La larga historia del kirchnerismo, y de la presidente en particular, con sus enemigos suma nuevos capítulos. La última y más reciente adquisición de sus críticas diatribas está en la industria automotriz. El otrora mimado, elogiado y ponderado sector es ahora el que “encanuta” los autos para, entre otras cosas, desestabilizar al gobierno y forzar una devaluación. Es difícil encontrar otra rama de la industria, al menos entre los que tienen relevancia para el PBI, que haya tenido empresarios más amigables con el gobierno. Salvo honrosas excepciones -Cristiano Ratazzi de la FIAT podría ser una de ellas- todas las empresas y directivos del sector han tenido fraternal relación con los gobiernos de Néstor y Cristina. Continuar leyendo
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Maltratar al soberano
Seguramente al momento en que usted esté leyendo estas líneas los distintos gremios docentes habrán aceptado la “oferta superadora” que el gobierno bonaerense les llevó en la voz de su jefe de gabinete Alberto Pérez. Sin embargo, sería bueno hurgar en las razones de un conflicto que dejó a más de 3 millones de niños bonaerenses sin clases por más de 15 días.
El kirchnerismo atravesó la huelga docente en la provincia de Buenos Aires cual chico que barrena despreocupado las olas durante las vacaciones familiares. No quiso intervenir de manera directa para ninguno de los bandos en pugna esperando quizás el desgaste en ambos sectores. Usó ese 6% del PBI que invierte en educación a partir de 2010 como su caballito de batalla para dejar a resguardo su vocación por fortalecer la educación pública sin ejercer un rol activo en la solución de esta situación particular. Apostó, de alguna manera, a resignificar el slogan de la ciudad del pecado; “lo que pasa en Buenos Aires, queda en Buenos Aires”. No es algo que debiera sorprender ya que ese es el modo en que actúa el kirchnerismo. Bien lo sabemos los porteños que hace años pagamos caro el darle la espalda en las elecciones locales. También lo saben los cordobeses que debieron esperar demasiado tiempo para recibir la ayuda de Gendarmería durante la huelga policial que tuvo a la provincia acechada por una ola de saqueos. Lo entienden los santafecinos que comprenden, a partir de las palabras del diputado de La Cámpora Andrés Larroque, que son gobernados por el narco-socialismo.
Si nos atenemos a los exámenes internacionales, la fuerte inversión realizada en educación no se reflejada en la calidad de la misma. ¿De qué sirven esos 6 puntos del PBI si la mayoría de los chicos en la provincia más populosa del país ni siquiera pueden comenzar sus clases en tiempo y forma? Si bien no es el primer año que esto sucede, el gobierno nacional debería tener en cuenta que en esta ocasión, el fondo del conflicto está en el proceso inflacionario que por tanto tiempo negó y que, cual olla a presión, explotó a principios de año junto con la devaluación de la moneda. El objetivo de máxima del kirchnerismo -poner un techo no declarado de 25% a las paritarias- es ahora a todas luces utópico.
Desde el sciolismo han insistido en que el conflicto y la intransigencia de los dirigentes sindicales durante la negociación son motorizados por Sergio Massa. Está claro que culpar a viva voz al kirchnerismo implicaría una ruptura que el gobernador no está dispuesto a afrontar en este momento pero no hay que ser un observador demasiado entrenado para ver que los cuatro sindicatos que encabezaron la protesta son kirchneristas (Ctera, UDA, Sadop y Suteba). Eso no es todo; Pablo Ferreyra, legislador porteño electo por una lista ligada al kirchnerismo, se ha mostrado al lado de Roberto Baradel durante el conflicto. El propio jefe de Suteba estuvo en el programa de difusión kirchnerista 678. Es cierto también que dirigentes de distintos frentes de izquierda integran los distintos consejos directivos de los gremios docentes por lo cual dificultan aún más la negociación. Los acontecimientos políticos nunca son unicausales.
