¡Basta de privilegios!

No es una novedad que el Gobierno de Cambiemos viene lidiando con varios frentes de tormenta. Sin embargo, a diferencia de las dos grandes crisis que recuerda la historia política y económica argentina desde el retorno de la democracia, la hiperinflación de 1989 y el derrumbe económico y social de 2001-2002, convivimos con una situación muy precaria que no todos alcanzan a dilucidar en su real magnitud. Al no partir de un estallido social o de un derrumbe político, cuesta que el ciudadano promedio tome dimensión de los enormes problemas políticos, económicos e institucionales que el kirchnerismo ha venido construyendo (y barriendo bajo la alfombra) durante sus años de Gobierno.

La discusión en ambientes intelectuales, políticos y periodísticos entre shock o gradualismo probablemente posea un buen análisis de las condiciones existentes en el país, pero carece de una adecuada observación acerca del humor y las percepciones sociales. En ese sentido, es bueno preguntarse: ¿son políticamente viables las estrategias de shock bajo estas condiciones? Claramente fue el camino elegido —y el único posible— en los inicios del menemismo y la realidad también se lo impuso a Eduardo Duhalde, ante una economía insostenible. ¿Pero es posible utilizar ahora una estrategia similar? Continuar leyendo

SEPA, inflación y después

En estos días nos encontramos de manera ininterrumpida con análisis, comentarios y hasta imágenes que pretenden reflejar el fenómeno de la inflación. Ya ni siquiera tenemos que esperar a escuchar sobre la temática en programas de economía, política o en los noticieros, sino que aparece en programas de espectáculos, deportes u otras yerbas de la radio, la televisión, los diarios y los medios digitales. La democratización de los analistas lleva a una serie de imprecisiones, contradicciones y errores técnicos que hacen casi imposible la comprensión de esta problemática que nos aqueja como país desde hace no menos de ocho años.

Está claro que en poco más de sesenta días de gestión no es demasiado lo que se le puede exigir a un Gobierno en cuanto a resultados. Sí aparece como lógico el cuestionamiento o el elogio si lo que se evalúan son los planes encarados para el combate de un flagelo que es unánimemente visto como nocivo para la salud de la economía de nuestro país y los bolsillos de quienes lo habitan. En este sentido, puede haber cuestionamientos acerca de la falta de un plan articulado y consecuente que ataque los diversos frentes que componen un fenómeno inflacionario que, convengamos, desde hace un par de décadas se encuentra en los libros de los recuerdos de los economistas. En América Latina, el chavismo y el kirchnerismo han logrado reflotarlo, para desgracia de Venezuela y Argentina. Continuar leyendo

De títeres y titiriteras

Es una acusación habitual de los Gobiernos que establecieron con el tiempo una fuerte hegemonía tildar a la oposición de juntarse para arrebatarles el poder. Ciertamente la incriminación encierra un concepto negativo al respecto, pero hay en ello una necesidad implícita construida desde el propio poder. El kirchnerismo ha forjado un Gobierno centrado en un férreo dominio que ni siquiera se asienta en un grupo gobernante, sino que flota alrededor de una familia. Néstor, Cristina, Máximo, Alicia, los más importantes del clan. Alrededor, los incondicionales, Carlos Zannini, Oscar Parrilli, los más encumbrados miembros de La Cámpora y los empresarios Cristóbal López y Lázaro Báez, por sólo tomar muestras de distintos ámbitos.

Fuera de ese círculo están los sobrevivientes, aquellos que rinden pleitesía a la familia Kirchner, fundamentalmente porque no pueden (ni quieren) sacar los pies del plato. La independencia de criterio (traición en el diccionario K) puede implicar desventuras. En ninguno de estos círculos de confianza estuvo ni está Daniel Scioli; sin embargo es el candidato del Frente para la Victoria.

