Las tres brechas que ponen en jaque a Kicillof

La actual brecha cambiaria entre un dólar blue por encima de los 15 pesos y un dólar oficial a 8,44 pesos que ya supera el 75%, sumada a la reciente disparada de las otras versiones del paralelo como el dólar contado con liqui, acosan el ya de por sí endeble futuro del ministro de Economia Axel Kicillof.  Como cualquiera puede deducir, estas brechas generan mayores expectativas de devaluación del dólar oficial en la medida que el valor del blue en sus distintas versiones siga subiendo. El Banco Central de la República Argentina podría detener esta suba devaluando el peso en el mercado oficial, subiendo las tasas de interés y aumentando los encajes de los bancos para sacar pesos de circulación en un mercado donde sobran pesos y faltan dólares.

Este fenómeno de brecha cambiaria no es una novedad y es una concecuencia del cepo cambiario instrumentado a partir de noviembre de 2011. Lo que sí es original es que se sumen dos brechas más, agravando todavía más la situación. La brecha de precios, del 80%, que surge de la diferencia en las estimaciones de inflación entre la consultoras privadas que calculan un 40 % para este año mientras el INDEC proyecta un 25 % de aumento, distorsiona el calculo del retraso del tipo de cambio para las proyecciones de la macroeconomía.

Además, se suma la brecha energética del 150 % entre el costo que el Estado se paga por importar gas a 17,50 dólares el millón de BTU y el costo de venderlo en el país a 7 dólares para subsidiar la energía, lo que provoca una demanda adicional de dólares por parte del Gobierno que compra los dólares en el mercado oficial y un déficit de la balanza energética de unos USD 8000 millones.

El crecimiento de esas importaciones hace que la administración kirchnerista gaste cada vez mas reservas internacionales, lo que a su vez genera una mayor emisión de pesos sin respaldo para que el Gobierno compre los dólares oficiales baratos que necesita para pagar esa energía. Estas importaciones avanzan a tanta velocidad que se llevan cada año una porción mayor de los dólares que ingresan al país por la soja. Estas brechas nunca estuvieron presentes en las mega devaluaciones históricas que tuvo la Argentina, convirtiendo al problema en más espinoso que en anteriores ocasiones.

El dólar blue no sube, como afirma Kicillof, por un supuesto “plan de cinco puntos los fondos buitre”; lo hace porque el Gobierno no hace nada para que baje. ¿La razón? No le interesa ese mercado. Grave error.

Un trabajo del economista del IEERAL, Gustavo Reyes, señala que “la brecha cambiaria tradicionalmente ha aparecido en Argentina debido a la tentación de los distintos gobiernos de mitigar los procesos inflacionarios retrasando el tipo de cambio real con devaluaciones inferiores al ritmo de crecimiento de los precios y anclando el valor del dólar. Tarde o temprano, esta política termina generando pérdidas en las reservas internacionales del Banco Central y cuando ésta dinámica comienza a ser importante, en numerosas veces las autoridades monetarias han decidido restringir la venta de divisas sin permitir que el tipo de cambio oficial flote hacia su  nivel de equilibrio por temores inflacionarios”.

Esta menor venta de dólares del BCRA, sumada a una mayor demanda de la divisa de los particulares, empresas que consideran que valor del tipo de cambio es“barato” y la falta de ajuste en el tipo de cambio “oficial”, genera automáticamente la aparición de un tipo de cambio marginal, pero ahora el escenario es más preocupante.

En los últimos 70 años, la Argentina ha soportado fenómenos como el de la brecha cambiaria que inevitablemente finalizaron luego en abruptas devaluaciones del peso frente al dólar. El último ejemplo de una situación similar a la actual fue el final de la Convertibilidad. La Argentina no está lejos de un proceso semejante y hasta podría ser peor. Con esta dinámica, la devaluación del 25 % de enero pasado podría ser solo una anécdota si el Gobierno no reacciona.

