Por suerte, el domingo, además de la ciudadanía twitter (aquellos que tenían la tarea de blindar el tránsito de los candidatos durante el debate e instalar, apenas concluido, los resultados en la red) también estaban los disidentes (aquellos que, según Tomás Abraham en entrevista con Alejandro Fantino, más que defender o atacar, se permiten pensar). En la emblemática transmisión ellos escribían en la red cosas como: “Papa Francisco vs Boca”; “Un debate entre Lilita y Cristina”.
En suma, cuando el debate sirve a los candidatos pero no a los ciudadanos, no hay bien público, hay bien privado y es dudoso que con ese formato contribuya a la calidad institucional. Lo del domingo fue un excelente evento político, con ciudadanos participando incluso con récord televiso, pero como convidados detrás del enrejado. Suena antipático, pero hay que señalarlo. Es el rol que les tocó en el reparto. La pregunta es: ¿Probó el debate final que no era necesario una ley para realizarlos? No. Continuar leyendo