El ex menemista y ex duhaldista ha construido, con Néstor Kirchner, primero y con Cristina, luego, una relación de mutua conveniencia que, hasta el momento, ha sido fructífera para ambas partes. La imperturbabilidad del Scioli candidato (a gobernador, presidente, testimonial, o lo que sea), inconmovible ante errores e impericias, propias y ajenas, le ha permitido al kirchnerismo tener en su propio espacio político al antihéroe, el contrapeso medido, equilibrado y amable de un matrimonio combativo. Parafraseando la publicidad de una importante tarjeta de crédito, diríamos que el kirchnerismo tiene épica, relato, pasión y mística; para todo lo demás está Scioli. Continuar leyendo

Scioli y el miedo a los debates presidenciales

Una iniciativa denominada Argentina Debate y de la cual participan más de cuarenta organizaciones de la sociedad civil puso como objetivo hace más de un año y medio poner fin al “cuco” de los debates presidenciales. Para ello se valió de algo poco ejercitado durante el kirchnerismo, la búsqueda de consenso. Con este objetivo logró ir ampliando su base de sustentación, dándole forma, un manual de procedimiento, una plataforma de transmisión democrática y plural y, fundamentalmente, estableció un mecanismo de diálogo entre los protagonistas del debate. Todo este trabajo, que tendrá su coronación el 4 de octubre a las 21 hs en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se ve opacado por la decisión de no asistir por parte del candidato del Frente para la Victoria. El clásico de la política argentina, donde el que va al frente no debate, se volverá a repetir en estas elecciones. Efectivamente, Daniel Scioli, que fue parte de las negociaciones y de los acuerdos a través de sus emisarios, hace honor a esa regla no escrita de la política vernácula que impide una confrontación de ideas al estilo de las democracias consolidadas y también de varios de los países de América Latina.

¿Cuáles serían las razones que hicieron que finalmente -y como era de esperarse- el gobernador y su equipo de campaña hayan decidido no participar del debate? Al margen de lo antedicho, con el primer puesto obtenido en las PASO y un escenario que parece no haberse modificado, hay otras motivaciones detrás de la negativa. Todos sabemos que el estilo del exmotonauta no es la confrontación, y un debate donde no solamente habría periodistas preguntando sino que también está prevista la interpelación entre candidatos no es el mejor escenario para Scioli. El equilibrio que necesita -y tanto sabe ejecutar- para pescar votos de los que quieren un cambio (moderado, tal vez) y de los que se resignan a la continuidad del modelo K a través suyo (como transición para muchos de ellos, tal como lo expresó la propia Estela de Carlotto) es lo que más se vería cuestionado en un debate amplio. Scioli pide permanentemente que confíen en él como sujeto político, es el más claro ejemplo de la personalización de la política. Su estrategia es mostrarse y decirse previsible para que el votante deposite en él el deseo de llegar a buen puerto. De allí también la apelación a su historia de vida, a la desgracia personal, al éxito deportivo. Este es el candidato que desean mostrar, los detalles quedan para el elector, es un Scioli para armar. Continuar leyendo

Sergio Macri y Mauricio Massa

En días posteriores a las PASO se desplegó con fuerza en algunos la opinión de que ahora sí era importante un acuerdo entre los dos principales candidatos opositores -Mauricio Macri y Sergio Massa- para derrotar al kirchnerismo representado por Daniel Scioli. Esa opinión chocó de frente con la imposibilidad legal de cualquier tipo de acuerdo de unificación de listas o candidatos y la imposibilidad política de la declinación de candidaturas. Esto enojó a muchos deseosos de cambio y capacidad para hacer sumas aritméticas, pero dificultades para hacer sumas políticas. Una de las variantes que se deslizaron -incluso por parte de prestigiosos intelectuales como Beatriz Sarlo- es que Cambiemos “baje” la candidatura de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y UNA desista de postular a Sergio Massa para presidente. La escritora no solo lo esbozó, sino que también lo postuló como fórmula infalible de victoria.