A las puertas de una maxi devaluación del peso

La fuerte suba que ha experimentado el valor del dólar paralelo en sus diversas versiones -y el pequeño aumento del dólar oficial, que ha llevado la brecha cambiaria a casi un 70%- , sumado a la caída de reservas internacionales observada desde el 30 de junio pasado, cuando la Argentina no pudo cumplir con el pago de la deuda pública, ha dejado al gobierno de Cristina Kirchner en una débil posición. En la medida que se profundice esta caída de reservas, aumente esa brecha y se reduzcan las liquidaciones de exportaciones por parte del complejo agroexportador, el Ejecutivo no tendrá otra opción que subir fuertemente las tasas de interés o devaluar el peso frente al dólar en el mercado oficial en forma muy similar a la devaluación de enero  pasado, que llegó a un 25 %.

El problema es que ahora, a diferencia de ese momento, la situación es más grave. Como era de esperarse, este principio de default -que será defualt definitivo cuando los acreedores finalmente lo declaren- ha puesto a la Argentina en una situación mucho mas complicada que la de fines del año pasado. Los medios oficialistas le han puesto a esta situación el ingenioso nombre de ”Griefault”, aunque es más bien un “Kicifault”, considerando que fue el ministro Axel Kicillof el encargado de cumplir la orden presidencial de no pagar la sentencia definitiva que beneficiaba a un minoritario grupo de bonistas. Desconocer el pago del fallo del Juez Thomas Griesa por unos 1350 millones de dólares es probable que le cueste muy caro a este Gobierno, mas allá de las alternativas que busque para no pagar, como por ejemplo el cambio de jurisdicción de los bonos que pretende el oficialismo y el desplazamiento del banco BONY como agente pagador.

El Gobierno se ha quedado entrampado entre el Griefault o el Kicifualt, que implica por el momento no pagar la deuda a quienes entraron en los canjes I y II. Por lo tanto, no se debe descartar una fuerte caída del peso parecida a la de enero, cuando se produjo una devaluación que llevó a la cotización de la monda nacional de 6,50 a 8 por dólar. Hoy, si el BCRA sube mucho las tasas de interés provocará más recesión y, si las baja, tendrá mas pérdida de reservas. La suba del dólar oficial es una de las pocas salidas que tienen en un contexto de alta inflación y récord de emisión de pesos para financiar el déficit fiscal.

Agravando la situación, en medio de una importante corrida cambiaria que comienza a drenar al BCRA luego de unos meses de tranquilidad, los funcionarios se encuentran más preocupados en modificar un ley vieja y mala como la Ley de Abastecimiento, y en aprobar la Ley Soberana de Pago de Deuda Exterior, que podría provocar el fin de un exitoso proceso de restructuración y desendeudamiento que llevó a la Argentina a mostrar una de las reducciones mas importantes de la deuda pública interna y externa de los últimos 50 años.

El principio de default -o Kicifault- en el que entró la Argentina desde el 30 de junio ha frenado el magro ingreso de capitales, proveniente de la entrada de dólares genuinos y por liquidación de exportaciones del  comercio exterior. A esto se ha sumado una fuerte caída en el precio internacional de la soja, que en la actualidad se ubica en valores cercanos a los de setiembre de 2010. De no modificarse este contexto, esto derivará en un estrangulamiento del sector externo y un stress financiero en el país, que probablemente deberá obligar al Gobierno a realizar una nueva devaluación del peso. Analizados todos los frentes, todos los caminos parecen llevar al mismo -y conocido- final.

Nueva corrida cambiaria en un ambiente de default

El mercado financiero ha comenzado a descontar que la reciente baja de las tasa de interés del 27 al 26 por ciento fijada por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) -que apunta a la renovación de las letras LEBAC y que repercute en una baja del resto de las tasas- no fue una medida tomada por su presidente Juan Carlos Fábrega sino por el ministro de Economía, Axel Kicillof.

