El “buitre” Singer y el juez Griesa brindaron un gran servicio a la Argentina

La negativa de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos a tomar la principal causa de bonistas que reclaman por el default argentino de 2001, que deja por ello firme la cuestión conforme fallos de 2012 y 2013 del juez Thomas Griesa y de la Cámara de Apelaciones respectivamente, sumado a la determinación del más alto tribunal según la cual el Estado argentino es embargable por sus deudas igual que cualquier particular, sin poder oponer privilegios derivados de la “inmunidad soberana”, es no sólo un duro golpe al gobierno kirchnerista sino que afecta al eje de la ideología nacional que favorece sistemáticos incumplimientos de obligaciones asumidas.

La doctrina norteamericana derivada de la sentencia condenatoria a pagar más de 1330 millones de dolares se encuentra a 180 grados de las posturas defaulteadoras que se promueven en Argentina desde hace décadas, tanto desde el actual oficialismo como desde todos los sectores de la llamada “oposición”, y en particular en los últimos trece años, pero también desde los tribunales argentinos y desde la misma Facultad de Derecho de la UBA, donde prima la apología del incumplidor y donde se relativiza la importancia de pagar las obligaciones derivadas de los contratos, sobre la base de presuntas “imprevisiones” de hechos económicos, de alteraciones en la “equivalencia” en las prestaciones o simplemente porque se considera, a conciencia, que la forma más certera de destruir las bases de la sociedad liberal y capitalista es incentivar la desconfianza a invertir y el desapego a cualquier principio de seguridad jurídica y de estabilidad y previsibilidad en las normas civiles y comerciales. 

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Seis preguntas para el ministro Kicillof

Seis preguntas para el titular de Economía, ahora que acude a la banca extranjera.

La periodista Florencia Donovan, de La Nación escribió que el ministro de economía Axel Kicillof, citó recientemente a los representantes de los bancos extranjeros que operan en Argentina y les pidió que consiguieran 10.000 millones de dólares en préstamos para el país para entregarlos al Banco Central y así fortalecer las “reservas” de la institución. Lamento no haber estado en esa reunión, como banquero o al menos como gerente empleado de banquero extranjero. Contra todo protocolo, hubiese pedido la palabra y preguntado y dicho al ministro lo siguiente:

1) Cómo juega su pedido de buscar crédito contra la política de presunto desendeudamiento reiteradamente anunciada por Néstor y Cristina Kirchner desde 2003 en adelante?

2) Por qué buscar financiamiento mediante oscuras negociaciones bilaterales con banqueros y con sus mesas de dinero, al estilo setentista de Martínez de Hoz y del dictador Videla, en vez de salir a pedir plata mediante transparentes suscripciones públicas de bonos en el mercado de capitales?

3) Qué garantía hay de que créditos concedidos por el mecanismo que usted propone no sean después repudiados como ilegítimos además de defaulteados de oficio alegando que no se va a pagar deuda sobre el hambre del pueblo?

4) Por qué no recurrir, en cambio, al FMI solicitando 30.000 millones a tasa bajísima para salir de esta situación de coyuntura desesperante?

5) No cree usted que este pedido que formula es una muestra de debilidad financiera que incentivará mayor corrida cambiaria, mayor corrida bancaria y mayor corrida bajista contra la deuda pública argentina que cotiza en los mercados?

6) Usted dijo en el Congreso cuando confiscó YPF en 2012 que hay dos términos que le parecían horribles: “clima de negocios” y “seguridad jurídica”. Si su ideología es que el deudor de una obligación puede liberarse repudiando la deuda, como cada tanto tiempo hace el Estado argentino, dado que se profesa la no-seguridad jurídica como doctrina oficial de la política nacional, ¿por qué prestamistas del exterior lo van a ayudar ahora si saben de antemano que usted, y los que lo continúen en el poder más adelante, dirán que no pagarán capital e intereses de los créditos otorgados porque no pueden, porque no quieren, o porque los acreedores sabían que era muy riesgoso prestarle a la Argentina y que por lo tanto deben embromarse y aceptar el default, además de que serán difamados bajo el rótulo de “acreedores buitres”?

Gracias anticipadamente por sus respuestas, señor ministro Kicillof.