La ayuda climática falló: un estudio de caso

En mis recientes columnas  escritas desde la Cumbre del Clima en París, he criticado a activistas y participantes por su fijación con la ‘ayuda climática’. He argumentado que esto no es lo que quieren o necesitan los pobres del mundo.

Sobre este punto, resulta interesante examinar un ejemplo de la vida real. El sitio web de Greenpeace, Dharnai Live, tiene un ejemplo de ello. Con fotos de gente sonriente en la India, vistas de ojos de drones sobre techos cubiertos de paneles solares, está diseñado para hacernos sentir satisfechos por dentro. Después de “30 años de oscuridad”, afirman en el sitio web, la energía verde vino al rescate.

Pero si echamos un vistazo a este artículo de la revista Scientific American tendremos una verificación aleccionadora de la realidad. Continuar leyendo

Dos pensamientos incompatibles sobre política climática

Aquí en París, hay muchas personas bienintencionadas que creen que necesitamos fuertes reducciones de carbono y subsidios a la producción de energía verde, ahora y por muchos años por venir, para lograr que el mundo avance en la lucha contra el cambio climático. Pero al mismo tiempo, estas mismas personas argumentan que la energía solar y eólica ya es competitiva, o que este momento está a la vuelta de la esquina.

Estos dos argumentos son incompatibles y muchas personas que parecen estar apuntando a ambos simplemente están equivocadas, en uno o en el otro.

Parte del exceso de optimismo en los recortes de carbono es esta afirmación de que en pocos años, la energía solar y eólica será tan barata que va a abarcar el mundo. Si ese fuera el caso, entonces este tratado en realidad sería bastante inútil. Habremos resuelto el calentamiento global. En realidad no hay necesidad de hacer más.

La secretaria ejecutiva del clima (ONU), Christiana Figueres, dice: “En combinación con las inversiones en baterías para almacenamiento, las energías renovables son ahora realmente competitivas con los combustibles fósiles, incluso para la electricidad de red”.

Si su afirmación es verdadera, la energía solar y eólica deben dominar los mercados energéticos pronto. Después de todo, la gente no quema combustibles fósiles para molestar a gente como Figueres. Lo hace porque es barato y confiable. Si la afirmación de Figueres es cierta, y ya no tiene sentido económico utilizar combustibles fósiles, la gente va a cambiar.

Pero eso deja la pregunta de ¿por qué Figueres insta a “un claro compromiso de acción a lo largo de un siglo” sobre el cambio climático?

Muy posiblemente se debe a que la afirmación acerca de que las energías renovables son competitivas simplemente no es verdad.

Lo hemos escuchado antes. Años atrás, en 1976, el famoso ecologista Amory Lovins dijo que para la energía solar, la competitividad estaba a la vuelta de la esquina: “una economía solar en gran parte o en su totalidad puede ser construida en los Estados Unidos con tecnologías blandas sencillas que ahora se evidencian y son económicas o casi económicas”. En 1984, el Instituto Worldwatch nos informó que los subsidios eólicos, “no serán necesarios dentro de unos pocos años”. Un ejemplo más reciente proviene de la Asociación de Comercio Solar del Reino Unido, que había pronosticado que podría vivir sin subsidios para el año 2020. Poco después, pospusieron esa fecha y solicitaron subsidios por lo menos hasta 2028.

A menudo se nos dice que la energía verde es competitiva en África. La energía verde, especialmente el viento, de hecho puede ayudar a los países africanos, por ejemplo, para obtener electricidad en zonas remotas y rurales.

Pero eso es sólo una pequeña parte de todo el panorama. La red eléctrica ofrecerá, por lejos, el mayor beneficio para el mayor número de personas. Según un estudio del Banco Mundial de 2011, la energía renovable “será la opción más económica para una minoría de los hogares en África, incluso cuando se consideran probables reducciones de costos en los próximos 20 años”. Las luces solares más populares cuestan casi US$2 por kWh. Usando energía hidroeléctrica, gas y petróleo, el costo de red eléctrica de los principales centros de población en Etiopía, Ghana y Kenia probablemente será de US$0,16-25 por kWh. En Sudáfrica, donde el carbón alimenta 90% de la electricidad, el costo es de sólo US$0,09 por kWh.

Esto es aún más cierto para la India. A pesar de que los precios de ambas fuentes, solar y eólica, están bajando, aún en 2040 la Agencia Internacional de Energía estima que ambas serán más costosas que la producción de energía promedio.

La energía verde cuesta US$168 mil millones en subsidios al año en este momento y para el 2040, en realidad, estaremos pagando aún más, unos US$206 mil millones por año.

Es, sin embargo, interesante – y sorprendente para muchos – darse cuenta que  incluso con estos enormes subsidios y políticas muy verdes, aun haciendo todo lo que los gobiernos están prometiendo ahora, obtendremos solo 2,4% de nuestra energía a partir de fuentes verdes en el 2040, según la Agencia Internacional de Energía.

Usted realmente debe ponerse un par de gafas teñidas de verde para ver un mundo en el que las energías renovables estén a punto de ser competitivas o, como afirma Figueres, que ya lo son. Pero si usted insiste en argumentar eso, no puede también instar coherentemente por subsidios de largo plazo.

Ya sea la energía solar o la eólica, ambas necesitarán apoyo durante mucho tiempo y no contribuirán significativamente a la solución del cambio climático en los próximos años. O, están a punto de ser competitivas y entonces podremos recortar los subsidios.

