Triunfo electoral, deterioro político

Lo que parecía un trámite más en la tercera etapa electoral se tradujo para el PRO en un sobresalto enorme por la diferencia mínima obtenida en el ballottage en la Ciudad de Buenos Aires.

El 51,6% obtenido por Horacio Rodríguez Larreta contra Martín Lousteau, que sacó el 48,4%, estuvo lejos de las diferencias esperadas. En forma sorprendente nueve de las quince comunas de la Ciudad de Buenos Aires cambiaron de color político desde las elecciones generales de apenas quince días atrás. El PRO sostuvo su triunfo en las zonas más acaudaladas de la ciudad.

El llamado al voto en blanco que realizaron el Frente por la Victoria y la izquierda no dio en el blanco. Sólo el 5,2% de los porteños eligieron esta modalidad de sufragio, contra el 1,1% de la elección anterior.

Pragmáticamente, un voto de diferencia alcanzaba para tener nuevo alcalde porteño, pero puede sostenerse la hipótesis de que de no mediar una elección nacional en pocos días con Macri como protagonista, a estas horas la Jefatura de Gobierno de la Ciudad podría tener un nuevo inquilino. ¿Qué pasó?

El sucesor de Macri en la ciudad se encerró en un discurso “municipalista” de poco atractivo. Frases del estilo “vamos a seguir haciendo lo que venimos haciendo”; “tenemos el equipo que viene trabajando”; “vamos a hacer lo que la gente necesita”, para no hablar del timbreo de rigor para estar cerca de “la gente” marcaron el ritmo cansino de la campaña del PRO, focalizada en el proyecto local. Esto llevó a muchos votantes a visualizar al PRO como un partido vecinal con escasas posibilidades de proyectarse a escala nacional, más allá de los voluntarismos de rigor.

Lousteau resultó ser un contrincante incómodo para el PRO. El partido amarillo, entrenado para responder a las “críticas” de neoliberal o privatista, no supo qué responder frente a los cuestionamientos de candidato de ECO. Por ejemplo, en el debate, Lousteau presentó en el plató televisivo estadísticas y números mostrando un novedoso perfil de auditor, planteando dudas sobre la trasparencia de los actos de gobierno de la ciudad, más que cuestionando la gestión propiamente dicha.

Las indicaciones sobre falta de “accountability” de la gestión PRO, en cuestiones como el presupuesto en salud, el juego, los gastos en propaganda o las cuentas en obra pública, resultaron más dañinas para el macrismo que simplemente tildarlo de neoliberal. En definitiva le quitan fuerza a los argumentos que Macri usa para posicionarse en la escena nacional. 

También Lousteau apeló al milenario recurso del David frente a Goliat, mediante su argumento inicial de “voy contra dos Estados”, al “hay presiones para que me baje”, cuando existieron dudas en su participación en el ballottage. Sin embargo, se empantanó cuando le pidieron que explicara la ambigüedad de pertenecer a la “Alianza Cambiemos” Macri-Carrió-Sanz a nivel nacional y su empecinamiento en enfrentar al macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Pero dio algunas pistas que hacen dudar de su encuadre futuro cuando dijo que no tenía “jefes políticos”.

En definitiva ECO fue formado a toda velocidad, luego de la implosión de UNEN y a diferencia de su oponente circunstancial sí tiene un ojo puesto en la política nacional. Una posible derrota de Macri en las elecciones de octubre dejaría el espacio para el nacimiento de un nuevo liderazgo de oposición. En este sentido, se equivocaron quienes vieron el ballottage como una interna del PRO. Tienen perspectivas e intereses contradictorios.

Sin embargo, el 48,36 por ciento obtenido el domingo de la segunda vuelta no es voto propio de Lousteau, y el 25,5% obtenido en las generales es parte del voto flotante, que va rotando de elección a elección: pudieron haber votado en anteriores oportunidades a Aníbal Ibarra, a Pino Solanas o en esta oportunidad a él. Como contrapartida Lousteau sí tiene una discurso nacional. En cada presentación televisiva se dedica a descargar sus conocimientos en economía, incluso invirtiendo el costo político de haber sido ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner durante los cuatro meses más críticos de los doce años del kirchnerismo.

Pero el capítulo Lousteau ahora tendrá que esperar, la etapa siguiente se abre con las elecciones primarias del 9 de agosto, el combate de fondo. Macri deberá enhebrar con velocidad un discurso político más allá de “todo lo que hicimos en la Ciudad”, que le permita convocar al espacio no kirchnerista y con la finalidad mínima de acceder al otro ballotage, el de la elección presidencial, donde se decidirá quien gobierne la Argentina los próximos cuatro años.

Elecciones en la Ciudad de Buenos Aires: primer PASO hacia el 2015

Algunos jugaron  al misterio y a la sorpresa. Otros tuvieron que construir sobre la marcha y decidir sobre la hora. Finalmente las cartas están sobre la mesa. Son más de veinte los (pre) candidatos a Jefe de Gobierno, que intentarán tomar el testimonio que deja Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires.

El día 26 de abril será la primera llamada a las urnas en la Ciudad con motivo de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias en cumplimiento de la Ley 4894. Se elegirán en tres categorías: jefe de Gobierno, diputados de la Ciudad y comuneros. Será la primera vez que el sistema se utilice para la elección local.

Extrañamente la ley no incluye la elección del vicejefe de gobierno en las primarias, que queda al arbitrio del ganador para las generales. Sin embargo, se debe considerar que ningún candidato en las PASO puede ser serlo de otra fuerza política en las elecciones generales, lo que evita los “pases” de último momento. También se debe considera que para progresar a la siguiente etapa de la “oca electoral” se debe superar el 1,5% de lo votos emitidos, en cada categoría (Art. 40 de la Ley), lo que seguramente pondrá un límite a algunos frentes. Continuar leyendo

La era de la dispersión

Las elecciones de 2011 se caracterizaron por un reforzamiento de los “oficialismos”. Tanto las categorías presidencial, como gobernadores e intendentes se caracterizaron por guarismos importantes para el candidato ganador, donde fue normal que muchos superaran valores del 50 y aun el 60% de los sufragios. La elección primaria de 2013 presenta un panorama totalmente diferente, con una fuerte dispersión y valores bastante más escuetos donde algunos de los principales contendientes oscilaron entre el 30% y el 35%. De esta forma, Gabriela Michetti por Unión Pro en la Ciudad de Buenos Aires obtiene el 32%, en Córdoba Schiaretti, por Unión por Córdoba, araña el 30%, y Sergio Massa con el Frente Renovador queda cerca del 35%.

Una de las razones de estos resultados estriba en la lógica propia de las elecciones de medio término, donde el voto se dispersa entre una variedad de opciones. A esto debe sumarse un cambio en el clima de opinión de la sociedad argentina que busca opciones distintas al Frente para la Victoria, conjugado con las características de la oposición al gobierno nacional que por distintas razones no ha vertebrado dos o tres organizaciones políticas que puedan extenderse por todo el territorio nacional.

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