No pude evitar el déjà vu. Me lo recordó Eduardo Suárez, profesional del mundo de la imagen, con un fino instinto para la noticia. La imagen de Hugo Chávez expulsada de la nueva Asamblea Nacional venezolana me trajo a la memoria los inolvidables episodios del fin del comunismo europeo, con las estatuas de Stalin rodando por el suelo en medio de una gloriosa polvareda.
De alguna manera, lo sucedido en Caracas es la continuación de aquellos eventos. No en vano los chavistas y sus compañeros de viaje se proclamaron los cultivadores del socialismo del siglo XXI, aunque con mucha menos violencia que los del siglo XX, pero con el mismo nivel de incompetencia y acaso más corrupción. Era la mayor cantidad de clientelismo, colectivismo y desprecio por las formas de la democracia liberal que permitían estos tiempos posteriores al derribo del muro de Berlín y el descrédito total de las supersticiones marxistas.
Ha hecho bien Henry Ramos Allup, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional (AN), en comenzar su labor sin miedo. No sólo tiene tras sí la razón, la Constitución y los dos tercios de los escaños parlamentarios. Según una encuesta de Datincorp, el 81% de los venezolanos rechaza la convocatoria de Nicolás Maduro a desconocer las decisiones del nuevo Parlamento. Continuar leyendo