Carrió puso sus patitos en fila

Elisa Carrió ha provocado esta semana un terremoto político de proporciones. Luego de varios amagues donde había dejado en claro que pretendía que el FAUNEN se abra a otras fuerzas políticas (particularmente al PRO de Mauricio Macri) para de esa forma tener posibilidades de derrotar al peronismo en sus dos versiones, finalmente entendió que esa chance no coincidía con los tiempos y las decisiones que se tomaron al interior del partido mayoritario del Frente (la UCR) y decidió dar el portazo. Lo hizo, por supuesto, a su manera, dejando títulos para todos los gustos y, fundamentalmente a mi criterio, dando definiciones políticas de envergadura. Quedará para otro momento intentar saber si esta decisión fue o no consensuada con el propio presidente del partido radical, Ernesto Sanz, que, por responsabilidad partidaria y carácter, no podía tomar tal camino.

Está claro que su estilo de construcción política no estuvo jamás basado en la mesura. En ese sentido, podríamos decir que es la antítesis política del gobernador Daniel Scioli; sin embargo, la diputada Carrió ha logrado algo que es realmente difícil de conseguir en política y en la vida: conjugó en un solo gesto las éticas de la convicción y la de la responsabilidad. Animándose a desafiar al mismísimo Max Weber, para quien la ética de la responsabilidad (por él definida), es la única aplicable en política, Lilita podría proponer una tercera categoría. Sus convicciones le indicaron que gran parte de los males que azotan al país se los debemos al peronismo, haciendo fundamentalmente hincapié en la corrupción, la inseguridad y el narcotráfico, una tríada que no puede entenderse por separado. Entendió a su vez que la responsabilidad como dirigente hoy pasa precisamente por evitar que el próximo gobierno sea del mismo signo político, bajo el cartel de kirchnerismo crítico (Sergio Massa) o de kirchnerismo oficial edulcorado (Daniel Scioli).

Denostada en innumerables ocasiones por su discurso incendiario y sus convicciones mesiánicas, en esta ocasión (y lo viene haciendo desde hace ya largos años), ha demostrado tener perfectamente en claro cuáles deberían ser los objetivos políticos de toda oposición (alcanzar el poder) y cómo conseguirlos. Incluso ha tomado decisiones que, a la luz de los acontecimientos, han sido muy pragmáticas. Un ejemplo claro ha sido su alianza con Pino Solanas, inentendible desde el punto de vista de las ideas, pero útil como forma de dejar al kirchnerismo sin representación política en el Senado por el distrito federal. Ahora considera que el único candidato que tiene posibilidades de derrotar al peronismo es el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri y se mueve en esa dirección.

Con los números que manejan actualmente la mayoría de los encuestadores, la segunda vuelta estaría definiéndose entre dos patas del justicialismo quienes, vale rememorar, estuvieron muy cerca de acordar antes de las últimas elecciones legislativas. Nuevamente las internas del PJ definidas en una elección nacional. Dado el particular sistema de doble vuelta que rige en la Argentina –permitiendo el triunfo directo con un porcentaje superior al 45% o bien superando los 40 puntos porcentuales mientras sea igual o mayor a 10 % la diferencia con el segundo- como bien señala Carrió, el kirchnerismo no estaría tampoco muy lejos de retener el poder a través del gobernador bonaerense, incluso cuando la opinión pública es hoy mayoritariamente crítica de su gestión.

Desde una visión peronista, quien fuera director del CONFER durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner y es un histórico dirigente peronista, Julio Bárbaro, coincide con Carrió en que “la gente votaría a quien le gane a los K”. Lo que en tal caso quiere evitar la diputada oriunda del Chaco es que la final se juegue entre dos contendientes que, con sus diferencias, han tenido un fuerte protagonismo durante ambos gobiernos del matrimonio.

No les falta razón a aquellos sectores más ideologizados del Frente UNEN al decir que esta Lilita no es la misma de años atrás. Sin dudas, sus posturas políticas hoy se encuentran más cercanas a una fuerza de centro o centro derecha que a la izquierda tradicional. En ese sentido, es entendible que fuerzas como Libres del Sur no quieran participar de unas PASO con el PRO, pero no lo es tanto en el caso del radicalismo. Carrió interpela con lógica pura a quienes son parte de UNEN al decirles que ella le quiere “ganar a Macri. Ahora si nosotros, el panradicalismo, no le podemos ganar a Macri, ¿cómo le vamos a ganar al PJ?”

