Por: Carlos Mira
“No existe otro ser en el mundo al que le guste más
la plata en efectivo que a un hombre de izquierda”.
Pablo Emilio Escobar Gaviria
Hoy el diario Infobae publicó una información que puede cambiar el curso de los acontecimientos en una de las causas judiciales más importantes que tramitan hoy ante los juzgados federales.
Se trata de un escrito presentado por los hijos menores de Lázaro Báez, Leandro y Luciana, por el que recusan al juez Sebastián Casanello bajo el argumento de que el juez montó la causa que tiene detenido a su padre para proteger a la familia Kirchner y que la estrategia del expediente —incluidos los abogados de Báez— es dirigida directamente por Cristina Fernández, en un diseño decidido por la ex Presidente en reunión con el juez Casanello, Wado de Pedro y el ex viceministro de Justicia, Julián Álvarez, que tuvo lugar en Olivos.
Tal y como si fuera el relato de escenas que transcurren en la serie El Patrón del Mal, la crónica describe serias divergencias en el seno de la familia del ex cajero del Banco Santa Cruz que habrían estallado ahora con la presentación que tiene como objetivo separar a Casanello de la causa.
El escrito cuenta que el juez disponía desde hace por lo menos tres años de un caudal de pruebas idéntico al que posee ahora (salvo por el video de gente contando dinero en La Rosadita, aun cuando aclara que, a falta de ese, disponía de otro en el que se veía a varias personas sacando abundante documentación del mismo lugar, sin que el juez hubiera movido un dedo por eso) y que se basó, para detener a Báez, en declaraciones del testigo Leonardo Fariña, incluso cuando se cuidó muy bien de usar otras de sus declaraciones para llamar a pedir explicaciones ante su juzgado a las personas que ejercieron el poder hasta el 10 de diciembre.
En efecto, Leandro y Luciana Báez ponen ahora por escrito lo que saltaba a la vista de un modo groseramente obvio: tanto Casanello como Guillermo Marijuán se la han pasado hablando de sobreprecios en la obra pública y de adelantos financieros del Estado sin que por ello se les haya ocurrido, aunque sea por simple curiosidad judicial, citar a los estrados a los funcionarios que los aprobaban para que den las correspondientes explicaciones. Del mismo modo, hacen notar que la propia trama que aparece en la causa no sería posible sin la participación de una cantidad importante de entes estatales a cuyos responsables tampoco se ha citado. Hacen la excepción de Ricardo Echegaray, aun cuando tampoco se muestran conformes con la profundidad con la que el juez lo ha investigado.
Los hijos de Báez ponen especial énfasis en relatar que el juez no parece interesado en saber quiénes eran los últimos eslabones de la cadena de corrupción y que pretende detener su investigación acusando de todo a su padre, quien a juicio de ellos sería tan sólo un prestanombre de Kirchner.
En ese sentido, el escrito de hoy solamente sería una primera presentación a la que seguiría otra, en donde los hermanos menores de la familia mostrarían un contradocumento que demuestra que su padre era un mero testaferro de los Kirchner.
Según supo Infobae, Leandro y Luciana tendrían en su poder una agenda de su padre en la que constan al menos tres encuentros, todos a medianoche, en Olivos, entre la entonces Presidente, el juez Casanello, Wado de Pedro, Álvarez y el propio Báez. En ese mismo material constarían comunicaciones entre Báez y Casanello antes de que el primero fuera detenido. Los hermanos Báez pedirían que se investiguen al menos cuarenta llamadas telefónicas que el juez Casanello hizo a Santa Cruz el día que Báez fue detenido en San Fernando.
Como surge del relato, no hay nada nuevo que la gente común, medianamente informada, que ha leído los diarios en los últimos tres años o ha visto los programas de investigación periodística por televisión, no supiera. Sólo Casanello ha aparecido como al margen de lo que estaba ocurriendo. Cuando todo pasó a ser demasiado evidente, sólo se limitó a levantar el nivel de espectacularidad mediática de las actuaciones, pero no a dirigir sus investigaciones hacia el origen del dinero que, como no puede ser de otra manera, proviene del robo a los bolsillos del pueblo.
Casanello ha repetido más de una vez que Cristina Elisabet Fernández no está siendo investigada en esta causa y que no será citada a declarar. Recientemente, en un reportaje para La Nación, dijo que no la conoce y que nunca en su vida la vio en persona y que nunca habló por teléfono con ella, al mismo tiempo que negó su vinculación con la agrupación política La Cámpora.
Hace ya varios meses que en estas mismas columnas hemos avisado sobre el papel que en un futuro próximo deberían tener los tribunales de alzada, jerárquicamente superiores a Casanello, para salvar esta investigación y para que finalmente los culpables últimos y verdaderos responsables del saqueo al Estado no se salieran con la suya.
Los hijos menores de Báez han apretado el botón que enciende esa maquinaria. Ahora será la Cámara Federal la que, más tarde o más temprano, deberá entender en el pedido de recusación. Recordemos que esa misma Cámara le había solicitado al juez que ampliara su investigación y que no la limitara a menudencias.
Si esos mecanismos funcionaran, Casanello podría ser reemplazado como juez de la causa de la ruta del dinero, lo que daría una oportunidad más a la verdad. Luego podría tener un Jury en el Consejo de la Magistratura y un juicio político que, eventualmente, lo destituya.
Pero eso no es lo importante. Casanello es, al fin y al cabo, una anécdota. Lo importante aquí es que los mecanismos de vigilancia y control funcionen intrajudicialmente. Hasta ahora no lo han hecho, porque —repetimos—, tal como lo dicen los hermanos Báez, las pruebas para dirigir la investigación hacia los Kirchner estaban a disposición del juez hace ya varios años y, sin embargo, más que esos rezongos infantiles, Casanello no fue interpelado por sus superiores como hubiera correspondido.
Tampoco Daniel Rafecas, que durmió la causa Hotesur por ocho meses y puso en peligro pruebas cruciales, ha recibido un solo pedido de explicación de la Cámara que debe ejercer sobre él una tarea de superintendencia.
Ojalá ahora la enjundia furiosa de un par de chicos sirva para que esta vez la causa reciba el zamarrón que está necesitando urgentemente.