La “cristinización” de Scioli, una carta peligrosa

Daniel Scioli decidió ponerse un traje de antipatía para enfrentar las consecuencias de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Quizás sea un primer ensayo sobre el curso de modales kirchneristas que, aparentemente, ha decidido tomar.

Durante meses -si no años- trató de convencer a media ciudadanía de que, pese a ser “un hombre del proyecto”, él era distinto, dialoguista, educado, de buenas maneras.

Pero el desastre que es su provincia puesto de manifiesto por la inclemente naturaleza, sumada a la falta de controles y a una administración ineficiente, parece haber sacado de su centro al gobernador, que no tuvo mejor idea que salir al cruce de Mauricio Macri, del peor modo.

Durante mucho tiempo vendió la imagen de la amistad y de la relación de respeto que lo unía al hoy candidato de Cambiemos. Pero bastó que este comentara los trabajos de ingeniería hidráulica que harían falta en la provincia de Buenos Aires y que no se han hecho en todos estos años, para que el gobernador saliera con los tapones de punta.

A su juicio también estaría mal que los candidatos de la oposición hayan hecho comentarios sobre las inundaciones: según Scioli, esos son aprovechamientos políticos de las desgracias. Continuar leyendo

Setenta y cinco días históricos

Desde el lunes parece que todos nos hemos convertido en arquitectos o en constructores: todos hablamos de “techos” y “pisos” tratando de resumir en esas palabras las futuras posibilidades de los candidatos más votados en las PASO.

Han quedado seis finalistas, dos con chances claras, uno que tercia en esa discusión y tres que no tienen ninguna posibilidad.

La primera pregunta es qué ocurrirá con estos últimos ¿mantendrán sus candidaturas o las bajarán? Entre los tres reúnen algo así como el 9% de los votos. No parece que Nicolás Del Caño vaya a tomar esa decisión porque representa un sector bien definido que necesita tener un candidato propio. Pero Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbizer, en función de determinados fines, podrían hacerlo. Estamos hablando del 6% de los votos. 

Otro interrogante es saber qué pasó con la gente que no fue a votar que fue un porcentaje más alto que lo normal. Allí hay 30% del padrón.  Continuar leyendo

Unas PASO singulares y contradictorias

Las elecciones PASO que hoy se llevan a cabo en todo el país han concitado, obviamente el interés de todos. Se trata del primer eslabón en la carrera hacia la Presidencia. Y como no podía ser de otra manera, el evento está rodeado de las infaltables curiosidades argentinas, que muchas veces tiñen de modo particular lo que serían los compromisos electorales equivalentes en otros países.

En efecto, a este turno de votación se lo llama “primarias” (nombre tomado a todas luces de la tradición americana de las “primaries”), dando la impresión, para el que no lo sabe (un extranjero, por ejemplo), de que los partidos eligen sus candidatos internamente. Pero la singularidad argentina ha inventado otra cosa.

Aquí hay partidos que no dirimen nada, que no eligen candidatos, que no resuelven, en suma, ninguna interna, ninguna primaria, sencillamente porque concurren a la elección con un solo candidato. En honor a la verdad esos partidos no deberían participar de las PASO. Si quieren movilizar a todos los ciudadanos para que dediquen un domingo de su vida a ir a elegir candidatos obligatoriamente, de partidos que no son los suyos, por lo menos que los hagan ir para seleccionar entre más de una alternativa. De lo contario, el ciudadano no está votando en una interna, sino en una externa. Continuar leyendo

Una fórmula competitiva y coherente

Mauricio Macri finalmente decidió cuál será su compañero de fórmula para las futuras elecciones. Se trata de Gabriela Michetti su elegida de siempre y con quien llegó a la primera jefatura de gobierno de Buenos Aires con el PRO.

Como se sabe, Macri tenía en mente el diseño de unas PASO sin competencia en la ciudad, con Rodriguez Larreta como candidato único del espacio y Michetti como su compañera en la fórmula presidencial.