Lo grave del caso es que esta baja de un punto se produce en un escenario peor al de mediados de enero pasado, antes de la devaluación del 25 % del peso frente al dólar oficial decidida por Fábrega con el aval de Cristina Fernandez y sin la venia de Kicillof. En ese momento, se pensaba que la Corte Suprema de los EE.UU. tomaría el caso argentino y el pago de la sentencia con los holdouts por unos 1350 millones de dólares se pasaría al 2015. Ahora, en cambio, el mercado teme que hasta se pueda acelerar el pago de los bonos del canje porque la Argentina no pudo hacer el pago a los bonistas que entraron a a los canjes I y II. Un default técnico tampoco estaba en consideración y la activación de la cláusula RUFO y el pago de seguros de default menos. Mientras, la única esperanza para arreglar la situación -un acuerdo entre privados para comprar esa sentencia -se desvanece.

Cabe recordar que, antes de la devaluación de enero, el BCRA emitía dinero a un ritmo diario de unos 500 millones de pesos. En la actualidad, emite aproximadamente unos 1000 millones de pesos por día y con el agravante que se ha producido una importante caída de la demanda de dinero por parte del público, que empieza a desprenderse de la moneda argentina mas rápido que antes. Este es el peor de los mundos en materia de política monetaria: un excesivo aumento de la emisión de pesos y una moneda local cada vez menos en demanda.

La contracara se observará en la política cambiaria. Por lo tanto, es muy probable que el BCRA se vea obligado a devaluar mas rápido el valor del dólar oficial -que está casi en los 8,25 pesos- frente al resto de las variedades de dólar como el contado con liqui, el dólar bolsa o el dólar paralelo. Alcanzando un nuevo máximo histórico, la divisa norteamericana se ubica por encima de la barrera de los 13 pesos en el mercado informal, ya que que los agentes buscan su cobertura frente a un futura devaluación. Si en estas condiciones el BCRA no devalúa el peso, perderá todavía más reservas internacionales, que llegan hoy a los 29,000 millones de dólares. La situación no podría ser peor: faltan dólares (por una menos liquidación de exportaciones con el precio de una soja en baja), el déficit fiscal crece para financiar el gasto público y el de cuenta corriente es el más alto de los últimos años, la suba de la inflación no se detiene y los problemas de conflictividad laboral se acrecientan.

Esta nueva intromisión de Kicillof en la política monetaria del BCRA no hace más que alentar las versiones que indican que en pocos días -y en la medida que la Presidente lo acepte- sería inevitable la renuncia de Fábrega, el llamado “Garante” del sistema financiero. Esta vez, su final parece estar más cerca de lo que muchos creen. Fiel a su estilo, Kicillof ya está preparado para tomar el control del organismo, el único bastión de la economía que todavía no maneja directamente. Si saca a Fábrega, la posibilidad de emitir pesos libremente ya será una realidad.

Kicillof quiere el Banco Central para evitar otra devaluación

Una sutil tarea de esmerilamiento, como las que acostumbra, ha comenzado a realizar desde la semana pasada el ministro de Economía con la autoriadad monetaria, Juan Carlos Fábrega, para quedarse con el manejo de esa institución. La intención de Axel Kicillof de desembarcar en el BCRA está relacionada con un hecho que podría ocurrir en el futuro: una nueva corrida cambiaria, similar a la acontecida en enero último, cuando Fábrega decidió devaluar un 25% el peso, llevándolo de 6,50 a 8 pesos por dólar en sólo 3 días.

Fabrega le ganó la interna a Kicillof -que se negaba a devaluar- y descomprimió la presión en el mercado cambiario. Este es un evento que no se puede descartar en el marco de la pelea con los holdouts. Si el Gobierno sigue emitiendo unos 1.000 millones de pesos por día, si el déficit fiscal no se reduce, si la inflación no se frena y se empiezan a fugar dólares nuevamente, será difícil evitar una nueva devaluación de la moneda similar a la de enero. Kicillof lo sabe y por eso quiere ubicar al frente del BCRA al actual secretario de Finanzas, Pablo López, quien fue el director que colocó Kicillof cuando era viceministro para controlar a Mercedes Marcó del Pont.

