Por: Carlos Mira
Desde el lunes parece que todos nos hemos convertido en arquitectos o en constructores: todos hablamos de “techos” y “pisos” tratando de resumir en esas palabras las futuras posibilidades de los candidatos más votados en las PASO.
Han quedado seis finalistas, dos con chances claras, uno que tercia en esa discusión y tres que no tienen ninguna posibilidad.
La primera pregunta es qué ocurrirá con estos últimos ¿mantendrán sus candidaturas o las bajarán? Entre los tres reúnen algo así como el 9% de los votos. No parece que Nicolás Del Caño vaya a tomar esa decisión porque representa un sector bien definido que necesita tener un candidato propio. Pero Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbizer, en función de determinados fines, podrían hacerlo. Estamos hablando del 6% de los votos.
Otro interrogante es saber qué pasó con la gente que no fue a votar que fue un porcentaje más alto que lo normal. Allí hay 30% del padrón.
Luego están las preguntas que surgen respecto de los votos que recibió cada candidato y qué podría pasar con el comportamiento de quienes los votaron.
Mucho se habla de un acercamiento entre Mauricio Macri y Sergio Massa y de la necesidad que tienen ambos de alcanzar algún acuerdo para ganar en primera o, eventualmente, en segunda vuelta. Pero allí, inmediatamente surgen las disquisiciones sobre los votos individuales frente a lo que fueron los votos de las agrupaciones.
Esto quiere decir que tanto Macri como Massa, en primer lugar van a tener que consolidar los votos recibidos por “Cambiemos” y “UNA”. En ese sentido, parecería que es bien ostensible el esfuerzo del Jefe de Gobierno por mostrarse públicamente unido a Ernesto Sanz y a Lilita Carrió y el compromiso público de éstos para hacer campaña por Macri. Pero, bueno, las personas son personas y habrá que ver cómo reaccionan en octubre.
Del mismo modo Massa, que parece tener un problema más serio en ese sentido con José Manuel De la Sota: muchos analistas coinciden en que, desaparecido el gobernador cordobés de la contienda, sus votantes no estarían tan comprometidos con seguir apoyando al ex intendente de Tigre.
Allí tiene esperanzas de ir a pescar Daniel Scioli, del mismo modo que aparece como tentación el caudal “del Adolfo”.
Está claro también que en mucha medida esos son votantes compatibles también con Macri o, en todo caso, que no puede hacerse un pre anuncio colectivo respecto de lo que puede ocurrir con los individuos que votaron a De la Sota o a Rodríguez Saá. Es cierto que, en principio, son peronistas y que, desde ese punto de vista, podrían tener una mayor cercanía a Scioli o eventualmente a Massa, pero todo está por verse.
La gran cuestión es si Scioli, valiéndose de la tramposa matemática que introdujo la reforma constitucional de 1994 (el famoso 45% o 40% con más diferencia de 10% sobre el segundo) puede ganar en primera vuelta.
El resultado de las PASO, dice que quedó a poco menos del 2% de los votos de lograrlo. Pero la cuenta para el 25 de octubre no es tan simple como mandar a Scioli a buscar ese puñado de votos y listo, porque para que eso se diera, Macri no debería sumar un solo voto más, dado que si lo hace la diferencia de 10% no se verificaría. Y esa es una eventualidad muy lejana.
Por lo tanto un escenario posible para la primera vuelta de octubre sería Scioli obteniendo 42% de los votos, Macri un 33% de los votos, Massa un 15%, con un 10% de votos repartidos entre las otras opciones. Esta alternativa no le alcanza a Scioli para consagrarse: no tiene el 45% y si bien tiene más de 40% no tiene 10% de diferencia con Macri. Este escenario de ballottage sería el más complejo para el gobernador de Buenos Aires, porque ante la alternativa clara de desalojar al kirchnerismo del gobierno, es muy probable que Macri y Massa alcancen un acuerdo programático de administración, que le permita al jefe de gobierno llegar a la presidencia.
Para todas estas alquimias, vuelve a ser decisiva la provincia de Buenos Aires. Allí hay tres candidatos (María Eugenia Vidal, Aníbal Fernández y Felipe Solá) por los que puede estar pasando en este mismo momento la llave del futuro político argentino.
Desaparecido Julián Domínguez de las opciones, muchos se preguntan a quién votaran los que lo votaron a él el domingo de las PASO. No cabe duda que no deben tener sentimientos de cercanía hacia Aníbal Fernández, que es en sí mismo una figura muy discutida, que tiene muy mala imagen y cuyo nombre aparece involucrado en hechos oscuros que algún momento deberá enfrentar.
Muchos dicen que por la candidatura a gobernador de la provincia (que puede a su vez arrastrar decisiones en materia de voto presidencial) es por donde puede pasar una eventual conversación Macri-Massa: “Bajo mi candidato a gobernador y establezcamos algún acuerdo a cambio…”, por ejemplo.
Son todas hipótesis. En realidad no sabemos nada. Scioli está cerca, pero puede quedarse en la mismísima orilla si los demás son inteligentes. Macri tiene al alcance de la mano su mejor posibilidad en años, pero debe reciclar su campaña y parte de su discurso para lograrlo. Y Massa es el vector que puede decidir todo. Son setenta y cinco días que pueden pasar a ser recordados como los que salvaron la Argentina o el lapso de tiempo en donde el país decidió perder para siempre el tren del progreso.