Los argentinos asistimos desde hace tiempo a una dicotomía cada vez más evidente en torno a nuestras circunstancias. Por un lado, “el relato” que define una fantasía. Por otro lado, la realidad que vivimos todos los días.
El relato está narrado por la presidente desde la cadena nacional, en estos días incluso violando la ley electoral, y pretende hacernos creer que nuestro país ha ganado una década; que prácticamente no quedan pobres ni indigentes; que los precios están estabilizados y la inflación no es un problema; que estamos en excelentes relaciones con el mundo; que creamos un modelo de crecimiento con inclusión; que debemos estar más que satisfechos con la política energética; que día a día los argentinos viajan en trenes más modernos y seguros; que se estimula la producción y el ahorro en pesos y que se respeta la libertad de prensa y la Constitución.