Cerrando un año de crecimiento e inclusión

El 2013 ha sorprendido a muchos con sus datos positivos en materia económica, lo que indica que fue, en términos generales, un año mejor que el anterior, a contramano de lo que suelen pronosticar los economistas y opinólogos del establishment.

El dato más importante para destacar es el crecimiento de la actividad económica. El Estimador Mensual de Actividad Económica, que preanuncia la evolución del PBI, reflejó un crecimiento de la actividad del 4,7% en septiembre de 2013 respecto al mismo período de 2012. En tanto, en los primeros nueve meses del año, la actividad acumuló un crecimiento del 5,4%.

Otro indicador de la actividad económica es la demanda energética. Analizando los últimos datos oficiales, ésta ascendió en el mes de septiembre último a 10.601 GWh, representando un aumento de 4,9% en comparación a igual mes de 2012. Este incremento se suele asociar a cuestiones climáticas, pero casi todos los años hace el mismo calor o el mismo frío (exceptuando el último mes de diciembre, atípico por lo persistente de las elevadas temperaturas aunque aun así no hubo fallas en la generación de energía como en los ’80), siendo ésta una forma de no reconocer cuando una economía está en crecimiento.

La expansión del consumo interno explica gran parte del crecimiento económico. Por un lado, las ventas en supermercados de octubre de 2013 se incrementaron en comparación a igual mes de 2012 un 27,4%, en valores corrientes y, a precios constantes -es decir, sin considerar el impacto de la inflación- la suba fue del 18,4%. Por otro lado, las ventas en los centro de compras (o shoppings) aumentaron un 20,4% en octubre en relación al mismo mes de 2012 y en valores constantes, acumulando en el año un 28%. Por último, las ventas de automotores, en unidades, se incrementaron en agosto un 21% en comparación con igual mes de 2012, y en los primeros ocho meses del 2013 el sector acumuló una suba interanual del 17,6%.

Estos datos son una fiel expresión de que las políticas llevadas adelante por el Estado tendientes a incentivar el consumo interno han sido acertadas y fructíferas.

En cuanto a la construcción, el sector creció en octubre de 2013 un 6% en relación al mismo mes de 2012 y acumuló en los primeros 10 meses del año pasado un crecimiento del 4,7%. Este crecimiento estuvo motorizado, principalmente, por el Programa ProCreAr, fortaleciendo así uno de los sectores claves del crecimiento económico que sigue en auge, siendo uno de los sectores económicos de mayor mano de obra intensiva. Este comportamiento creciente de la construcción es una característica del modelo que se observa durante toda la década kirchnerista.

En cuanto a indicadores sociales, según datos del Indec, la desocupación descendió, pasando del 7,6% en el tercer trimestre del 2012 al 6,8% en el tercer trimestre del 2013. Esto se tradujo en una caída continua de la pobreza y la indigencia: en comparación al semestre anterior, el porcentaje de personas bajo la línea de pobreza durante el primer semestre de 2013 representó una disminución del 13%, mientras que el porcentaje de indigentes una caída del 6,7% en igual período. En relación al primer semestre de 2012, también se registró una disminución en la pobreza e indigencia el año pasado, del 27,7% y 17,6% respectivamente. Esto son los últimos datos disponibles.

De más está aclarar la importancia del aumento de la jubilación mínima en septiembre, de  $2.165 a $2.476; y de la Asignación Universal por Hijo en junio, pasando de $340 a $460. La primera ha aumentado desde el 2003 un 1.550%; la segunda desde su creación, un 155%. Para este modelo, los adultos mayores y los niños son los privilegiados.

También quienes más han sufrido los embates de la implementación del modelo neoliberal, ya que en términos de distribución del ingreso y brecha de desigualdad, al analizar los últimos datos oficiales en lo que respecta a la población ocupada según escala de ingreso de ocupación principal (IOP), el coeficiente de Gini se ubicó en 0,377 en el segundo trimestre de 2013, lo cual significó una caída del 17,51% en comparación con igual trimestre de 2004. Una clara muestra de justicia social.