Pero la senadora se negó a ese esquema y quiso competir por la jefatura porteña. Perdió. Fue un triunfo para la fortaleza de Macri pero muchos intuyeron que se trataba de una primera rispidez dentro del PRO que quizás traería sus consecuencias.

Lo que ocurrió hoy parece demostrar que, en el partido, se aprendió una lección profunda: la gente sigue privilegiando la capacidad de estar juntos en las diferencias y de reivindicar el valor de los acuerdos sustanciales antes que los distingos por pretensiones electorales.

No hay dudas de que Gabriela Michetti es la figura más “externa” del PRO, no porque esté en los márgenes o no pertenezca al riñón más profundo del partido: al contrario nació a la política junto con Mauricio Macri y desde allí construyó un perfil propio.

Muy amiga de Elisa Carrió, Michetti una vez que dejó la vicejefatura del gobierno para ir al Senado, se alejó un poco del círculo íntimo de las decisiones que fueron más bien centradas por el propio Macri, Duran Barba y Marcos Peña.

Es más, el nombre del secretario general del Gobierno de la Ciudad era uno de los que más sonaban para integrar la fórmula presidencial. La concreción de esa idea le hubiera dado una pátina “kirchnerista” al PRO: se habría manifestado como otro partido en donde en la cumbre hay muy pocas personas y finalmente todo el gobierno se reduce a un minúsculo grupo de personas que toma todas las decisiones.

La elección de Michetti es una señal en sentido contrario a esa interpretación. Es más, muchos decían que luego del empecinamiento de la senadora por competir en las PASO de la Capital, se había producido un distanciamiento con Macri. Quizás haya sido cierto o, tal vez, la interpretación exterior de un conjunto de analistas que le aplicaban al PRO las reglas estándar de la política clásica.

Con esta movida Macri demuestra una veta bien opuesta a la Sra. de Kirchner, que jamás hubiera perdonado un desaire de esa naturaleza; la presidente se la hubiese tenido jurada de por vida a quien fuese que se hubiera atrevido a contradecir una orden suya.

Michetti es una llave importante también para un distrito evidentemente débil para el PRO como es la provincia de Buenos Aires. La fórmula Vidal-Salvador, con Fernando Niembro como primer candidato a diputado, necesitará del apuntalamiento de alguien que tiene mucho predicamento en las clases medias y en el electorado independiente.

Si bien es cierto que el PRO no puede contentarse con el discurso “nosotros somos la nueva política” para seducir a esa franja “independiente” de los votantes (como ocurrió en Santa Fe en donde la performance de Del Sel proveniente de la no-política no fue suficiente para un triunfo claro sino que se alcanzó un empate que aun pende de la decisión de los tribunales electorales), es verdad que los acontecimientos de las PASO de la Capital (y quizás también lo de Santa Fe) hayan ayudado para que Macri insistiera con Michetti y ésta aceptara, dejando atrás roces del pasado reciente.

En ese sentido, hay que reconocer que el jefe de Gobierno porteño ha sido bastante coherente con lo que insinuaba desde el primer momento: él siempre quiso que Gabriela fuera su compañera y también interpretaba esa movida como una defensa de lo que hoy se llama “purismo” del PRO: al final de cuentas la senadora había estado con él desde mismo comienzo.  Lo que ocurre es que luego del “desafío” que Michetti le planteó a su jefe forzando una interna con Larreta, ella se forjó esa imagen de “oposición” a Macri dentro del PRO, por el mero hecho de que él endosó públicamente la candidatura de su jefe de Gabinete. Por eso la elección de Michetti es importante como señal al electorado independiente en el sentido de dejar en claro que el jefe del parido no es un sectario, como muchas movidas de la presidente autorizan a sospecharlo de ella.

Michetti tiene una relación muy estrecha con el Papa Francisco. Su confesor en Buenos Aires, el padre Carlos Accaputo, es el alter ego de Bergoglio en Buenos Aires. Eso le permite articular un discurso social no por conveniencia, sino por convicción, que la alejan del cliché simplemente librecambista con el que muchos pretenden, equivocadamente, etiquetar al PRO. De hecho sus comienzos fueron casi junto a Javier Auyero, el hijo de Carlos, el prominente dirigente de la Democracia Cristiana que hasta integró la famosa “Hora del Pueblo” con Perón y Balbín.