En el contexto electoral argentino, dos más dos no es cuatro y por lo tanto la “fórmula para la victoria” elaborada por Sarlo carece de fundamentos sólidos, no solo numéricamente, sino también como estrategia a implementar. Suponer que todos los votantes de Massa elegirían a Macri si este se bajara de su candidatura es una falacia y, si bien es más probable que quienes optaron por Vidal en las PASO sean más permeables a hacerlo en octubre por Felipe Solá, en caso de quedar como único candidato opositor y, sobre todo, teniendo enfrente a un político con tan alta imagen negativa como Aníbal Fernández, lo cierto es que el PRO tiene demasiado cerca la conquista de la provincia de Buenos Aires como para rifarla en una ingeniería electoral que solamente quien se ha dedicado con agudeza a la literatura puede imaginar tan simple. Continuar leyendo

Estamos de PASO

“Primarias abiertas secretas y obligatorias”, dijo y repitió sin ruborizarse el ministro de Justicia Julio Alak (vale aclarar para algún desprevenido que la “s” es por simultáneas), cuando trataba de justificar la demora de más de cuatro horas para cargar los primeros datos de las elecciones celebradas ayer. Así entramos en la primera conclusión de unas elecciones con mucha tela para cortar: El sistema de votación en la Argentina es arcaico y muy favorable a las nocivas prácticas que en cada elección se denuncian, pero que de ninguna manera van a solucionar quienes de este sistema se benefician en desmedro de los electores.

Los resultados a nivel nacional van en línea con lo que las encuestas más serias venían pronosticando. Un triunfo del Frente para la Victoria que no le permite evitar el ballotage. Desde hoy pocos serán los que puedan insistir con que el número mágico para Daniel Scioli es el 40. Ahora deben ir por el 45, y esa es una empresa difícil. El frente Cambiemos se situó en los 30 puntos, liderado por un Mauricio Macri que obtuvo el 80 % de los votos de esa interna. Si presumimos que muy probablemente un importante porcentaje de los votantes de UNA va a ir en octubre en busca del denominado “voto útil”, la alianza del PRO con la UCR y la Coalición Cívica tiene altas posibilidades de superar el 35 % de los votos, lo que obliga a Scioli a ir por ese 45 % que le permitiría evitar este ballotage “a la argentina”. Continuar leyendo

Temerle a Dios y un poquito a Macri

Solo hay una declaración que podría haber generado mayor revuelo en los medios de comunicación y en lo que él mismo denominó oportunamente como “círculo rojo” que las que efectuó inmediatamente después de confirmado el apretado triunfo de Horacio Rodríguez Larreta -su delfín- sobre Martín Lousteau, que le permitió al PRO retener la ciudad de Buenos Aires: haber dicho exactamente lo contrario. Hay que imaginar por un segundo qué hubiera pasado si Mauricio Macri se paraba frente a sus militantes y a los cientos de miles que en ese momento lo miraban por televisión (y medios alternativos) y les decía que iba a reprivatizar Aerolíneas Argentinas e YPF y que la asignación universal por hijo pasaría a la historia si él fuera electo presidente. El temor al cambio, algo innato en el ser humano, está en su máximo esplendor en esta campaña.

Ciertamente, el jefe de Gobierno y precandidato a presidente de Cambiemos optó por acercarse a la postura massista del cambio justo que, en el caso del exintendente de Tigre -quien perteneció al espacio kirchnerista durante 7 años-, suena más bien a la búsqueda de cambiar de manos el poder. Es cierto que el PRO en su bloque de diputados se ha opuesto tanto a la reestatización de Aerolíneas Argentinas e YPF como a la de las jubilaciones y las pensiones, pero también es cierto que cuando lo hicieron se fundamentaron más en razones y procesos que en principios. En este sentido y con prudencia política, el discurso del líder de PRO apuntó a desmontar aquello de que la Argentina se mueve por olas, de estatistas a privatistas y viceversa. Sin embargo, era esperable que desde el oficialismo se use el argumento de falsedad e hipocresía para atacar al líder opositor con más chances de arrebatarle el poder al Frente para la Victoria. Continuar leyendo

Scioli, o el kirchnerismo por otros medios

Se terminaron las incógnitas y las especulaciones. En las elecciones más importantes y con mayor incertidumbre de la última década finalmente las cartas están sobre la mesa. No sólo se define la continuidad, o no, del modelo a través de otros intérpretes sino que la única protagonista viva del matrimonio que conduce con mano de hierro los destinos del país desde hace 12 años no se presentará a cargo electivo alguno después de 25 años. Recordemos que desde 1989, cuando fue electa diputada provincial por Santa Cruz, Cristina Fernández de Kirchner fue saltando de uno a otro cargo hasta la actualidad. En esta oportunidad decidió no someterse a la elección por voto popular (tal vez intuya una derrota) y dejar en varios delfines la tarea de seguir reportándole desde las entrañas del poder, donde conserva operadores visibles y no tanto en los tres estamentos del Estado.

