El papa Francisco en su reciente gira latinoamericana tuvo una sugestiva parada en Bolivia, en donde fue recibido por el primer presidente indígena de América, Evo Morales. Francisco visitó La Paz y Santa Cruz de la Sierra, ciudades en las que pronunció varios discursos.
En una ceremonia que fue trasmitida por televisión el presidente boliviano le regaló a Su Santidad un crucifijo hecho con la forma de la hoz y el martillo. El papa lo recibió con gentileza, pero con aparente sorpresa (aun cuando luego en declaraciones públicas dijo que no se había sentido ofendido por el presente, mientras el presidente dijo que había sido hecho desde el amor hacia el “papa de los pobres”).
El crucifijo era una réplica del que había hecho el padre Luis Espinal Camps, un cura izquierdista que fuera asesinado en La Paz en 1980 por un escuadrón de la muerte afín al Gobierno.
Desde que asumió el Gobierno, Morales elevó la figura de Espinal Camps como uno de los principales impulsores de la llamada teología de la liberación, el ala más radicalizada de la curia católica. Continuar leyendo