Desde hace años, una de las principales cuestiones de las que me he ocupado en mi labor legislativa y política es la de exigir un mayor cumplimiento en las obras destinadas a controlar el problema de las inundaciones en diferentes zonas de la provincia de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense.
En este sentido, los últimos quince años de retraso, desmanejo y desfinanciamiento de la tarea de infraestructura, afectan no sólo a miles de productores agropecuarios sino también a los habitantes de dichas zonas, quienes han sufrido pérdidas incalculables. Ni qué decir de las víctimas de las inundaciones de varios distritos del conurbano que han visto en riesgo sus propias vidas y han perdido sus hogares debido a estos desastres perfectamente evitables.
Para empezar, podemos afirmar que el Gobierno no tiene un plan hídrico estratégico que permita superar el problema de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Hay un plan maestro para la Cuenca del Salado, realizado en 1998, que debería estar terminado hace por lo menos dos años, pero sólo se concretó el 40% del mismo. De hecho, desde 2010 el tercer y cuarto tramo de las obras están paralizados. Continuar leyendo