La cadena nacional que ofreció Cristina Fernández el pasado jueves fue para justificar el anuncio de recortes hecho por Kicillof y De Vido en la mañana pero, con Scioli sentado a su lado, no hubo ninguna mención al conflicto docente. Resultó extraño sobre todo si recordamos que el 1º de marzo, con motivo de la apertura de las sesiones ordinarias frente a la Asamblea Legislativa, la presidente tomó 10 minutos de su alocución para referirse al tema. Les mojó la oreja mencionando lo largas de sus vacaciones e Incluso se animó a poner en cuestión el tema del presentismo, algo que irrita tanto a las bases como a los dirigentes del sector. De todos modos, en el sosegado clima de Olivos, seguramente Scioli aprovechó para pedir ayuda a la presidente y destrabar así el conflicto. Inmediatamente después, el mandatario provincial decidió enviar con una nueva oferta a su jefe de gabinete. Fue con la misión de hacer una propuesta que no puedan rechazar.
El conflicto le va a permitir al gobernador sacar conclusiones políticas. Quizás no todos sus funcionarios están aptos para el discurso de mesura y tolerancia que él quiere transmitir bajo cualquier circunstancia. Seguramente están contados los días de Nora de Lucía al frente de la Dirección de Cultura y Educación de la provincia. La mención de un sueldo posible de $44.000 no fue una buena estrategia cuando la mayoría de los docentes bonaerenses están a años luz de un ingreso así.
La ruptura entre Daniel Scioli y el kirchnerismo es inevitable. Lo que ahora se juega es la imagen pública del conflicto. Ninguno de los dos sectores quiere aparecer como el que traiciona. Cristina pretende una decorosa salida recluyéndose en tropa propia y el gobernador quiere fortalecer la idea de continuidad con cambios. Estimo que a esta altura todo el entorno de Scioli se habrá dado cuenta de la imposibilidad de conseguir el apoyo de la presidente a su candidatura.
La intervención de la justicia sobre cuestiones que son básicamente políticas resulta siempre confusa y también lo fue en este caso. La obligación de levantar la huelga que dos jueces pretendieron imponerles a los docentes atentó contra un derecho constitucional. Lo que sí debería revisarse es la diferencia en la estabilidad de los cargos que hay entre un establecimiento público y uno privado, lo que genera sin dudas una distorsión en el desempeño docente.
Es difícil cerrar estas líneas sin una reflexión que incorpore un componente moral. Después de todo, pese a lo que dicen los docentes, los días perdidos por esos millones de chicos no se recuperan. No todos tenemos el mismo proyecto educativo y tampoco acordamos en cuál es la mejor forma de llevarlo adelante pero sí coincidimos en que la educación es uno de los pilares fundamentales para la inserción social del individuo y para el desarrollo del país en el concierto mundial.
Etica del capricho
En medio de los primeros coletazos dados por la devaluación del peso, la cual cobró alta velocidad la pasada semana, la presidente Cristina Fernández decidió partir antes hacia la II reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que se realizó en La Habana, Cuba. Allí compartió un almuerzo con el dictador cubano Fidel Castro, reconvertido ahora también en objeto de museo viviente con el cual muchos desean tomarse una foto. Emocionada por ese encuentro y por poder cumplir con todos los pedidos de fotos autografiadas que le hicieron antes de su partida desde Buenos Aires, la presidente decidió comunicarse por la red social twitter para explicar las sensaciones que le provocó ese encuentro, entre las cuales explicó haber pasado un “domingo memorable” con Fidel.
Le guste o no a Cristina, la mayoría de los argentinos ya no están encandilados con el anciano líder cubano y mucho menos esperan de él consejos en materia política y económica. Es nocivo usar el gobierno para regodeo personal cuando millones de argentinos ven deteriorarse su salario día tras día y mientras se deja al frente de la lucha antiinflacionaria a un equipo económico que tiene evidentes contradicciones y una marcada confusión respecto a la situación imperante. Tampoco ayudan a la calma los delirantes discursos donde los funcionarios explican la actual crisis económica por la intención de espurios intereses que vienen en busca del petróleo y las reservas de agua o cuando la propia Presidente insiste con su teoría de la complicidad de bancos y grupos económicos de importadores y exportadores que conspiran contra el gobierno nacional y popular para obtener algún objetivo político y económico no declarado.
