Ya en la recta final del ante último año de gestión del kirchnerismo, los candidatos que creen tener posibilidades de sucederlo afinan sus tácticas para comenzar un 2015 con una estrategia político-electoral definida. En ese contexto, hay candidatos a los que les cuesta leer sus posibilidades concretas o bien son renuentes a aceptarlas. Resulta bastante evidente que el “mercado” electoral argentino no tiene lugar hoy para 4 candidatos competitivos; léanse UNEN, Frente para la Victoria-PJ, Pro y Frente Renovador. En una perspectiva mucho más realista, varios importantes miembros de UNEN han comenzado a acercarse a quienes consideran que pueden estar en la “pelea” electoral del año próximo. Las opciones con las que cuentan pasan por el diputado Sergio Massa y por el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri.
Vale de igual modo reconocer que, tal como está planteado el panorama, la posición de algunos miembros del espacio Frente Amplio – UNEN es sumamente incómoda. Entre quienes son renuentes a cualquier tipo de acuerdo que exceda el original espacio progresista y de centro izquierda que le dio origen podemos encontrar algunos subgrupos según la motivación que guía su acción. De un lado se encuentran los dirigentes más ideologizados y cuya voluntad de construir una alternativa al oficialismo que les permita gobernar se encuentra supeditada a sus convicciones o bien al interés por conservar el mucho o poco espacio de poder que detentan; dirigentes como Victoria Donda, Pino Solanas o Margarita Stolbizer podrían ser parte de este conglomerado. Un segundo subgrupo se caracteriza por invocar una cuestión ideológica que en realidad enmascara la resistencia a ser parte de una fuerza mayor que les quite protagonismo; en esa línea se encuentran el radical Julio Cobos y el socialista Hermes Binner. Podríamos agregar también un tercer subgrupo, con escasísimo poder de influencia dentro de UNEN, el cual mantiene un viejo encono hacia el macrismo por verlo como noventista y por lo tanto, esa sola circunstancia podría acercarlos eventualmente a las posiciones del Frente Renovador; en este grupo podríamos incluir a Nito Artaza y Ricardo Alfonsín.
Al parecer, la idea de Mauricio Macri, asesorado por Jaime Durán Barba, de mostrarse como una tercera opción independiente e impoluta va llegando a su fin. Los estrategas del Pro deberían tener en cuenta que un centenario partido como el radicalismo, por más dividido que esté, no va a correr como furgón de cola de una joven agrupación partidaria. En tal caso, lo que puede aprovechar el Pro es la debilidad del sistema de partidos para encabezar un liderazgo basado en principios, ideas y personas. En esa microscópica tarea parece estar inmerso el jefe de gobierno a través de sus múltiples recorridas por el interior del país; siempre bajo la acechanza de un Sergio Massa también muy activo.
Parece bastante encaminado un acuerdo entre el Pro y algunos sectores de UNEN para disputar las PASO del año próximo y así definir candidaturas. Esa estrategia beneficiaría sin dudas a Mauricio Macri en su postulación a presidente (no hay quien pueda ganarle en la interna) así como perjudicaría a los candidatos que el Pro fue desplegando –algunos con éxito- en varias de las provincias argentinas y que bajo este nuevo panorama deberían acompañar a un candidato radical con mayor dominio territorial. Subyace más solapadamente también la intención de algunos dirigentes –tal es el caso del senador Gerardo Morales- de sumar a esa interna al Frente Renovador de Sergio Massa. Esa sería una decisión más arriesgada y confusa ya que el ex intendente de Tigre se encuentra aún muy vinculado con los viejos dirigentes del conurbano bonaerense quienes en la práctica no tienen ninguna intención de cambiar algo de lo que les permitió construir un poder inmenso y que a su vez les posibilitó otorgar a familiares y amigos todo tipo de negocios suculentos.
Dentro de los posibles escenarios hay una opción que estuvo cerca de concretarse en los meses previos a la pasada elección legislativa pero que ahora ha caído fuertemente en sus posibilidades. La interna peronista entre Sergio Massa y Daniel Scioli brindaría un panorama muy esperado por tradicionales dirigentes del partido que ven al kirchnerismo como una ideologizada y desviada deformación del peronismo. Esta posibilidad se ve reflejada en el cabildeo de Martín Insaurralde entre uno u otro candidato. Si esto llegara a suceder, el kirchnerismo pasaría a ser una corriente muy marginal que iría desapareciendo dentro del universo justicialista; esta es la opción más temida por la presidente Cristina Kirchner.
La malograda administración de la Alianza es sin dudas un mal recuerdo para aquellos que quieren construir una opción de gobierno que le pueda disputar el poder al justicialismo. Bajo ese panorama, el planteo inicial del macrismo de erigirse como una fuerza antiperonista o, peor aún, gorila, resultó a todas luces equivocada. Este espacio, junto a buena parte de UNEN, debería consolidarse como un sector no populista, basado en el respeto a la ley y los principios republicanos, con un liderazgo más participativo, demandante de un ciudadano activo pero no movilizado desde el poder, conduciendo la economía de manera racional, buscando la inserción en el mundo e invocando la cooperación y el diálogo antes que el conflicto. Bajo estos preceptos y muchos otros que son compartidos por dirigentes de ambas fuerzas, serían muchas más las semejanzas que las diferencias y todas las disputas políticas menores quedarían sepultadas bajo el objetivo de relanzar a un país después de 12 años de transitar un rumbo equivocado.