Está claro que varios dirigentes importantes de la UCR tienen un diagnóstico semejante al de la líder de la Coalición Cívica pero por responsabilidad partidaria (Sanz) o por propio interés (Morales) no pueden tomar una decisión como la de ella. Sin embargo, seguramente serán muchos los radicales que sigan su camino –con otros modos y otras consecuencias- si tanto las encuestas como la decisión del órgano partidario se mantienen como hasta el momento.

Como decía en la columna anterior Panorama del “mercado” electoral argentino, no hay espacio para cuatro candidatos y mucho menos si lo que se pretende es derrotar a un kirchnerismo light (Scioli) o a un kirchnerismo crítico (Massa), los cuales pueden tener otras formas (el gobernador) y hasta otras ideas (el líder del Frente Renovador) pero que comparten la dinámica de construcción de poder y ejercer el control de los poderes del Estado con el oficialismo. Así sea porque el justicialismo deba descansar hasta “purgarse de kirchnerismo” (textual definición de un amigo empresario) o bien para poder tener finalmente una alternancia de poder en la Argentina, la decisión y el camino emprendidos por Elisa Carrió la muestran como una de las dirigentes políticas más racionales y responsables del país.

Panorama del “mercado” electoral argentino

Ya en la recta final del ante último año de gestión del kirchnerismo, los candidatos que creen tener posibilidades de sucederlo afinan sus tácticas para comenzar un 2015 con una estrategia político-electoral definida. En ese contexto, hay candidatos a los que les cuesta leer sus posibilidades concretas o bien son renuentes a aceptarlas. Resulta bastante evidente que el “mercado” electoral argentino no tiene lugar hoy para 4 candidatos competitivos; léanse UNEN, Frente para la Victoria-PJ, Pro y Frente Renovador. En una perspectiva mucho más realista, varios importantes miembros de UNEN han comenzado a acercarse a quienes consideran que pueden estar en la “pelea” electoral del año próximo. Las opciones con las que cuentan pasan por el diputado Sergio Massa y por el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. Continuar leyendo

Cómo esconder a un vice

Amado Boudou es hoy un paria político. Está aislado, sin referentes ni dentro ni fuera del Frente para la Victoria. Tanto es así que, en su cada vez más estrecho círculo de confianza, adjudican el comienzo de todos sus problemas a informaciones que salieron del propio seno del gobierno. El único motivo por el que sigue en funciones es porque la Presidente teme que luego de “colgar la cabeza” de su vice también vayan por la de ella. La punta del ovillo estaría en las causas que investigan al empresario K Lázaro Báez y allí se explicaría tanto énfasis en la destitución del fiscal José María Campagnoli.

Las estrategias que adopta la oposición frente a la situación de Boudou son disímiles. Así como el Frente Amplio UNEN propugna por pedirle al vicepresidente que se tome una licencia, tanto el Peronismo Disidente como el Pro fueron por el juicio político a pesar de saber que, al menos en una primera instancia (sería diferente si se confirmara otro procesamiento), no tendría éxito ni siquiera para superar la Comisión de Juicio Político que preside la diputada kirchnerista Adela Segarra. Así las cosas, los ocho proyectos presentados para enjuiciar al vicepresidente fueron rechazados “in limine”.

Este rechazo inicial al juicio político en la Cámara de Diputados es para el vicepresidente una gota de agua en un desierto de arena. Además del procesamiento por estar acusado de quedarse con la empresa Ciccone Calcográfica, también es investigado por enriquecimiento ilícito, el uso de un helicóptero de Gendarmería Nacional para apoyar a un candidato local, la compra de vehículos sin licitación para el Ministerio de Economía mientras era su titular, y hasta por falsificar la documentación de un vehículo para evitar que entre en la división de bienes con su ex esposa Daniela Andriuolo.

En el aspecto político tampoco serán fáciles estos meses para el vicepresidente y, por ende, tampoco para su jefa política. En la Cámara Alta, ya fueron varios los senadores de la oposición, con Luis Juez y Norma Morandini a la cabeza, que anticiparon que no estarían presentes en una sesión que sea presidida por Boudou. El presidente de bloque de su propio partido en ese recinto, Miguel Ángel Pichetto, conocido por su amor incondicional pero finito a los líderes del peronismo (Menem, Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina), también dejó muy en claro que no piensa inmolarse en la hoguera del descrédito total por culpa de Boudou. Por si a alguien le quedaban dudas acerca de su deseo de que el vicepresidente renuncie a su cargo, el senador por Río Negro sostuvo que Boudou “analizará el planteo (de licencia) y resolverá en función de sus íntimas convicciones”. Fue más lejos aún al elogiar a la oposición por haberse manejado con prudencia en este caso.