Los dilemas de Macri

La interna del PRO en la capital ingresa en su recta definitiva. Horacio Rodriguez Larreta y Gabriela Michetti han quedado oficialmente solos en la contienda, luego de que Christian Ritondo retirara su candidatura: ahora es uno contra otro.

Mauricio Macri decidió hacer explícito su apoyo al jefe de Gabinete. Lo hizo en una nota en Facebook y en la cena de Mirtha Legrand el sábado. Muchos asesores le habían aconsejado al jefe de Gobierno mantenerse formalmente imparcial en la disputa, aun cuando todas las señales que emitiera fueran a favor de Larreta. Pero Macri finalmente desoyó esos consejos y se jugó por quien él considera “la continuidad de una gestión”.

Con esa jugada el ex presidente de Boca pone en la primera línea de fuego su propio nombre en las PASO de abril en la ciudad. Si Larreta ganara, esa movida se interpretaría como un fuerte respaldo del votante del PRO hacia la candidatura a presidente de Macri; si perdiera, probablemente aparecería allí un nubarrón.

Gabriela Michetti es altamente popular en el votante PRO que no es un “PRO ciego”, es decir, en radicales desencantados hace tiempo con su partido y con su inmovilismo inútil, en sectores de clase media que reconocen el fracaso de opciones anteriores de tinte, digamos, socialdemócratas o de centro izquierda. A todos ellos la administración de los últimos ocho años de la ciudad les demostró que se puede ser altamente democrático (en el sentido estigmatizante del término que la centro izquierda siempre utiliza contra la centro derecha) y al mismo tiempo hacer eficiente al Estado local en la prestación de servicios ciudadanos.

Estos votantes “toleran mejor” a Gabriela Michetti que a Horacio Rodriguez Larreta. No se sabe si perciben en el jefe de Gabinete cierta alcurnia por la que siempre han sentido un secreto rechazo o si la senadora, siendo mujer, discapacitada y muy valiente los ha cautivado más.

Macri quería a Gabriela en su fórmula presidencial. Quería evitar unas PASO verdaderas para que Horacio fuera un candidato en solitario. Pero esa especulación no funcionó. En alguna medida la aceptación final del jefe de Gobierno a lo dispuesto por Michetti para sus propias aspiraciones políticas es un dato que habla a su favor: no pretende ejercer un liderazgo “digital”; da su opinión y expone claramente cuál sería su preferencia, pero si no están de acuerdo con él deja que los acontecimientos fluyan sin interferirlos. Se trata de una novedad mayúscula en la Argentina, tan acostumbrada a un caudillo frente a cuya voluntad mueren los pareceres y los deseos de los demás.

Todos los analistas coinciden en que el PRO estaría en condiciones de ganar la Capital en primera vuelta sea cual sea su candidato, Larreta o Michetti, hoy virtualmente empatados en las encuestas. La Ciudad tiene una Constitución que a dispuesto un balotaje verdadero: es decir aquí se precisa el 50% mas uno de los votos para ganar; no rige la mentira nacional impuesta por el peronismo en la reforma del ’94 según la cual se puede ganar con el 45% de los votos con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. Nada de eso. Aquí se precisa una mayoría absoluta verdadera. Y todos los sondeos indican que el PRO la supera con cualquier aspirante.

La imagen positiva de Macri supera el 70% en el distrito y eso quizás se está convirtiendo en un arma de doble filo. Quienes han trabajado profesionalmente para alcanzar esos números están fascinados con el resultado y se olvidan qué pasos se siguieron para lograrlo. Es cierto que el estar al frente de un Estado autónomo como es la ciudad de Buenos Aires le permite al jefe de gobierno exhibir una gestión que los vecinos pueden transformar en imagen positiva. Pero Macri también ha hablado, ha opinado sobre los temas nacionales. Y mucha gente se sintió identificada con ese discurso.

