La “cristinización” de Scioli, una carta peligrosa

Daniel Scioli decidió ponerse un traje de antipatía para enfrentar las consecuencias de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Quizás sea un primer ensayo sobre el curso de modales kirchneristas que, aparentemente, ha decidido tomar.

Durante meses -si no años- trató de convencer a media ciudadanía de que, pese a ser “un hombre del proyecto”, él era distinto, dialoguista, educado, de buenas maneras.

Pero el desastre que es su provincia puesto de manifiesto por la inclemente naturaleza, sumada a la falta de controles y a una administración ineficiente, parece haber sacado de su centro al gobernador, que no tuvo mejor idea que salir al cruce de Mauricio Macri, del peor modo.

Durante mucho tiempo vendió la imagen de la amistad y de la relación de respeto que lo unía al hoy candidato de Cambiemos. Pero bastó que este comentara los trabajos de ingeniería hidráulica que harían falta en la provincia de Buenos Aires y que no se han hecho en todos estos años, para que el gobernador saliera con los tapones de punta.

A su juicio también estaría mal que los candidatos de la oposición hayan hecho comentarios sobre las inundaciones: según Scioli, esos son aprovechamientos políticos de las desgracias. Continuar leyendo

Setenta y cinco días históricos

Desde el lunes parece que todos nos hemos convertido en arquitectos o en constructores: todos hablamos de “techos” y “pisos” tratando de resumir en esas palabras las futuras posibilidades de los candidatos más votados en las PASO.

Han quedado seis finalistas, dos con chances claras, uno que tercia en esa discusión y tres que no tienen ninguna posibilidad.

La primera pregunta es qué ocurrirá con estos últimos ¿mantendrán sus candidaturas o las bajarán? Entre los tres reúnen algo así como el 9% de los votos. No parece que Nicolás Del Caño vaya a tomar esa decisión porque representa un sector bien definido que necesita tener un candidato propio. Pero Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbizer, en función de determinados fines, podrían hacerlo. Estamos hablando del 6% de los votos. 

Otro interrogante es saber qué pasó con la gente que no fue a votar que fue un porcentaje más alto que lo normal. Allí hay 30% del padrón.  Continuar leyendo

Unas PASO singulares y contradictorias

Las elecciones PASO que hoy se llevan a cabo en todo el país han concitado, obviamente el interés de todos. Se trata del primer eslabón en la carrera hacia la Presidencia. Y como no podía ser de otra manera, el evento está rodeado de las infaltables curiosidades argentinas, que muchas veces tiñen de modo particular lo que serían los compromisos electorales equivalentes en otros países.

En efecto, a este turno de votación se lo llama “primarias” (nombre tomado a todas luces de la tradición americana de las “primaries”), dando la impresión, para el que no lo sabe (un extranjero, por ejemplo), de que los partidos eligen sus candidatos internamente. Pero la singularidad argentina ha inventado otra cosa.

Aquí hay partidos que no dirimen nada, que no eligen candidatos, que no resuelven, en suma, ninguna interna, ninguna primaria, sencillamente porque concurren a la elección con un solo candidato. En honor a la verdad esos partidos no deberían participar de las PASO. Si quieren movilizar a todos los ciudadanos para que dediquen un domingo de su vida a ir a elegir candidatos obligatoriamente, de partidos que no son los suyos, por lo menos que los hagan ir para seleccionar entre más de una alternativa. De lo contario, el ciudadano no está votando en una interna, sino en una externa. Continuar leyendo

El bochorno santafesino

Lo ocurrido en Santa Fe durante el escrutinio de las PASO resulto un verdadero escándalo. Un mamarracho, como coincidieron en calificarlo varias fuerzas políticas incluidas las oficiales.

Francamente no se puede creer que en pleno siglo XXI estemos hablando de esto.

Es mas aun en un país como la Argentina permanentemente cruzado por denuncias oscuras, las de fraude eran vistas como una rareza: todo el mundo coincidía en que podían registrarse anomalías menores pero que jamás podían ponerse en duda resultados electorales completos por maniobras de esta naturaleza.

Sobre la gravedad de los hechos se agrega que durante 48 horas la verdad se ocultó, no se dijo nada. Se dejaron correr los números “formales” del resultado y hasta comenzaron a hacerse análisis de esos guarismos como si fueran los verdaderos y como si realmente reflejaran ña voluntad de la gente.