La conferencia de prensa del pasado jueves de Kicillof en el microcine del Palacio de Hacienda mostró dos facetas preocupantes. La primera, la dura crítica hacia el banquero Jorge Brito, amplificada luego con el discurso de la presidente Cristina Kirchner. La segunda, la fuerte embestida contra el titular del BCRA. De ese modo, el ministro prácticamente dinamitó a la autoridad monetaria sin nombrarla. La sola mención de Sedesa (Seguro de Depósitos), una sociedad anónima creada en 1995 con el objeto de administrar el Fondo de Garantía de los Depósitos del sistema financiero de la cual es socio con el 1%, dejó mal herido a Fábrega.

Kicillof explicó allí que los banqueros querían utilizar parte de ese fondo como una suerte de garantía para pagar la sentencia a los holdouts. “Querían pagar con parte del dinero de la gente” dijo el ministro, quien dio a entender que Fábrega también estaba de acuerdo en utilizar ese recurso, ya que los banqueros se habían reunido antes con él, más allá de que dicha intervención fue solicitada por la Presidente al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zaninni.

De acuerdo a algunas versiones de los propios banqueros todo fue armado por Kicillof para desgastar a Fábrega y dejarlo al descubierto. Lo curioso es que en esa conferencia del jueves Kicillof sólo contestó en forma contundente la pregunta de un periodista de C5N referida a la intención de los banqueros a comprar la sentencia contra la Argentina a los holdouts, cuando embistió contra Brito y acusó indirectamente a Fábrega, pero no respondió prácticamente ninguna de las restantes preguntas que le hicimos los periodistas acreditados de Infobae, TN, y Ámbito Financiero.

Práctica habitual

La historia reciente muestra que, desde que Axel Kicillof llegó al Poder Ejecutivo -como viceministro de Economía, el 10 de diciembre del 2011-, ha esmerilado a gran parte del equipo económico. Sus víctimas fueron su superior Hernán Lorenzino, al que prácticamente le intervino el Ministerio apenas llegó y dejándole solo la posibilidad de manejar los temas referidos a la política de desendeudamento. Luego, al asumir como ministro en noviembre del año pasado, se cargó a Mercedes Marcó del Pont. La había comenzado a esmerilar al intervenir el BCRA en marzo del 2012 cuando por su indicación se reformó la Carta Orgánica de esa institución.

Guillermo Moreno, el entonces todo poderoso Secretario de Comercio, fue otra de sus víctimas. Presentó su dimisión luego de que Kicillof fuera promovido como ministro de Economía, nombrando en su reemplazo a su amigo Augusto Costa. Pero el esmeril al parecer no se detiene.

En la mira de Kicillof esta ahora el llamado “garante” del sistema financiero: Juan Carlos Fábrega, un correcto presidente del BCRA, un hombre leal a la Presidente dispuesto a renunciar en el momento que se lo pidan y también Jorge Capitanich.

Ahora sólo falta que Kicillof solicite sus renuncias, como ocurrió con las anteriores figuras del equipo económico, para transformase en una suerte de superministro de la Economía, sin oposición alguna.

Ante una crisis de deuda sin problemas de deuda

El laboratorio de experimentos económicos financieros a los que nos tienen acostumbrados los gobiernos y los ministros de la Economía tal vez no esperaba esta nueva experiencia que enfrenta la Argentina luego de la decisión de la Corte Suprema de los EEUU.  Es que será difícil explicar en los libros de historia económica del futuro cómo un país que canceló toda su deuda con el FMI, que realizó dos canjes para normalizar su deuda pública en default y la redujo espectacularmente, que le pagó puntillosamente a los  acreedores desde el 2006 hasta el presente puede llegar a caer en default. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está a punto de entrar en “una crisis de la deuda sin problemas de deuda”.

La impericia, la soberbia y la inexperiencia con la que se aborda el problema para pagarle unos 1500 millones de dólares a los holdouts tal vez sean los términos que más se adecúen a esta nueva cruzada “anti-buitre” que encabeza el  ministro Axel Kicillof, quien ha manifestado irresponsablemente a través de un comunicado enviado por el ministerio de Economía que el 30 de junio próximo la Argentina no pagará un vencimiento de deuda por 900 millones de dólares.