Sin embargo, desde que pelea cabeza a cabeza la elección presidencial en las encuestas y desde que alcanzó estos niveles de popularidad en su distrito, se ha llamado a silencio. Ha bajado notoriamente su nivel de exposición y casi no ha opinado sobre Nisman, sobre los fallos de la Justicia desestimando las denuncias de Pollicita y de Moldes, no se lo ha escuchado sobre la candidatura a juez de la Corte de Roberto Carlés (desde el PRO han dicho que no lo votarán, pero Macri no se ha explayado sobre lo que ese nombre significaría en la Corte… En ese sentido Massa ha sido mucho más explícito). Si bien últimamente ha dicho algo cobre el cepo cambiario, hay mucha gente que espera definiciones más contundentes sobre cómo un eventual gobierno suyo puede hacer que el país regrese al círculo de naciones libres de Occidente.

Si uno mira retrospectivamente (y ni hablar si lo hace de modo comparativo con los países donde prevalece la libertad sobre el reglamentarismo y la regimentación) la Argentina ha olvidado cómo es vivir en libertad. El cuento de la rana hervida lentamente es extraordinariamente gráfico respecto de cómo un sistema gradual de restricciones a los derechos civiles ha hecho que hoy se tomen como naturales situaciones que en países libres serian verdaderamente anómalas o ni siquiera nos vengan a la cabeza soluciones simples si antes pensar en la intervención de alguna autoridad estatal. A tal punto el kirchnerismo nos enfermó de “estatitis”.

En el tema compraventa de divisas, por ejemplo, hay mucha gente que no concibe la idea de individuos libres comprando y vendiendo moneda extranjera libremente, como podrían hacer, por ejemplo, los exportadores y los importadores sin la intervención de autoridad monetaria alguna. Después de todo la riqueza dineraria es la expresión de la producción de bienes y servicios y esa producción la concreta el sector privado, no el Estado. Por lo tanto son los particulares los que deberían establecer el valor de equilibrio de las demás monedas contra el peso en un sistema de flotación libre.

Macri debería dejar atrás el miedo a perder votos y ser más audaz, apostando a los que podría ganar si le entrega a la gente el aroma de un perfume que hace rato no huele: aquel que proviene de la libertad.

Un duro golpe para el futuro de UNEN

Elisa Carrió anunció su salida de UNEN aun cuando anticipó que su partido seguirá formando parte de la agrupación. Se trata de un retiro personal, individual, que la dirigente adelantó que decidió para no seguir al lado de la pusilanimidad que impide la República.

Las palabras de Carrió pueden resultar ostentosas, cargadas de un floreo solemne y aparentemente dramático, razón por la cual muchas veces se la describe como una gran oradora y como una notable “explicadora” de los problemas pero al mismo tiempo como una enorme teórica que no entiende las parcticidades de la vida real.

Ella se define como “radical”, a veces agrega, “radical de Alem”, y desde ese lugar imagina la posibilidad de un acuerdo amplio en base a las ideas de la Constitución, que, paradójicamente, permiten, justamente, la unidad en la disparidad.

Siente un desprecio visceral por el peronismo populista a quien le adjudica gran parte de la responsabilidad por la declinación argentina y en quien ve materializada la idea misma de la corrupción política.

En su búsqueda inmaculada se fue de la UCR cuando entendió que el partido había sido cooptado por el justicialismo y allí había dejado sus ideales republicanos. Fue formando sus propios partidos, Primero el ARI, Argentinos por una República de Iguales, y luego la Coalición Cívica con la que pretendía convocar a los radicales que compartieran su republicanismo.

En muchos momentos pareció que sometía la idea de configurar una expresión política competitiva a tantos requisitos de pureza que jamás lograría generar una unión útil.

Cuando se formó UNEN, con la frescura de las internas abiertas y el boom de aquella elección en Capital, parecía que había encontrado la aguja en el pajar. Pero al poco tiempo sus exigencias republicanas empezaron a encontrar resistencias en los bolsones populistas que escondía esa asociación. Su principal aliado, Pino Solanas (relación que hasta dio para que se emitieran los más variados chistes y parodias) era un peronista de la izquierda de Forja, es decir, del más recalcitrante antiliberalismo constitucional.