Como corolario de su participación en la cumbre de la Celac, el título de uno de los principales diarios argentinos fue que “Cristina buscó en Cuba apoyo regional ante la suba del dólar”. Incluso en el contexto de una cumbre donde los países más enemistados con los valores democráticos, como Cuba y Venezuela, tienen una presencia fuerte, el gobierno nacional no pudo incluir en el documento final la mención a las “maniobras especulativas” que siempre denuncia ni a la reiterada “desestabilización por intereses económicos” que los miembros del gabinete y la propia presidente flamean cual bandera exculpatoria. Cristina Kirchner también se refirió a una reunión con Dilma donde se habló de “las presiones especulativas sobre los tipos de cambio de los países emergentes”, pero esta afirmación no pudo ser corroborada desde el lado brasileño. En rigor de verdad, los únicos países latinoamericanos que sufren esta situación son Venezuela y Argentina pero está claro que optar por generalizar, como lo hace la presidente, alivia el peso de los groseros errores cometidos.
Estamos ante una presidente que es rehén de dogmas ideológicos que le impiden resolver los problemas de la forma más conveniente para los que habitamos el país. La situación ya ha llamado la atención fuera de nuestras fronteras y los diarios más prestigiosos del mundo lo señalan en sus editoriales. Por cada dicho u acción de la Presidente que va en sentido contrario a la generación de confianza es mayor el tiempo que demandará recuperarla, tanto aquí como en el exterior, ambos componentes necesarios cuando el gobierno busca afanosamente hacerse de la moneda que funciona como referente para las economías del mundo y que, como siempre repite la presidente, no se “imprime” en el país.
El reconocido sociólogo Max Webber hizo una categorización del accionar político entre dos polos que se atraen y se repelen a la vez: la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Las funciones de gobierno requieren de ambas cualidades y en tiempos de crisis sin dudas es la responsabilidad la que debe estar a la cabeza. En el caso argentino, hubiera sido ampliamente más fructífera una visita al foro de Davos por parte de la presidente que su extensa visita a la isla del Caribe. A la luz de su almuerzo con Fidel, ni siquiera corresponde asimilar el comportamiento de la presidente a una ética de la convicción sino, más bien, si tal cosa existiera, a una ética del capricho.
No termina de entenderse cuál es la lógica que subyace en pelearse con todos aquellos sectores a los cuales se necesita. Está claro que el reto a los exportadores para que liquiden sus divisas tiene un resultado contraproducente; lo que deberían intentar es darles certeza de estabilidad monetaria y buenos precios (menores retenciones) para que quieran ingresar sus dólares al mercado. Un gesto de distensión hacia los agentes económicos (todos lo somos en mayor o menor grado) es infinitamente más útil que reunirse con todos y cada uno de los sectores de la economía para analizar sus “cadenas de valor” en busca de acuerdos que, está sobradamente probado, no funcionan aquí ni en ninguna parte del mundo.
Es realmente complicado pedirle a un gobierno que acostumbra a ser sumamente hostil con todo aquel que no se rinda a sus pies que tenga gestos de distensión para con los políticos de la oposición y con todos los sectores a los cuales se ha enfrentado durante la “década ganada”. Tal vez pueda ser leído como un gesto de debilidad pero la imposibilidad de la presidente de ser reelecta puede ser una oportunidad para encarar un diálogo sincero con los referentes de una oposición que lo que más desea es recibir en 2015 la conducción de un país que no esté sumergido en el caos. Para esto ni siquiera debería esperarse una actitud altruista de su parte sino más bien una combinación de cálculo egoísta, en pos de culminar con la mejor imagen posible su presidencia, y una toma de conciencia acerca de la responsabilidad que como gobernante tiene sobre la vida de millones de personas.