Lo más grave del caso es que Kicillof podría trasformase en una de las victimas de esa “crisis de deuda sin problemas de deuda” si el  dólar libre o ilegal se dispara en los próximos días como ocurrió en las tantas crisis cambiarias y financieras que se produjeron en nuestro país. Kicillof debería considerar que la última se produjo en enero pasado y en esa oportunidad el BCRA tuvo que devaluar el dólar oficial un 25%. Como dato, hay que mencionar que las reservas del BCRA desde que llegó Axel Kicillof en noviembre pasado a la titularidad de la cartera de Economía cayeron unos 3000 millones de dólares.

Un nuevo aumento del tipo de cambio junto a una baja en las reservas intencionales del BCRA en Argentina podría ser un golpe letal para un ministro que ha quedado inmovilizado, sin reflejos y sin respuestas, ante al decisión de la Corte Suprema de los EEUU y del levantamiento del stay por parte de la Cámara de Apelaciones del segundo Circuito de Nueva York a cargo del Juez Thomas Griesa. En particular porque una nueva crisis financiera llevará consigo un aumento de los precios que el gobierno esta vez no podrá contener con el programa de Precios Cuidados. Solo basta mencionar que el vienes antes de conocerse la decisión de la Corte de los EEUU el valor del dólar en el mercado libre llegaba a los 11,70 pesos, mientras que en la actualidad supera los 12,50 mostrando un aumento del 7 %.

En caso de defaultear y no mostrar voluntad de pago frente a una sentencia de un tribunal de Nueva York avalada por la Corte Suprema de Justicia de los EEUU, Argentina se expone a perder el reducido financiamiento internacional que tenía para el sector público y también para el sector privado.  Cabe recordar que en el corto plazo la Provincia de Buenos Aries necesita colocar en el mercado internacional unos 500 millones de dólares, la Ciudad de Buenos Aires debe financiar unos 890 millones de dólares y la provincia de Mendoza busca unos 250 millones de dólares en el mercado de externo. Nadie les prestará a gobernadores de un Estado que puede caer en defualt.

El proyecto de YPF para financiar el yacimiento de Vaca Muerta, donde se necesitarían invertir aproximadamente unos 20.000 millones de dólares en los próximos cinco años, quedaría en el olvido. Ningún inversor se atreverá a financiar el crecimiento de una compañía estatizada de un país en cesación de pagos. Este escenario tambien afectará fuertemente a las inversiones en el sector privado.

El ministerio de Economía sostuvo este miércoles por la noche que la suspensión de las medidas cautelares dictadas por el juez de Nueva York Thomas Griesa “impiden” el pago de los cupones de la deuda reestructurada que vencen el 30 de junio próximo en la jurisdicción de Nueva York. Lo llamativo es que el comunicado finaliza indicando que ”Argentina reitera la voluntad de pago a sus acreedores reestructurados”. Esto deja abierta la posibilidad aún de cambiar la jurisdicción, pese al rechazo del juez Griesa y la  posibilidad de declarar el primer default de la deuda sin problemas de deuda, a diferencia de anteriores ocasiones cuando se defaulteaba porque el país no podía pagar su deuda por crisis financieras internacionales
como las del 82 que sacudió a todos los países de la región o la ultima tan recordada de fines del 2001.

El teorema de Axel Kicillof

Por definición, un teorema es la demostración de una verdad que se deduce de ciertas hipótesis que se dan por ciertas. Se trata de una explicación lógica que parte de postulados que no se discuten o de otros teoremas ya demostrados. En la política económica argentina pocas veces se habla de teoremas, pero hay uno muy popular. Este fue enunciado allá por 1985 por el entonces diputado por la Unión Cívica Radical, Raúl Baglini. En síntesis, sostiene que “cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos; y cuanto más cerca, más sensatos y razonables se vuelven”. En otras palabras, lo que quiere decir Baglini es que el mantenimiento de las convicciones de un político es inversamente proporcional a su cercanía al poder.

Pero ahora, en función de los últimos acontecimientos que han tenido como principal actor al ministro de Economía, en particular su reciente pelea con el presidente del Banco Central de la República Argentina, Juan Carlos Fábrega, para presionarlo a que baje las tasas de interés en medio de una nueva mini corrida cambiaria, se ha comenzado a hablar del “Teorema de Axel Kicillof”, tanto en ambiente empresarial como en el mercado financiero.