La Presidente tenía previsto viajar a Paraguay el pasado miércoles pero, de manera sorpresiva, canceló su vuelo aduciendo una “faringolaringitis aguda”. Esto impidió que sea la primera vez en la historia argentina que haya un vicepresidente procesado a cargo del Ejecutivo. Si ese es el plan del gobierno, mantener oculto a su vice, no parece algo fácil con la eternidad de tiempo que resta para diciembre de 2015.

Sin dudas que esta situación tiene a la mandataria en una encrucijada de difícil resolución. A medida que se vayan sumando evidencias en las distintas causas que afectan a Boudou, cada vez se le va a hacer más complicado seguir sosteniéndolo. Sin embargo, ella considera que también tiene mucho para perder si finalmente le suelta la mano. El recuerdo de su anterior y fallido vicepresidente, Julio Cobos, también la atormenta, aunque en este caso el peso de la elección recae enteramente en ella dado que se jugó por el ex ministro de Economía cuando muchos integrantes del gobierno y parte de su círculo íntimo no estaban felices por tenerlo en la campaña.

Tampoco habría que descartar el temor de la Presidente a una posible reacción de Boudou si se encuentra acorralado. Ya ha dado muestras de endeblez y fragilidad cuando está asediado en entrevistas con medios no amigos. La Constitución Nacional establece como las principales funciones del vicepresidente las de presidir las sesiones del Senado de la Nación, algo que difícilmente pueda volver a realizar, y la de reemplazar al presidente en caso de viaje o licencia, intentarán por diversas vías de que esto no suceda. Ante estas circunstancias queda claro que Amado Boudou ha perdido toda su razón de ser y estar en el cargo que ocupa, transformándose en una especie de exiliado interno.

La multiplicidad de causas que afectan al vice son una fuente de información que excede lo meramente judicial. Si tomamos la causa de la falsificación de papeles del auto, vemos allí un recurso de nivel muy bajo que nos hace sospechar que es difícil que Boudou sea el último eslabón de la causa Ciccone. Tal vez entonces restaría saber si apropiarse mediante The Old Fund de la “fábrica de billetes” fue un encargo del difunto ex presidente Néstor Kirchner y si su esposa y actual presidente estaba o no al tanto de esta operación. En este aspecto hay tal vez cierta indolencia de parte de la oposición para frenar su embate o su deseo de investigar en la figura del vicepresidente. Es probable también que teman que es un riesgo poner la lupa sobre la propia Cristina Kirchner.

Si antes de fin de mes se confirma el segundo procesamiento del vicepresidente en la causa por falsificación de documento público, se les hará muy difícil detener el llamado a juicio político. Seguramente Cristina Kirchner no tenga ninguna intención de brindarle a la oposición ese triunfo político y por lo tanto lo que se avecinan son reuniones de alto contenido de tensión entre la primera mandataria y su vice, donde Cristina tratará de imponerle una licencia y Boudou tratará de asegurarse que se prolongue la protección que hasta ahora viene teniendo.

La hora del kirchnerismo residual

Ya aparecieron las primeras encuestas acerca de los posibles candidatos a presidente y los resultados, aunque esperables, no dejan de ser una importante fuente de información para el análisis político y del comportamiento social. Con pocas variantes entre los encuestadores, la mayoría indica que el ex intendente de Tigre y actual diputado nacional Sergio Massa encabeza las encuestas, seguido por gobernador Daniel Scioli y para completar el podio ubican al jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. A partir del cuarto lugar aparecen los candidatos del espacio UNEN, con la lógica expectativa de que la suma de las preferencias individuales impliquen un buen porcentaje para el conjunto.

Como vemos, paradójicamente (o no tanto), los primeros lugares de la grilla están ocupados por dirigentes cercanos de una u otra forma al kirchnerismo. Quien encabeza las encuestas es un candidato que hasta pocos meses antes de las PASO aún especulaba con dar la pelea al interior del Frente para la Victoria. Más allá de la creación del Frente Renovador, fuertemente asentado sobre su imagen, hay que recordar que no había sido una figura decorativa dentro del gobierno kirchnerista. Con alto protagonismo como director ejecutivo de ANSES y luego como jefe de gabinete de Cristina Kirchner, supo ser un funcionario con ascendencia sobre la presidente a pesar de que siempre contó con la mirada desconfiada del fallecido ex presidente Néstor Kirchner. Quien ocupa el segundo lugar ha sido parte de este proyecto político desde sus inicios y es él quien se ocupa de recordarlo cada vez que es víctima de los aprietes de los más conspicuos kirchneristas.