La semana política se sacudió cuando Daniel Scioli anunció que quien lo acompañaría en la lucha por el Poder Ejecutivo nacional sería el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia y monje negro del Gobierno, Carlos Zannini. Una jugada sorpresiva y que trajo consecuencias inmediatas, tales como la automática imposibilidad para Florencio Randazzo de competir en las PASO. El ministro de Seguridad y Transporte de la Nación tuvo que escuchar de boca de su rival -a través del canal C5N- que quien lo impulsaba y apoyaba para competir en esa interna sería ahora parte de la única fórmula aceptada por la presidente. Aquel hijo de albañil, militante de Vanguardia Comunista (maoísta), abogado, 4 años preso en La Plata y que con el advenimiento de la democracia se mudó a Santa Cruz donde conoció a Néstor y Cristina Kirchner a quienes acompañó hasta el día de hoy, comparte la fórmula con el ex motonauta, ex empresario, ex menemista y eterno estudiante de marketing Daniel Scioli. Sin dudas la presidente ve riqueza en los contrastes o bien, parafraseando a Carl Von Clausewitz, ve en Scioli-Zannini la continuación del kirchnerismo por otros medios.

Así como es difícil imaginárselo a “El Chino” ejerciendo un papel secundario (por más invisible que sea), no lo es en el caso del gobernador (por más visible que sea). La misma definición de las listas del Frente para la Victoria en todos los niveles lo demuestra. Scioli no pudo poner gente de su confianza en casi ningún lugar, y la confección de las mismas quedó bajo exclusivo dominio de Cristina, Máximo y el propio Zannini. Fue el precio que aceptó pagar para no verse impedido de competir dentro del espacio del FPV y así tener chances de cumplir el sueño de sentarse en el sillón de Rivadavia. En alguna medida, este outsider traído a la política por Carlos Menem en 1997 sigue actuando como tal, su ámbito más natural parece seguir en la farándula y sería sin dudas ubicado por los kirchneristas más conspicuos en los oprobiosos contornos de la “anti política” (si no fuera porque es su propio candidato).

Del lado de la oposición, las cartas se acomodaron relativamente como se esperaba. Mauricio Macri decidió apartar aquel enojo con Gabriela Michetti porque no quiso pelear en la provincia de Buenos Aires (en 2013) y desafió sus planes en la ciudad con una postulación para jefa de Gobierno porteño que a su vez rechazaba el ofrecimiento que ahora, habiendo perdido la interna con Rodríguez Larreta, finalmente acepta. La fórmula parece dejar conformes a ambas corrientes internas dentro de los estrategas del partido porque si bien encumbra una fórmula PRO pura, lo hace a través de una figura reconocida también fuera de los límites partidarios al tiempo que formará parte de la interna de Cambiemos con la que pretenden aglutinar y consolidar un frente opositor compacto y cohesionado para enfrentar al sciolismo kirchnerizado, o mejor dicho, al kirchnerismo con Scioli de mascarón de proa.

La elección a gobernador en la provincia más importante del país quedó a merced de señales políticas que aportaron más confusión que claridad. En el caso del Frente para la Victoria, el baño de humildad solicitado por la presidente se lo dieron los dirigentes que a priori aparecían con mayores posibilidades de pelear la gobernación, y le dieron espacio a dirigentes como Aníbal Fernández –dueño de una alta imagen negativa- y a Julián Domínguez, un completo desconocido para el gran público bonaerense. Por el lado del Frente Renovador, la salida inexplicable de Francisco De Narváez –tal vez el candidato que contaba con más chances de obtener la gobernación- había dejado en manos de una desconocida Mónica López la candidatura más importante a nivel distrital, por lo que a última hora, y no habiendo podido acoplarse a un frente más amplio con Mauricio Macri, Sergio Massa reflotó la candidatura de un viejo conocido de los bonaerenses como Felipe Solá. Por el lado de Cambiemos, pudo conformarse una sola lista que combina la voluntad de cambio y nuevos aires (personificado en María Eugenia Vidal) con un anclaje territorial que permita fiscalizar un inmenso y difícil territorio (de la mano del presidente de la UCR bonaerense Daniel Salvador). Atrás quedó la inexplicable postulación de Cristian Ritondo, que parecía exclusivamente destinada a salvaguardar la moral de los fundamentalistas del Propurismo.

