El denominado Fiscal Cliff (abismo fiscal), tan popular hasta el día de ayer, ha dado mucho que hablar ya que se trataba de impuestos que fueron reducidos y gastos que fueron aumentados durante la época de Bush (hijo) para reactivar la economía.
Sucedía que aquellos impuestos habrían subido al expirar la ley el primer día del 2013, de no haber votado el Senado y la Cámara de Representantes favor de una extensión. El miércoles ya ha sido publicado y celebrado el hecho de la aprobación a ultima hora de un acuerdo para extender lo que pareciera ser la mayoría de los beneficios tributarios.
Sin entrar en la discusión política de la validez de las medidas, valdría la pena entender lo que sucedió y por qué lo que parece un alivio en realidad no es más que un parche (según este propio autor comentó meses atrás que sucedería).
Primero: según estimados preliminares, el acuerdo firmado tendrá un impacto negativo de aproximadamente 1% en el crecimiento de los EEUU esperado para el 2013, es decir que si se esperaba un crecimiento del 2% para el 2013, el resultado final sea posiblemente cercano al uno por ciento. Esto es un costo significativo para la economía americana. La explicación de este costo (sin entrar en detalles muy relevantes) es que la mayor parte de los grandes inversionistas verán rebajados sus ingresos dado que su tasa impositiva subirá del actual 35% a un 39,6%, además se han subido los impuestos a ganancias de capital. La segunda razón, es que si bien los impuestos se subieron para los americanos más pudientes, aproximadamente un 80% de los americanos terminará pagando un 2% más de impuestos de una ley especial que se dejó expirar (payroll tax). Una familia con ingresos de 50 mil dólares recibirá aproximadamente mil dólares menos, lo cual es no menor en tiempos de sequía económica ya que radica en menor gasto.
Segundo: Estados Unidos ha logrado rebajar su déficit en forma mínima, ya que los gastos del Estado superan las recaudaciones por aproximadamente mil trescientos millones por período y con el aumento de las recaudaciones planteadas sólo se solucionan aproximadamente 2 o 3 semanas de déficit de las 52 semanas que tiene un período fiscal. En otras palabras Estados Unidos tendrá que seguir endeudándose considerablemente para financiar sus gastos.
Tercero: no hubo prácticamente ningún recorte en los gastos relevante, lo cual deja la reducción del déficit puramente basado en aumento de ingresos. Los republicanos han dicho que no aprobarían ningún tipo de concesión de aumento de ingresos que no viniera en conjunto con una reducción de gastos. La razón por la cual decidieron aceptar esta propuesta de última hora es porque saben que dentro de un par de meses los Estados Unidos se quedan sin dinero para pagar su deuda y por lo tanto tocará negociar una reducción importante de gasto fiscal a cambio de aprobar subir el límite de endeudamiento. Con esto, dentro un par de semanas (o menos) volverá al tapete la discusión política y la consiguiente confrontación pública al respecto, lo cual nuevamente genera incertidumbre en los mercados y escepticismo de los inversionistas.
Cuarto: y con una perspectiva de largo plazo, salvo que en la próxima negociación se logre reducir significativamente el gasto, los Estados Unidos acaban de desperdiciar una oportunidad única de confrontar su endeudamiento y su consiguiente aumento, lo cual necesariamente jugaría en desmedro de un crecimiento y salud de la economía futura.
En resumen, si bien se ha implementado mayor recaudación y esto apunta en la línea correcta para reducir el déficit, el efecto que tendrá la medida en la economía a corto plazo será negativa, y la incertidumbre por la pronta confrontación del gasto fiscal y el techo de la deuda golpeará los mercados prontamente.