Equivocado o no, el mensaje de la sociedad parece ser contrario a un rotundo cambio de rumbo. La refundación de la República, idea presente en todo gobierno de corte populista, parece no ser la opción que más agrada a los votantes en esta etapa. Está claro que se busca un cambio pero no parece haber muchos ciudadanos dispuestos a barrer con todo lo anterior. En este sentido no hay disposición a convalidar la exhortación que hace la Presidente al pedir que los candidatos expresen con claridad las diferencias que tienen con “su modelo” y que ella infiere, son profundas. Parece claro que quiere interpelar a su sucesor y lo hace creyendo que aún es dueña del 54% de la preferencia ciudadana, aunque el actual panorama sea totalmente diferente.

Esta no es una tendencia novedosa en la política argentina, incluso en aquellos casos donde se pretendió terminar con una era. Recordemos la campaña del entonces candidato de la Alianza Fernando De La Rúa quien proponía reemplazar al menemismo (y su forma de ejercer el poder) pero no se animaba a cuestionar su política más emblemática en materia económica (recordemos la propaganda donde De La Rúa repetía cual mantra: “para mi, un peso es un dólar”).

Mucho se ha hablado y escrito sobre la tendencia del justicialismo a sostener feroces peleas hacia afuera mientras cocinan acuerdos hacia adentro. Días pasados, el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, propuso incorporar a Sergio Massa dentro de la interna del peronismo. Esta propuesta no va a prosperar pero el principal obstáculo para ello es la decisión del líder del Frente Renovador. El kirchnerismo no sólo ha logrado erosionar el poder de los partidos de la oposición sino que ha vaciado al propio Partido Justicialista. El peronismo puede ser “cualquier cosa” y aunque esa parece ser su mayor virtud, también puede ser su mayor debilidad.

Lo llamativo del panorama electoral que se avecina es que hay una suerte de hastío hacia el gobierno actual mientras que al mismo tiempo se buscan alternativas que no estén en las antípodas de su pensamiento. A lo mencionado de Scioli y Massa hay que agregar al Frente Amplio Progresista que suele hacer malabares discursivos para explicar que ahora se opone a los proyectos del kirchnerismo no porque sean incorrectos sino porque son buenas herramientas en malas manos. El propio Mauricio Macri, quien puede arrogarse ser un genuino y constante opositor de proyectos y políticas concretas del gobierno, ha entablado últimamente un canal de diálogo con el oficialismo. Tal vez, más allá del apoyo que necesita para acelerar la concreción de obras en su gestión, sus asesores hayan tomado nota de esta inclinación mayoritaria de los electores por terminar con el kirchnerismo pero con un suave aterrizaje.

Seguramente el proceso de “deskirchnerización” de la política argentina se va a producir lentamente en el período subsecuente a las elecciones del 2015. El gobierno que resulte electo, con acompañamiento social, va a tratar de limpiar del Estado los resabios de kirchnerismo, sobre todo de aquellos sectores de la administración pública que han sido permeados por La Cámpora. Como aliado va a tener también seguramente a la justicia, que intentará recomponer su imagen luego de tantos años a merced del poder político. No le quedará otra opción que avanzar a paso firme sobre las causas que involucran a funcionarios y empresarios kirchneristas para lo que cuentan con innumerable cantidad de pruebas.

A quince años de la finalización del gobierno de Carlos Menem, es difícil encontrar quien se considere a sí mismo menemista. Recién ahora algunos políticos, otrora muy amigos del riojano, reconocen públicamente conservar afecto personal por el ex presidente; hasta ese reconocimiento le habían quitado. Todos sabemos que más allá de la innumerable cantidad de errores que se gestaron durante la década del 90`, el kirchnerismo tiene mucho que ver en la demonización de aquel período. Será duro para Cristina Kirchner y los dirigentes más íntimamente emparentados con su gobierno ser próximamente víctimas de lo que ellos impulsaron como verdugos. En resumen, la política argentina parece encaminarse hacia gobernantes que no hayan estado tan cerca del calor del kirchnerismo como para quemarse ni tan lejos de este como para haberse congelado.

De todos modos, y para relativizar cualquier análisis que se haga del tema, deberíamos tener en cuenta lo que se conoce como “paradoja del votante”, teoría formulada por Anthony Downs, para quien el costo por informarse concienzudamente para emitir un voto racional es siempre superior a la influencia que aquel sufragio reporta para la elección del próximo gobernante.