“Primarias abiertas secretas y obligatorias”, dijo y repitió sin ruborizarse el ministro de Justicia Julio Alak (vale aclarar para algún desprevenido que la “s” es por simultáneas), cuando trataba de justificar la demora de más de cuatro horas para cargar los primeros datos de las elecciones celebradas ayer. Así entramos en la primera conclusión de unas elecciones con mucha tela para cortar: El sistema de votación en la Argentina es arcaico y muy favorable a las nocivas prácticas que en cada elección se denuncian, pero que de ninguna manera van a solucionar quienes de este sistema se benefician en desmedro de los electores.
Los resultados a nivel nacional van en línea con lo que las encuestas más serias venían pronosticando. Un triunfo del Frente para la Victoria que no le permite evitar el ballotage. Desde hoy pocos serán los que puedan insistir con que el número mágico para Daniel Scioli es el 40. Ahora deben ir por el 45, y esa es una empresa difícil. El frente Cambiemos se situó en los 30 puntos, liderado por un Mauricio Macri que obtuvo el 80 % de los votos de esa interna. Si presumimos que muy probablemente un importante porcentaje de los votantes de UNA va a ir en octubre en busca del denominado “voto útil”, la alianza del PRO con la UCR y la Coalición Cívica tiene altas posibilidades de superar el 35 % de los votos, lo que obliga a Scioli a ir por ese 45 % que le permitiría evitar este ballotage “a la argentina”.
Con el 20 % de votos que obtuvo UNA, producto de la sumatoria de Sergio Massa (14 %) y José Manuel De La Sota (6,5 %), sin dudas es un espacio que se afirma como árbitro de las elecciones de octubre. A partir de esto, son muchas las conjeturas que pueden hacerse alrededor del comportamiento que tendrán los votantes de ese espacio. Sin tener claro aún las proporciones pero continuando con el análisis previo, podemos inferir que en ellos hay un porcentaje de votantes tradicionales del peronismo que están alejados del kirchnerismo (al que consideran ajeno al movimiento originado por Juan Domingo Perón), y hay otro porcentaje de votantes que militan decididamente en la oposición y que consideraron, en esta ocasión, a Sergio Massa como el mejor opositor posible. Es muy probable que el primer sector mantenga su voto al exintendente de Tigre en octubre y que el segundo grupo de electores se incline por quien resultó mejor posicionado para darle pelea al Frente para la Victoria, léase Mauricio Macri desde Cambiemos. El discurso del líder del PRO apuntó, sin embargo, a ambos sectores, apelando también al corazón del peronismo.
Luego de confirmarse unos resultados que dejan expectativas para todos, quien puede sentirse como ganadora plena de la elección, por lo importante y difícil del distrito, pero también por lo sorpresivo de los guarismos, es María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires. Con 8 puntos de diferencias sobre Aníbal Fernández y 10 sobre Felipe Solá -sus competidores en octubre- se acerca a la posibilidad de cambiar de manera rotunda el perfil de gobernador de una provincia comandada desde hace más de 25 años por caudillos peronistas. El 40 % que el FPV obtuvo en provincia, sumando los guarismos del jefe de gabinete y del presidente de la Cámara de Diputados, no resulta esperable en octubre por diversas razones. En primer lugar, porque el candidato que resultó ganador tiene una imagen negativa muy alta y hay perspectivas de que las denuncias que sobre él pesan se profundicen durante la campaña y, en segundo lugar, porque muchos de los votantes de Julián Domínguez se referencian en un peronismo tradicional que Martín Sabbatella (compañero de fórmula de Aníbal Fernández) está lejos de representar, por lo que muchos de esos votos irán a parar en octubre a Felipe Solá y, en un pequeño porcentaje, también a María Eugenia Vidal.
Los contactos entre los sectores que encabezan Sergio Massa y Mauricio Macri empiezan a aflorar. El intento de convocatoria de Scioli al líder del Frente Renovador no tiene chances de prosperar, ya que no es mucho lo que de allí puede obtener el tigrense. El tercer lugar que acaba de ocupar está en las filas de la oposición y abandonarlo para volver al redil del oficialismo lo diluiría rápidamente. Tal vez este 2015 no sea su momento para obtener la presidencia, pero siendo un político joven sabe que tiene una carrera por delante y para ello debe deshacerse ni más ni menos que de Daniel Scioli. De consagrarse presidente el gobernador bonaerense, las chances de Massa para erigirse como líder del peronismo se esfuman, mientras que siendo Macri el elegido, él puede reconstruir alrededor de su figura a un Partido Justicialista que acepta todo menos la derrota. Si Massa confirma que no le alcanza para ser él quien compita en el ballotage frente a Scioli este año, su misión será conservar en octubre los votos que lo apoyaron en las PASO, militar en favor del frente Cambiemos en noviembre y constituirse luego del 10 de diciembre en el líder del nuevo peronismo (renovador). Si todo eso sucede, Daniel Scioli tendrá sin dudas más tiempo para entrenar con sus compañeros de Villa La Ñata Sporting Club.