La vida en Buenos Aires se ha tornado ruinosa. No es mi intención política criticar al gobierno municipal en este sentido, no me interesa y menos me agrada hacerlo. Pero es imposible viajar de un lugar a otro. Lo que antes demoraba 5 o 10 minutos ahora requiere 30, 40 o 60 minutos. Temo que esto no sea un fenómeno transitorio, producto de las obras que se realizan, sino que quede así, definitivamente.
Nunca compartí que las calles deban ser cerradas, al contrario creo que todas las calles deben ser abiertas a la circulación de autos y transportes. Las bicisendas carecen de toda proporción entre el beneficio que causan a muy pocos y el perjuicio que generan a muchos. Cuando hace dos años empezaron con esta política de clausura urbana advertí acerca del desastre que iba a sobrevenir. Pero recién ahora la mayoría puede ver que le han trabado la libertad de movimiento y lo que hace, por supuesto, es evitar viajar y preferir entonces la vida suburbana. Los efectos de esta política son además, en consecuencia, social y económicamente recesivos.