Y Jorge Capitanich llegó un día para explicarnos de manera “clara, contundente e indubitable”, las medidas del gobierno. Y se tomó la tarea tan a pecho que todo lo que cae en su esfera discursiva adquiere la forma de una minuciosa explicación. Es como un buen maestro que intenta reafirmar las características de una correcta explicación para lo cual relaja el tono de voz y acompaña lo pausado de su discurso con el movimiento circular de las manos. Es más, como si tuviera un pizarrón, siempre enumera con anticipación lo que va a decir y acompaña la exposición con lo que parece un esquema de contenido dividido en partes que se despliegan consecutivamente a lo largo de la explicación. Quiere que lo comprendamos bien, por eso aclara una y otra vez los conceptos con palabras como esto implica, de manera que, por lo tanto, en este sentido, etc., y como imagina que no entendemos casi nada, introduce constantes reformulaciones, es decir, nos repite lo mismo varias veces pero con distintas palabras.