriamente por varias gobernaciones. Este espacio político pretende llegar a 2015 quedándose con el control de cinco o seis provincias más de las que gobiernan actualmente (Santa Fe y Corrientes). Por razones emblemáticas y no tanto por peso territorial, se entusiasman con Santa Cruz de la mano del ganador de las PASO el radical Eduardo Costa. La resurrección de Cobos les permitirá recuperar la gobernación de Mendoza. Suena la senadora Laura Montero o Alfredo Cornejo, ambos de confianza del ex vicepresidente.

Consideran además que podrán pelear voto a voto por Tucumán de la mano del senador José Cano ya que el gobernador José Alperovich no puede presentarse a un nuevo mandato. Eduardo Brizuela del Moral, reciente ganador en las PASO de Catamarca, ya se anota para volver a ser gobernador, mientras que Ángel Rozas, Gerardo Morales, Julio Martínez y Ramón Mestre (h) competirán con más chances por las gobernaciones de Chaco, Jujuy, La Rioja y Córdoba.

Evidentemente el talón de Aquiles de esta construcción de la oposición no peronista se da en la provincia de Buenos Aires, más concretamente en el Conurbano bonaerense donde no tiene inserción desde hace más de una década. La floja performance del dúo Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín anticipa un recambio de figuras para 2015. Claro que no sobran las alternativas. Algunos pretenden “provincializar” las figuras de intendentes radicales del interior o recuperar a los ahora massistas Gustavo Posse, jefe comunal de San Isidro o el de Junín, Mario Moeni.

Quizás la apuesta más audaz sea la que analizan en usinas radicales respecto a mudar a territorio bonaerense a Martín Lousteau, gran revelación por su debut electoral en UNEN. Debe ser la figura más atractiva que tiene el panradicalismo para captar votos en el primer cordón del GBA y especialmente entre los jóvenes. Claro que el ex ministro de Economía también es número puesto para pelear por la jefatura de gobierno porteña, aunque si lo trasladan a provincia de Buenos Aires podría ser reemplazado por Alfonso Prat Gay para la sucesión de Mauricio Macri.

Obviamente no todo está lineal y sencillo a la hora de volver a construir una fuerza no PJ como alternativa de gobierno después del fracaso de la Alianza en 2001. Tarea complicada. Deberán convencer al electorado y revertir ese “lugar común” que en la Argentina solo garantizan gobernabilidad los peronistas. En ese sentido, quizás se vean favorecidos por los pronósticos que indican un final ajetreado al mandato de Cristina Kirchner y la propia interna justicialista por la sucesión entre Sergio Massa y Daniel Scioli.

También tendrán que lidiar con el fantasma de Fernando De la Rúa y las peleas con el Frepaso de Chacho Álvarez. Los conocedores de esta coalición creen que lo más competitivo sería la fórmula Cobos-Binner porque creen que el ex vicepresidente es el favorito a ganar esa primaria por el peso territorial de la UCR a nivel nacional. Con ese binomio presidencial y candidatos de peso en las provincias se tienen fe para llegar a una segunda vuelta. Tienen una nueva oportunidad pero dos años en la Argentina es como una década en otro país.  También es cierto que un sector importante del electorado está harto de gobiernos peronistas.