Las listas para conformar el próximo Congreso Nacional también trajeron novedades y algunas confirmaciones. El PRO apostó por la trayectoria política de Patricia Bullrich para la Ciudad de Buenos Aires y por un outsider, que no obstante siempre se mantuvo cercano a la política, como el periodista Fernando Niembro para la provincia de Buenos Aires. El FPV por su parte siguió haciendo gala de kirchnerismo puro apostando por Axel Kicillof en la capital y por “Wado” de Pedro en territorio bonaerense. La protección judicial que aparece tan necesaria para algunos funcionarios del Gobierno podría llegar a Julio De Vido de la mano de una diputación bonaerense mientras que dejará afuera al vicepresidente Amado Boudou.

La familia Kirchner se encamina a la extraña situación de Máximo sometiéndose por primera vez al voto popular como candidato a diputado nacional por Santa Cruz mientras que Cristina vuelve a la vida del ciudadano común, sin fueros parlamentarios. Novedades que sin dudas, y de la mano de quien resulte finalmente triunfador en las elecciones de octubre, van a generar movimientos en el Poder Judicial, que podrían también marcar un derrotero diferente al que estamos acostumbrados en cuanto al juzgamiento de aquellos que usaron a la política en beneficio propio.

La carrera de Scioli hacia el poder

Esta semana, en un ámbito privado, uno de los más estrechos colaboradores del gobernador Daniel Scioli comentó que la elección ya está ganada, “y en primera vuelta”, agregó. Según este colaborador y amigo del gobernador, el pacto con el kirchnerismo está consumado y bajo esa premisa el triunfo es un mero trámite. Hace mes y medio, él mismo reconocía que la cosa estaba difícil. Todavía no había señales claras acerca de cuál iba a ser la postura de la presidente frente a la candidatura de Scioli y hasta se dudaba de que le permitieran competir en el Frente para la Victoria.

Evidentemente las frecuentes apelaciones a la fe y la esperanza son contagiosas. También el tesón y la voluntad. No hay político más comprometido con su carrera presidencial que el ex motonauta y así lo transmite a su círculo íntimo. Hay políticos que saben que sería un punto culminante y final a su vocación por la cosa pública pero dejan abiertas otras puertas fuera de la política. Tal es el caso de Mauricio Macri, que ha dicho que le gustaría volver al ámbito privado, a sus otras pasiones, a estudiar. El caso de Scioli es diferente, da la sensación de que no hay futuro alguno para él si no es la presidencia. Continuar leyendo

El juego de la oca

La oposición, en esto incluyo a Mauricio Macri, Sergio Massa, un sector del radicalismo y, en menor medida a Margarita Stolbizer, ha adoptado en estos últimos días una actitud temeraria. Saben -por encuestas propias y ajenas- que a cualquier candidato del Frente para la Victoria le resultaría muy difícil obtener un triunfo en el ballotage. Saben también que, al margen de la impostada euforia que demuestran los agentes de prensa del gobierno (¿se los puede llamar de otra manera a esa multitud de “periodistas” y medios escritos, radiales y televisivos que viven al calor de los recursos oficiales y extra oficiales del Estado?), lo único nuevo bajo el sol es un leve repunte de la alicaída imagen presidencial, aquella que se deterioró de manera aguda luego de la dudosa muerte del fiscal Alberto Nisman. Con estos elementos en mano, están como aquel boxeador que, conociendo su condición de superioridad en el ring, opta por “jugar” con su rival mientras evita dar el golpe de knockout. Continuar leyendo