Hace tiempo que el Mercado Común del Sur no es una fuente de buenas noticias para los países que lo conforman. Tanto en Paraguay como en Uruguay, la mayoría de los dirigentes plantean severas críticas a las decisiones que se toman en el bloque mientras que miran con interés los movimientos de la Alianza del Pacífico. Peleas, trabas, compensaciones, desavenencias, restricciones y negociaciones que no llegan a buen puerto son una constante en este Mercosur que no le hace honor al Tratado de Asunción que le dio inicio aquel 26 de marzo de 1991, al menos en el párrafo que establece “la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre países”. Un sector industrial brasileño fuerte y subvencionado que se resiste a abandonar privilegios y un gobierno argentino que profesa vagas y desordenadas ideas proteccionistas no son elementos auspiciosos para un bloque que debe reformularse o caerá indefectiblemente en el estante de los cascarones vacíos. Continuar leyendo