Otra grieta se abrió con sus propios “correligionarios” radicales que empezaron a coquetear con el peronismo de Massa para componer alianzas con el Frente Renovador. Una parte del radicalismo siempre se mostró predispuesta a unirse al peronismo. Envidió secretamente esa capacidad del movimiento creado por Perón para ganar el favor de las masas y no se le ocurrió mejor idea que entablar una especie de concubinato con él para ver si alguno de esos placeres electorales se le pegaban.

Si Carrió era sincera cuando hablaba de aquellas cuestiones de la verdadera República, esa unión no podía durar mucho. Y hoy terminó. Por cierto que para UNEN es un golpe muy duro. En términos de números significa la salida de una persona; pero en términos de volumen, no caben dudas de que Carrió significa más que su propia persona.

En la agrupación de la que hoy se despidió la acusan de querer unirse a Macri o de querer tejer con el jefe de gobierno una alianza nueva. Durante años el apellido “Macri” funcionó como un límite para muchos políticos, incluida la propia Elisa Carrió. Otro que manejó esos términos fue Ricardo Alfonsín que, al mismo tiempo que decía eso, formaba una alianza electoral mamarrachesca con Francisco de Narvaez, en una voltereta más de esa pasión radical por el peronismo que todo lo justifica.

Muchas veces parece que Carrió habla con el engolamiento de un prócer, desde el pedestal de una estatua. Muchos que no la quieren demasiado advierten lo que sería si tuviera el poder de Cristina Kirchner.

Pero hoy solo la podemos juzgar por sus palabras y sus hechos. Ella hace un esfuerzo enorme por trasmitir la idea de que ambos términos caminan juntos por la misma vereda, las palabras y los hechos. Y por ser fiel a lo que dice produce hechos de ruptura cuando advierte que la realidad de sus alianzas desmienten sus palabras. Hasta hoy, cuando creyó que ocurría eso le ha dado prioridad a su palabra.

Nadie puede adivinar lo que ocurrirá con ella ni con su futuro político. Las sucesivas soledades de un político que anda con el discurso de la República a flor de piel deberían llamar la atención de un país tan alejado de las formalidades de la ley y del valor de la ética. Carrió se ha quedado muchas veces arando en el barro. Ella dice creer en las convicciones republicanas de la sociedad, pero sus colegas -que no paran de hacer cálculos de conveniencia política- parecen pensar lo contrario.

Macri parece querer ensayar un discurso parecido. Pero tiene una enorme ventaja sobre Carrió: maneja un distrito y puede demostrar que detrás de él hay hechos, además de palabras. Quizás por ello la aun hoy diputada haya dado señales claras de que si a las palabras hay que sumarle estrategia electoral, esa estrategia debe ser asociarse al PRO.

Semejante confesión descarnada fue demasiado para muchos en UNEN. Los radicales convocaron a una “cumbre” en San Fernando para dejar en claro que ello no ocurriría. Ni Sanz ni Aguad, los más cercanos a Carrió en la estrategia “macrista”, lograron imponerse al aparato histórico del partido que hace rato dejó los efluvios de Alem en el archivo de los recuerdos.

Probablemente Carrió siga sola, dando discursos solemnes que todo el mundo alaba y que nadie acompaña. Pero no caben dudas de que en los últimos años ha sido una de las mejores descriptoras de la realidad argentina y de cómo el país fue cooptado por la corrupción, el envilecimiento de las instituciones y la pusilanimidad de sus colegas.

¿Se cortó solo o actuó bajo la indicación de alguien?

Después de tener un gran día por la noticia del Club de París, el gobierno recibió la decisión del juez Ariel Lijo de llamar a indagatoria al vicepresidente Amado Boudou como un balde agua fría. Obviamente se trata de una novedad de enorme importancia en la causa Ciccone. Tan importante como estirados han sido los plazos del juzgado para decidirla.

