Será porque últimamente estoy extremadamente permeable al tono de los discursos –de hecho, siento que las palabras han perdido toda capacidad referencial– que lo que más me conmovió de la conferencia de prensa que dio Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga desaparecido hace 5 años y 8 meses, fue el tono de sus palabras. Ese tono franco y contenido con el que anunció que había encontrado el cuerpo del joven, que todo se podría haber resuelto mucho antes y que “la voz oficial está acá, no está en otro lugar. Todos los que hablen por nosotros no sabrán la verdad. Remítanse a nosotros”. Continuar leyendo