Lo más alarmante del alarmismo climático

Es un hecho indiscutible que las emisiones de carbono están aumentando, y más rápido de lo que la mayoría de los científicos predijeron. Pero muchos alarmistas del cambio climático parecen afirmar que todo el cambio climático es peor de lo esperado. Esto ignora que muchos de los datos son, en realidad, alentadores.

Hechos como éste son importantes debido a que enfocarse unilateralmente en las historias más desfavorables es un mal cimiento para establecer políticas acertadas. Sí, el hielo del mar Ártico se está derritiendo más rápido de lo que los modelos esperaban. Pero los modelos también predijeron que el hielo del mar Antártico disminuiría, sin embargo, va en aumento. Sí, los niveles del mar están subiendo, pero el aumento no se está acelerando, en todo caso, dos recientes trabajos han demostrado una pequeña disminución en la tasa de aumento del nivel del mar.

A menudo se nos dice que estamos viendo más y más sequías, pero un estudio publicado en la revista Nature en realidad muestra una disminución de la superficie del mundo que ha sido afectada por sequías desde 1982.

Los huracanes se utilizan del mismo modo. Si analizamos a los EEUU, donde tenemos las mejores estadísticas, los costos por los daños de los huracanes están aumentando, pero sólo porque hay más gente, con propiedades más costosas, que viven cerca de las costas. Si nos ajustamos a la población y a la riqueza, el daño por huracanes durante el período 1900-2013 se redujo ligeramente.

En la conferencia climática de la ONU en Lima, Perú, en diciembre, se les dijo a los asistentes que sus países deberían reducir sus emisiones de carbono para evitar futuros daños por tormentas, como el tifón Hagupit que azotó Filipinas durante la conferencia, matando al menos a 21 personas y obligando a más de un millón a acudir a refugios. Sin embargo, la tendencia de los tifones que tocan tierra alrededor de las Filipinas en realidad ha disminuido desde 1950, según un estudio publicado en 2012 por el Journal of Climate de la Sociedad Americana de Meteorología. Una vez más, se nos dice que las cosas están peor que nunca, pero los hechos no respaldan esto.

Esto es importante porque si queremos ayudar a las personas pobres que están más amenazadas por los desastres naturales, tenemos que reconocer que no se trata tanto de reducir las emisiones de carbono, sino de sacarlos de la pobreza.

La mejor manera de evaluar esto es examinar las muertes en el mundo por desastres naturales a lo largo del tiempo. En la base de datos de la Universidad de Oxford sobre las tasas de mortalidad por inundaciones, temperaturas extremas, sequías y tormentas, el promedio en la primera parte del siglo pasado fue de más de 13 muertos al año por cada 100.000 personas. Desde entonces, las tasas de mortalidad han disminuido un 97% a un nuevo mínimo en la década de 2010 de 0,38 por cada 100.000 personas.

La dramática disminución se debe principalmente al desarrollo económico que ayuda a las naciones a resistir las catástrofes. Si eres rico como la Florida, un gran huracán podría causar mucho daño a los edificios caros, pero mata a pocas personas y causa una mella temporal en la producción económica. Si un huracán semejante golpea a un país pobre como Filipinas o Guatemala, mata a muchos más y puede devastar la economía.

En resumen, el cambio climático no es peor de lo que pensábamos. Algunos indicadores son peores, pero algunos son mejores. Eso no significa que el calentamiento global no es una realidad o no es un problema. Definitivamente lo es. Pero el cuento que el clima mundial está cambiando de mal a peor es alarmismo inútil, que nos impide centrarnos en soluciones inteligentes.

Un ambientalista bien intencionado podría argumentar que, puesto que el cambio climático es una realidad, por qué no reforzar la retórica y centrarse en las malas noticias para asegurarse de que el público entienda su importancia. Pero, ¿no es eso lo que se ha hecho durante los últimos 20 años? El público ha sido bombardeado con titulares dramáticos y fotos apocalípticas del cambio climático y sus consecuencias. Sin embargo, a pesar de interminables sucesiones de cumbres del clima, las emisiones de carbono continúan aumentando, sobre todo en países de rápido desarrollo como la India, China y muchos países africanos.

El alarmismo ha alentado la búsqueda de una política climática unilateral consistente en tratar de reducir las emisiones de carbono mediante la subvención de los parques eólicos y los paneles solares. Sin embargo, hoy en día, según la Agencia Internacional de Energía, sólo alrededor del 0,4% del consumo mundial de energía proviene de la energía solar fotovoltaica y las turbinas de viento. E incluso, con suposiciones excepcionalmente optimistas sobre el futuro despliegue de la energía eólica y solar, la AIE prevé que estas formas de energía proporcionarán un minúsculo 2,2% de la energía mundial en 2040.

En otras palabras, por lo menos durante las próximas dos décadas, la energía solar y la energía eólica son simplemente medidas costosas, para la tranquilidad de conciencia, que tendrán un impacto climático imperceptible. En su lugar, debemos centrarnos en la inversión en investigación y desarrollo de la energía verde, incluyendo la nueva tecnología de baterías para almacenar y descargar energía solar y eólica y reducir sus costos. También necesitamos invertir y promover el crecimiento en las naciones más pobres del mundo, que son las que más sufren por los desastres naturales.

A pesar de los agoreros del cambio climático, necesitamos urgentemente equilibrio si vamos a tomar decisiones sensatas y elegir la política climática adecuada que puede ayudar a la humanidad lenta e inevitablemente a adaptarse al cambio climático.