El Papa y la pobreza

Los congresistas norteamericanos invitaron a almorzar al papa Francisco. Su Santidad prefirió irse a comer con un grupo de desamparados en una institución caritativa de la Iglesia. Quería estar con los “excluidos”.

Fue una selección predecible. La Iglesia Católica valora extraordinariamente la relación con los pobres y, de alguna manera, ensalza la pobreza, la austeridad y castiga el consumismo. Lo dijo San Basilio y lo suele repetir el Papa: “El dinero es el estiércol del demonio”.

Así es desde que Jesús, que había nacido en una cueva, comenzó a predicar y eligió a sus apóstoles, una docena de personas de muy escasos recursos, algunos de ellos pescadores.

Cuando la Iglesia creció y se asentó, esta impronta se mantuvo durante varios siglos en la veneración de los eremitas que se apartaban del mundo y se refugiaban en el desierto para agradar a Dios mediante una vida de privaciones y soledad. Simeón alcanzó la santidad por pasar muchos años encaramado en una columna a la que fue agregándole altura hasta alcanzar los 15 peligrosos metros.

A mi juicio, la Iglesia insiste en un discurso contradictorio enquistado en sus orígenes al servicio de muchedumbres de pobres y enfermos, situación que tiene una escasa relación con el mundo contemporáneo. Continuar leyendo

¿Quiénes son los idiotas?

Buenos Aires. ¿Quién ha dicho que hay una crisis inusual en Argentina? Es la misma de siempre. Gasto público excesivo, corrupción galopante, Estado prebendario, clientelismo, incumplimiento de las obligaciones, capitalismo de compadreo, inflación, desabastecimiento, cambio negro de dólares (que aquí, no sé por qué, se llama dólar blue y se prohíbe, pero se tolera, como sucede con la prostitución). El oficial está a 8. El blue, a 15. El pronóstico es que aumentará ese diferencial en la medida en que se prolongue la incertidumbre y se vaya instalando el pánico.

¿Por qué, cada cierto tiempo, como si fuera una extraña maldición recurrente, Argentina, pese a su legendaria riqueza natural, se precipita en el caos? Quienes conocemos América Latina palmo a palmo sabemos que la concentración de talento en este país es la mayor de la región. Son los latinoamericanos mejor educados y más informados. Tuvieron casi ochenta años espléndidos, de 1853 a 1930, período en el que crearon una mayoritaria y asombrosamente resistente clase media. No obstante, con altibajos, el país, que fue una de las naciones más prósperas del planeta, comenzó lentamente a involucionar. Continuar leyendo