Historiografía a la argentina

Nuestro país es sorprendente por donde lo miremos. Desde casi todos los aspectos de análisis siempre encontramos alguna peculiaridad que, para bien o para mal, nos diferencia de otras sociedades. La historia nacional es uno de esos ámbitos que distintas generaciones de estudiosos y escritores han utilizado para dar forma a la idea de país que mejor definía sus aspiraciones ideológicas o políticas. Cierto es que la historia, como cualquier otro quehacer humano, está influenciada irremediablemente por una carga subjetiva de la que nadie se puede desprender.

Asistimos en la actualidad a una oleada de publicaciones históricas que refleja, a su vez, un creciente interés por parte del público en general por saber cómo ha sido nuestro pasado y cómo hemos llegado a ser lo que somos. Lamentablemente, los escritores que más repercusión han tenido en este público son los que han encarado sus trabajos bajo el análisis de una historia conspirativa, que presenta a la sociedad argentina desde sus comienzos como víctima de una conspiración interminable en la que solo cambian los conspiradores, pero no las víctimas de esa conspiración.

Seguramente, el lunes salió más de un suplemento histórico en los distintos periódicos del país haciendo referenciar a otro aniversario de la muerte del padre de la patria y, especulo que muchos de ellos tuvieron un enfoque como el que señalara en los párrafos anteriores. Continuar leyendo

Un plan exitoso contra la inflación, en 1829

En estos días de turbulencia económica y depreciación del peso, les presento un caso ocurrido en Argentina hace casi 200 años. ¿Ha cambiado algo en todo este tiempo o estamos condenados a vivir las mismas situaciones una y otra vez?

Al finalizar la guerra contra Brasil a mediados de 1828, la situación económica de las Provincias Unidas del Río de la Plata era más que crítica. Los bloqueos al puerto de Buenos Aires y la aduana, implementados por las fuerzas brasileñas, habían cortado la mayor fuente de ingresos del gobierno nacional en manos de Bernardino Rivadavia hasta mediados de 1827, cuando el poder volvería a manos de cada provincia al rechazarse la Constitución de 1826. Al no contar con recursos genuinos, el gobierno nacional primero y el de la provincia de Buenos Aires después, decidieron proveerse de recursos por medio de la emisión de billetes del Banco Nacional (entidad de capitales privados en aquellos años). Así las cosas, “la deuda de la provincia al Banco Nacional aumentó de $11 a $18.000.000 y el importe de papel moneda en circulación de $9.495.143 el 31 de enero de 1828, a $15.289.076 en octubre del mismo año” (Miron Burgin, Aspectos Económicos del Federalismo Argentino, p. 213). A todo esto había que sumarle la gran inestabilidad política que se vivía en la provincia debido al asesinato del gobernador Manuel Dorrego a manos de Juan Lavalle, lo cual hizo que en agosto de 1829 asumiera como gobernador interino Juan José Viamonte.

El nuevo gobernador percibió rápidamente que había que recomponer la situación económica pero no quería tomar decisiones efectistas de corto plazo. En su opinión el principal problema era la “inflación que socavaba el crédito público y hacía ilusorios todos los esfuerzos que se realizaban para equilibrar el presupuesto”; en consecuencia, “la estabilización de la moneda era una condición fundamental para la recuperación” (Burgin, p. 214). Es por este motivo que decidió promover un plan para revalorizar la moneda ya que la alternativa de aumentar los impuestos no sería viable porque esto tendría un impacto doblemente negativo, por un lado frenaría el crecimiento económico, y por el otro, aún recaudándose más, el gobierno estaría recibiendo una moneda con cada vez más devaluada. Es por ello que Viamonte optó por implementar un plan para volver a valorizar la moneda, lo cual a su vez le devolvería poder adquisitivo a los tenedores del billetes del Banco Nacional. Es interesante apreciar que entre 1828 y 1834 se dieron una serie de debates en la Legislatura Provincial que tenían por eje el tema del valor de la moneda, ya que muchos consideraban una estafa al público permitir la depreciación de la moneda porque eso violada la propiedad privada de las personas que recibían esos billetes como pago por sus servicios.

Continuar leyendo