El problema del desempleo en Argentina

A partir de 2007, la Argentina mostró que el indicador de desempleo pasó de dos dígitos a uno. Fue en el mismo año en el cual se intervino el INDEC.  Las políticas de crecimiento del gobierno nacional y un ministerio de Trabajo que dictó políticas activas de empleo –y que las sostuvo en el tiempo- dieron el resultado esperado: Argentina creció año a año; creció el empleo (sobre todo con la incorporación de las mujeres) y el desempleó cayó a un poco más del 7%.

El impacto de la crisis internacional de 2009 -2011 produjo un retraso en la materia. Los indicadores desmejoraron parcialmente en un contexto internacional desfavorable. Paralelamente la escalada progresiva de precios cambió el escenario: la inflación -tan desmentida en un primer momento por el gobierno nacional- terminó siendo un problema de la agenda pública.

En este último tramo la reacción de las autoridades fue bien distinta: en la emergencia no reparó en poner en marcha programas asistenciales, la mayoría de ellos, consistentes en poner dinero en los bolsillos de la población abandonando la idea de que los aportes directos deben promover la inserción laboral y no prolongar el estado social en el cual se encuentra la población.

Ya sabemos que la contracara negativa de las políticas asistenciales con sesgo subsidiario sostenidas en el tiempo no promueve la salida de la pobreza, sino más bien la prolonga. Y que sin organización social en los barrios y comunes, la pobreza no es digna.

Los debates que surgieron hace dos años al respecto fueron de escaso nivel y contenido: opinar sobre qué hacen los argentinos subsidiados con esos fondos, si los vuelcan en alimentación y vestimenta o lo despilfarran en la timba o el alcohol sólo garantiza un escándalo mediático pasajero para obtener una cuota de prensa.

La UE tiene una Estrategia Europea de Empleo que básicamente consiste en el monitoreo semestral del crecimiento en cada país, ya que sin evolución, no hay política activa que se sostenga.  Esa Estrategia se sostiene en “paquetes” con programas de empleo, entre los que se destaca la promoción de los profesionales y el empleo juvenil.

El salto que Argentina debe dar en materia de políticas de empleo activas pasa por un enfoque y promoción regional. Ponerse a diseñar en 2015 políticas nacionales solo adquiere sentido si se estudia la relación y desarrollo en ese terreno de nuestro continente. Respetando los matices culturales y sociales el camino es conjunto. Allí está el salto que requieren nuestras políticas de empleo.

Todos los días vemos ejemplos en los jóvenes profesionales: aquellos que tienen trabajo buscan empleos de mayor calidad y no dudan en viajar al exterior para aprovechar dichas oportunidades. Y quienes intentan insertarse, al poco tiempo, se esfuerza porque se trate de un trabajo registrado.  La realidad se adelanta al Estado.

La inflación, en los dos últimos años fundamentalmente, ha originado que se generen programas que básicamente subsidian. Por ejemplo,  a los “jóvenes nini”; se mantiene un subsidio desigual e injusto en materia de servicios públicos; los subsidios cruzados en materia de transporte, son algunos de los temas a debatir y resolver a partir de 2015. La clave estará seguramente en obtener al autoabastecimiento energético, que hoy origina que millones de divisas se vayan al exterior.

Tal como afirmó un documento de  la Escuela de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA) del año pasado, es imprescindible para reducir la pobreza revisar toda la política de subsidios. Observar las políticas de empleo exitosas que se pusieron en marcha en la última década, corregir aquellas que fallaron en la articulación. También reparar en el promedio de promoción hacia el empleo formal  muy bajo o inexistente de algunos programas oficiales. Se requiere de un enfoque  sin anteojeras.

Para obtener grandes éxitos es necesario correr grandes riesgos. Que los riesgos que corremos con la inflación devengan en políticas públicas acertadas en 2015.

Un día para reflexionar

Nunca el Movimiento Obrero Argentino, en su rica historia,  estuvo tan dividido como en el presente.  Al menos son cinco las centrales que reclaman la representación del sector. Y muchos sindicatos han sufrido divisiones y creaciones de sindicatos en paralelo, consecuencia a veces de un acto electoral mal resuelto o por pujas ideológicas.