En medio de fuertes rumores sobre su desafección de la causa, el juez decidió hacer lugar al pedido del fiscal Di Lillo, que en el verano pasado había elevado esa petición atento a las pruebas que en su opinión se acumulan contra el vicepresidente.

Los considerandos del juez incluyen una ligera variante en la visión del caso. No solo espera interrogarlo sobre el ejercicio de acciones incompatibles con la función que Boudou ocupaba en ese momento -ministro de Economía- sino que tiene intención de saber si el hoy vicepresidente no quiso apropiarse de la empresa.

Ese detalle complicaría mucho más su posición porque las gestiones ante la AFIP ya no serían un mero “tráfico de influencias” sino una gestión para sí mismo, utilizando los organismos del Estado que integraba para favorecerse a sí mismo, en su patrimonio personal.

Son muchos los interrogantes que surgen a partir de esta novedad. En primer lugar, Boudou no ha sido citado solo. Vanderbroele, Nuñez Carmona y dos integrantes de la familia Ciccone también deberán responder las preguntas del juez. Eso puede provocar contradicciones y respuestas diferentes según sea lo que cada uno ese dispuesto a decir para cuidar su propia postura. Es posible que por razones políticas el vicepresidente esté dispuesto a llegar solo a cierto punto en su declaración, pero los demás que no tienen esos compromisos. ¿Callarán? Ese es un punto interesante a tener en cuenta.

El otro tema tiene que ver con la propia actuación del entonces ministro. ¿Se cortó solo o se movió bajo el amparo o quizás bajo la indicación de alguien?

Elisa Carrió sostiene en este punto que Boudou actuó por indicación de Néstor Kirchner. El periodista Hugo Alconada Mon destaca un sospechoso movimiento en la composición accionaria de The Old Fund (la teórica propietaria de Ciccone hasta su estatización) justo el día de la muerte de Kirchner a través de una sociedad uruguaya, denominada Dusbel, que si ni siquiera tenía radicación en la Argentina.

Por otro lado, Boudou se declaró distanciado de Nuñez Carmona pero sigue compartiendo el abogado. ¿Llevarán una táctica conjunta de declaración indagatoria?

Muchos consideran que dadas las características propias de este gobierno es imposible que una operación de esta magnitud pueda haber sido pensada y ejecutada por el ministro de economía para su propio beneficio sin la anuencia de autoridades superiores. Aún cuando haya sido una idea de Boudou, nadie cree que pueda haber actuado por las suyas.

También resultará interesante ver la reacción del gobierno, y particularmente de la presidente, Boudou ha sido su elegido en soledad. El nombramiento para la fórmula de 2011 sorprendió a más de uno y la responsabilidad por su elección lleva el nombre de Cristina Fernández en soledad.

Es muy posible, como ya ha sido insinuado por el ministro de Defensa Agustín Rossi, que el gobierno intente apoyarse en la figura de Mauricio Macri, que fue procesado por Oyarbide en el caso de las escuchas y que, aunque el juez Casanello anuló dichas actuaciones (decisión ahora apelada), se mantuvo en su cargo sin problemas mientras el caso se substanció.

También está la propia posición de Boudou, quizás la más disparatada de todas (aunque el gobierno la suscribió hoy en parte de la mano también de Rossi): declararse una víctima de “los sectores que no le perdonan haber estatizado las AFJP”. Esta versión es directamente risible.

Para asombro de todo el mercado asegurado por aquel sistema -que solo unos meses antes (y ante la presión del gobierno por lograr un “pasaje voluntario” al sistema de reparto para quedarse con todos esos recursos) se había expedido en una proporción de 8 a 2 a favor de mantener el sistema mixto de AFJP-, los operadores de aquellas compañías le entregaron el sistema envuelto para regalo con moño y todo. Jamás nos enteramos de que ninguna de aquellas empresas -muchas subsidiarias de bancos- hayan hecho un solo amague de defensa. El embretamiento al que el Estado había sujeto el mecanismo se había alejado completamente del espíritu original de construir un verdadero mercado de capitales y ninguno de los operadores estaba conforme con su funcionamiento. La estatización les sacó un problema de encima. ¿Quién se querría vengar de alguien que les hizo un favor?

