El comunismo como enfermedad del alma

Desde que Thomas Jefferson escribió “nosotros el pueblo de los EEUU [...] sostenemos estas verdades como autoevidentes: que todo los hombres han sido creados iguales y que tienen derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de su felicidad” han pasado 237 años.

El mundo ha conocido desde allí muchas ideas e incluso muchos experimentos extravagantes que costaron tragedias y millones de vidas. Pero nadie, hasta ahora, había estatizado la felicidad.

Sin embargo desde la semana pasada ese hito ha sido alcanzado: el hombre que habla con los pájaros, el impresentable presidente Nicolás Maduro, ha creado en Caracas el Viceministerio de la Felicidad Suprema.

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De la política a la medicina

De repente una serie de preocupaciones médicas han surgido alrededor de la presidente. No se trata de inquietudes derivadas de complicaciones físicas. Todas esas turbulencias apuntan al estado emocional de la señora de Kirchner. El ex gobernador y candidato santafecino Hermes Binner, que es médico, dijo que necesitamos “una presidente equilibrada” y que si este es el tono con que nos vamos a manejar los dos años que faltan hasta 2015, “es para preocuparse”.

Mi colega Nelson Castro, también médico y neurólogo, confirmó que los médicos presidenciales “están preocupados” por la actual situación de la presidente. Desde la pantalla le diagnosticó el “síndrome de Hubris” por el cual las personas enfermas de poder tienen una visión desvirtuada de la realidad y tienden a creer que son el centro del Universo, con toda la razón y ningún defecto o equivocación. Nelson dijo que los médicos no necesitan una consulta para advertir esos rasgos; que con sólo ver a las personas que padecen el mal se dan cuenta de que han caído en él.

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