Éste expresa que, en la medida que un funcionario del Gobierno se acerca al joven ministro, corre el riesgo de irse o de ser fulminado políticamente por acercarse a sus ideas. El primer caso fue el del ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien pensó que cerca de Kicillof continuaría en su puesto. Se equivocó. Significó su ida del Gobierno a una representación diplomática en Roma. “Los pendejos de La Cámpora me traicionaron y en particular Axel”, comenta Moreno” en su círculo íntimo. El segundo funcionario que sufrió en carne propia el “Teorema de Axel Kicillof” fue el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ya que pese a ser socio en una consultora en los 90 y uno de los empleadores del joven ministro, vio como su poder se esfumaba cuando se acercó en las ideas económicas: fue dejado de lado en las decisiones económicas y dentro del equipo de Kicillof comentan que el ex gobernador del Chaco no ha sido un buen comunicador de las acciones del Gobierno.

El tercer funcionario alcanzado por el “Teorema de Axel Kicillof” fue el ex ministro de Economía, Hernán Lorenzino, a quien su sucesor comenzó a esmerilar desde que llegó como su viceministro. Se había acercado luego de ser designado como Director de la Unidad de Reestructuración de la Deuda, creada por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, pero fue desplazado rápidamente en los primeros días de enero de este año, quedando la reestructuración de la deuda a cargo del nuevo súper ministro y su secretario de Finanzas, Pablo López. Lorenzino fue eyectado y todavía la Cancillería no le aprobó su placet como embajador en la Unión Europea.

Cintura política para preservarse

Por el momento hay tres funcionarios del Gobierno que forman parte de las decisiones de política económica que toma la presidente Cristina Kirchner y que prefieren preservarse para no ser alcanzados por el “Teorema de Axel Kicillof”.

En primer lugar, se encuentra el presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, quien prefiere estar lejos del ministro y hasta podría dejar su sillón en Reconquista 266 para dedicarse a la política. Se habla de una probable candidatura a gobernador en su Mendoza natal. Además, prefiere hablar más con los banqueros que con el propio Kicillof, quien cuenta con tres directores que le responden en el directorio del BCRA, mientras “El Garante” -así lo llaman a Fábrega en el mercado financiero- cuenta con dos directores que le respoden.

Otro de los funcionarios que prefiere no estar cerca de Kicillof es el titular de la Anses, Diego Bossio, un economista técnico con buena relación con la presidente y su hijo Máximo Kirchner. Este economista egresado de la Universidad de San Andrés, que maneja el segundo presupuesto mas grande de la Argentina, unos 380.000 millones de pesos del Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la Anses, prefiere recorrer la provincia de Buenos Aires y todas las semanas para luego candidatearse como futuro gobernador por el oficialismo. Bossio surge dentro de los gobernadores peronistas como uno de lo candidatos a ministro de Economía en caso que la situación de Kicillof se complique en el futuro.

También el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, ha preferido estar distante del ministro de Economía. Esta semana se lo vio muy serio al anunciar una virtual moratoria impositiva. El recaudador ya tuvo dos pasos en falso cuando dio a entender que el Gobierno no extendería el blanqueo de capitales o exteriorización de divisas y luego fue prorrogado las dos veces por un pedido de Kicillof a la Presidente.

Echegaray estuvo a punto de entrar dentro de las víctimas que plantea el “Teorema de Kicillof” cuando comenzaron a analizar conjuntamente una aumento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, pero dejó todo en manos del joven ministro, porque habría considerado que es mejor estar distante y consolidarse como el funcionario más eficiente de este Gobierno. A este listado se suma el CEO de YPF, Miguel Galluccio, a quien varios empresarios también encumbran como uno de los funcionarios más capacitados. Responde a la presidente Cristina Kirchner y se acerca lo menos posible al ministro para no ser opacado y no formar parte de las víctimas del “Teorema de Axel Kicillof”.