Y por último, aunque no menos importante, está el aspecto institucional. El vicepresidente es quien ocupa la presidencia en caso de ausencia del presidente. Es más, el día de su indagatoria, la Sra de Kirchner estará en Brasil en la reunión de los BRICS si es que decide aceptar la invitación de Rusia para asistir, cosa que obviamente ocurrirá. De modo que Boudou será el presidente en ejercicio.

Pero estos son solo detalles para un gobierno que ha demostrado más de una vez no estar demasiado preocupado por las formalidades republicanas.

Lo cierto es que los meses que siguen serán muy importantes para develar (o intentar hacerlo) los vericuetos de uno de los casos de corrupción pública que más estrépito han causado y cuyas raíces se sospechan pero no se saben con certeza. El mismo día que la justicia suiza confirmó que Báez depositó en uno de sus bancos U$S 22 millones, también se abre el primer paso para saber si Boudou fue un vivo que quiso aprovechar el poder para enriquecerse o fue un engranaje de un poder mucho mayor que el suyo.

El comunismo como enfermedad del alma

Desde que Thomas Jefferson escribió “nosotros el pueblo de los EEUU [...] sostenemos estas verdades como autoevidentes: que todo los hombres han sido creados iguales y que tienen derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de su felicidad” han pasado 237 años.

El mundo ha conocido desde allí muchas ideas e incluso muchos experimentos extravagantes que costaron tragedias y millones de vidas. Pero nadie, hasta ahora, había estatizado la felicidad.

Sin embargo desde la semana pasada ese hito ha sido alcanzado: el hombre que habla con los pájaros, el impresentable presidente Nicolás Maduro, ha creado en Caracas el Viceministerio de la Felicidad Suprema.

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Entre la locura y el Tigre

Las PASO ya son historia. Pero su resultado recién comienza. La rotunda derrota del gobierno en prácticamente todo el país electoralmente útil plantea interrogantes serios para el futuro de la Argentina. Si estuviéramos frente a un gobierno normal, lo más lógico sería suponer una recepción del mensaje, un ajuste del rumbo para ponerlo más acorde a lo que la votación arrojó y una apuesta a que esa corrección sea percibida por la sociedad para recuperar, en la elección de octubre, algo de lo perdido ahora.

Pero el país no tiene un gobierno normal. El país tiene un gobierno sectario; un gobierno que, sentado en las instituciones de todos, gobierna para una facción. Como todo gobierno faccioso siempre se atribuirá el triunfo: cuando gana porque gana; cuando pierde porque esa es la señal de que su lucha contra los verdaderos poderes enquistados en el conservadurismo argentino no está terminada y que deben redoblarse los esfuerzos para vencerlos definitivamente.

Del discurso de la presidente de ayer por la noche se deduce eso. La señora de Kirchner no admite nada, ni un error, ni una culpa, ni una falla. Nada. Ellos ganaron, “porque estas eran elecciones nacionales” y porque “son el David que lucha contra todos los medios y gobierna todos los días”.

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Las PASO y el corazón común

Las elecciones primarias han convocado muy poco interés ciudadano. Casi la mitad de los argentinos no saben qué se vota, ni que se elige, ni para que sirven; llegarán a las urnas con una alegre inconsciencia.

Se trata de la consecuencia de una doble causa: la explosión natural del sistema de partidos que provocó la crisis del 2001 y la profundización adrede que el gobierno ha buscado de esa circunstancia.

Desde que Duhalde suspendió las elecciones internas previas a las elecciones anticipadas del 11 de marzo del 2003, el peronismo decidió trasladarle sus propias guerras a la sociedad. El partido ya no arregla dentro de sus propias fronteras los que le sucede internamente sino que exporta esas batallas por fuera de sus límites obligando a la ciudadanía a inmiscuirse en sus entuertos.

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