Todo esto pareciera un frío recuento de la realidad económica de este 2013. Sin embargo, son una clara muestra sobre la marcha del modelo. Quienes auguraban su fin o lo piensan sólo como el resultado de un “viento de cola” olvidaron que es la voluntad política de un Estado activo quien direcciona el modelo, y que su corazón sigue siendo un rol activo en cuanto a la dinamización del mercado interno, con reindustrialización y redistribución de la riqueza a favor de los más débiles. Por supuesto siempre estarán quienes auguren, y por ende deseen, lo contrario. No quieren la ampliación de derechos porque creen que el Estado debe seguir siendo funcional a quienes fueron privilegiados desde la última dictadura. No quieren aceptar que esta década ganada es, principalmente, ganada para el pueblo.

Sistema financiero y producción nacional

El sistema financiero argentino fue radicalmente transformado por Martínez de Hoz y su reforma de 1977. A partir de allí, se dio un proceso de centralización, concentración y extranjerización del sistema, que se profundizó con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de 1992, entrando en crisis en el 2001 en conjunto con el colapso de la convertibilidad y de la economía argentina toda.

A mediados de la década del setenta, el sistema contaba con aproximadamente 730 entidades financieras; para mediados de los ochenta se habían reducido a 240. Gran parte de la esa disminución se debió al cierre y concentración en grandes entidades, propiciada por el ley (decreto) 21.526 de Entidades Financieras.

En los noventa se realiza la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central. Ésta respondía a las necesidades del momento: tener un Banco Central que sostenga el modelo de convertibilidad que se iniciaba en ese entonces. Al definir, desde una concepción totalmente monetarista, que la misión más importante es la de preservar el valor de la moneda, se pierde al Banco Central como una herramienta del Estado para poder hacer muchas más cosas, y mucho mas importantes, como por ejemplo trazar una política financiera y productiva para el país. Esta reforma fue muy importante porque es la Carta Orgánica la que reglamenta, en última instancia, a la Ley de Entidades Financieras.

Este panorama cambió totalmente cuando en abril de 2012 se reformó la Carta Orgánica. Entre los objetivos que se incorporaron se encuentran: “promover, en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. Como podemos ver, un cambio total en lo que respecta a injerencia del Banco Central en las definiciones de la política macroeconómica.

Además de esta reforma, una serie de herramientas propiciaron el fortalecimiento del modelo productivo con inclusión social desde el sistema financiero. Por un lado, la creación de la Línea de Créditos para la Inversión Productiva, que obliga a los bancos de destinar el 5% de sus préstamos a la producción, de manera semestral. La mitad de esos fondos debe ser destinada a pequeñas y medianas empresas y, en 2012, la medida sumó un volumen total de $16.763 millones de pesos en créditos productivos. Según informa el propio Banco Central, dado el importante rol contracíclico y de promoción de la inversión de la Línea de Créditos para la Inversión Productiva, a fines de 2012 el BCRA decidió renovarlo, manteniendo las mismas condiciones generales anteriores. En junio de 2013, se renovó la Línea de Créditos para la Inversión Productiva para el resto del año, incorporando la exigencia de que el 20% de esos fondos sean destinados a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).

Más allá de las críticas de la oposición, que lo catalogaron como que a los bancos se los obligaba a hacer “inversiones de riesgo” y que iban a perder rentabilidad, durante 2012 las entidades financieras tuvieron un gran rendimiento y lograron ganancias por $19.497 millones. Esto representó una mejora del 32% interanual, y permitió ubicar al sector como uno de los más beneficiados de la economía argentina.

En la última década, el sistema financiero se ha beneficiado del crecimiento económico con inclusión social que la actual gestión de gobierno impulsó. La elevación de los salarios, jubilaciones y pensiones, junto con la creación de empleo, se tradujeron en altos niveles de consumo que el Estado sostuvo incluso en períodos de crisis. Las entidades financieras cumplieron con la tarea de sacar provecho de la mencionada coyuntura, y adaptaron sus carteras de negocios a mantener altas tasas de rentabilidad por la explotación de créditos al consumo, dejando de lado el negocio de créditos a la ampliación de la capacidad productiva.

Es por ello que el Estado, mediante normativas orientadas a regular la actividad financiera o constituyéndose como competidor en el mercado de créditos, participa activamente para revertir la asimetría existente entre los ciudadanos y el sistema financiero; orientando la política económica y financiera para continuar creciendo con empleo e inclusión social. Esto explica el gran crecimiento del sector en la última década y nos muestra un nuevo paradigma para el sistema financiero: la orientación hacia la producción nacional y el trabajo.