Si los 1° de Mayo en nuestro país fueron mayormente días de lucha y los menos de festejo, hoy debe ser un momento de reflexión y análisis de todos los dirigentes, sea cual sea su nucleamiento. Sean secretarios o delegados. Estas líneas tienen esa intención.

A quienes creen que primero está la ideología, las opciones electorales o los proyectos políticos, los invito a releer al conductor del Movimiento social más grande de América Latina. “Y debemos confesar que la acción está siempre  por sobre la concepción.  Un punto de partida para la unidad de concepción. Y que permita en el tiempo desarrollar la acción” explicó Juan Domingo Perón en múltiples oportunidades. O sea, la famosa“unidad en la acción” debe procurar ser un punto inicial de concepción, pero primero hay que pensar, qué nos une en la acción. 

Pues bien, la dirigencia sindical debería preguntarse entonces cuál es el punto inicial de concepción que permita luego forjar la acción que resulta en realidad prioritaria. En la historia del Movimiento Obrero está la respuesta.

Existen para todos los sindicatos cuestiones que son irrenunciables , sea quien fuere el presidente electo en 2015. Ellas son:

La negociación colectiva.
El derecho laboral protector de los trabajadores.
Los regímenes de Seguridad Social.
La salud de los trabajadores y sus familias.

Hay cuestiones ligadas a estas temáticas que forman parte insustituible: la solidaridad entre sindicatos y movimientos y la batalla permanente para generar empleo de calidad. Constituyen en sí misma el “punto inicial de concepción”. Ahora bien, ¿y cuáles serían las acciones políticas que convoquen a la mayoría de las centrales obreras dispersas?

Los sindicatos son keynessianos por naturaleza propia y precisamente por ello logran sobrevivir a las épocas de crisis. Las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos y los partidos políticos siempre que encontraron los canales de comunicación apropiados llegaron incluso juntos a moldear hasta las relaciones internacionales. Y con ello, expandieron el desarrollo político propio. En este momento, deberán fortalecer el papel de convergencia con otros movimientos sociales y partidos políticos para así afianzar políticamente a los trabajadores.

Todos los dirigentes sindicales saben que es una táctica compleja.  Y resulta más intrincada porque unos y otros siempre fueron conscientes de que la viabilidad social y el diálogo se resuelven siempre en el campo de la política. Y cuando llegamos a este punto de la reflexión, muchos dirigentes sindicales consideran que deben encontrar un frente electoral, o dirigente político partidario para generar la demanda de los trabajadores como alianza política, como compromiso o con candidaturas sindicales que puedan acordar con el candidato.

Saben además que los sindicatos lograron ser reconocidos cuando convergieron con algún partido político, cuando fueron el eje de un movimiento político en la conquista del poder y la consecuente aplicación del desarrollo con equidad. Si el Movimiento Obrero alcanzara un mayor grado de unidad, si sostuviera la unidad en la acción en funcion de las cuestiones irrenunciables, entonces no solo estaría en condiciones de sentarse a debatir con cualquier candidato. Sino se transformarían en una referencia obligada para todos los candidatos.

Resta apenas algo más de un año para la próximo elección presidenc ial. El sindicalismo argentino siempre supo –por  fundamentos políticos y experiencia histórica-  que las plataformas socio-laborales forman parte y deben ir asociadas con políticas públicas que garanticen el desarrollo social con equidad.

Muchos de nosotros pudimos comprobar hace algunos años , en foros y encuentros internacionales, que los dirigentes sindicales argentinos eran muy respetados precisamente por la capacidad que tenían para mantener la unidad. Otros países latinoamericanos ya padecían la cara de la dispersión y la división: el gobierno de turno y los poderosos de siempre los ignoraban en sus propios países.

La Unidad  hay que intentarla antes de la conformación del nuevo gobierno y de cara a los partidos políticos que disputaran el 2015.

“Y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos” dijo Perón.

Más que nunca, en un 1° de Mayo.