¿En qué momento –me pregunto yo– una buena idea, a la que muchos se prestaron de buena fe, puede terminar convirtiéndose en una pavada? Porque pareciera que el desafío del balde de agua helada no es más que eso, una vidriera servida en bandeja a los famosos, en la cual pueden mostrarse premeditadamente de entrecasa, o chicanear a amigos o a enemigos, hacer política, montar un show, o desafiar al Papa, como Shakira, olvidándose de que en realidad se trata de una campaña que intenta dar a conocer una enfermedad, la esclerosis lateral amiotrófica, la que sufre, entre otros muchos, un genio como el físico Stephen Hawking.