El gobernador Bonfatti hizo un verdadero papelón cuando declaró que el problema es que habían sido “extremadamente transparentes”. ¿Que quiso insinuar? ¿Que tendrían que haberse hecho los tontos y ver si el zapallazo “pasaba”?

Hubo mesas en donde votaron familiares de Del Sel en donde el candidato del PRO sacó cero votos.

En total, son mas de 245000 votos, el 10% del total, que no se sabe dónde están o donde estuvieron todas estas horas.

Ahora dicen que harán el escrutinio en 10 días. ¿Será confiable ese recuento? ¿Que pasó fisicamente con las boletas que no se contaron el domingo? ¿Donde estuvieron hasta el martes en que se empezó a sospechar que algo muy raro había ocurrido?

¿Y si el nuevo recuento arroja un resultado mucho mas desfavorable para el socialismo? ¿Como impactará eso en las elecciones generales, especialmente en Rosario donde de por sí ya no le fue bien?

Como fuere se trata de una mancha mas a la moralidad media argentina que ya se encuentra bastante deteriorada.

El retroceso de estos años ha sido tan generalizado en materia de honestidad pública que lo de Santa Fe juega como una confirmación en el peor de los sentidos.

Lo único esperable es que el bochorno sea reparado y que las elecciones subsiguientes sirvan traer un soplo de aire fresco y sano a tanta oscuridad.

Cuenta regresiva

El reloj de la cuenta regresiva se ha puesto en marcha de manera inexorable. Ya no es un simple recurso publicitario de campaña, sino que han comenzado a correr plazos legales para el calendario. 

¡Las leyes! Aunque a veces parezca mentira estamos gobernados por ellas y, por encima de la voluntad de algunos que aspiran a colocarse fuera de su alcance, son las leyes las que dominan el calendario y las formalidades. 

En la Capital en poco más de un mes se votará en las PASO para decidir los candidatos finales a la elección del 5 de julio. Y es en la Capital en donde también han comenzado a tener principio de ejecución algunas conductas que, hasta ahora, eran simples especulaciones. Continuar leyendo

La estupefacción del gobierno dueño

Lo que está ocurriendo en la Argentina es francamente bizarro. Los problemas se acumulan y nadie los atiende. El gobierno de la señora de Kirchner parece paralizado detrás de paranoias incomprensibles para alguien que se ufana de haber construido un aparato estatal que todo lo controla y que a todo puede dar respuesta.

La reacción frente al programa PPT del domingo por la noche más que desmedida fue incomprensible. Sólo alguien muy fatigado por el poder podía no ver la magnitud del daño que se autoinfligiría tomado por el camino que tomó el gobierno.

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Entre la locura y el Tigre

Las PASO ya son historia. Pero su resultado recién comienza. La rotunda derrota del gobierno en prácticamente todo el país electoralmente útil plantea interrogantes serios para el futuro de la Argentina. Si estuviéramos frente a un gobierno normal, lo más lógico sería suponer una recepción del mensaje, un ajuste del rumbo para ponerlo más acorde a lo que la votación arrojó y una apuesta a que esa corrección sea percibida por la sociedad para recuperar, en la elección de octubre, algo de lo perdido ahora.

Pero el país no tiene un gobierno normal. El país tiene un gobierno sectario; un gobierno que, sentado en las instituciones de todos, gobierna para una facción. Como todo gobierno faccioso siempre se atribuirá el triunfo: cuando gana porque gana; cuando pierde porque esa es la señal de que su lucha contra los verdaderos poderes enquistados en el conservadurismo argentino no está terminada y que deben redoblarse los esfuerzos para vencerlos definitivamente.

Del discurso de la presidente de ayer por la noche se deduce eso. La señora de Kirchner no admite nada, ni un error, ni una culpa, ni una falla. Nada. Ellos ganaron, “porque estas eran elecciones nacionales” y porque “son el David que lucha contra todos los medios y gobierna todos los días”.

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El campo se la ve venir

El discurso del presidente de la Sociedad Rural el sábado dijo cosas que ningún político de la oposición se anima a decir. Era él el que parecía un político. Otros dirigentes del campo se sorprendieron por la crudeza de las palabras. Pero su postura dejó en claro que la división de la Argentina es profunda y que su cicatrización será difícil. El gobierno de los Kirchner ha tenido, en ese punto, la eficiencia de la que ha carecido en la gestión. Si hubiera sido tan eficiente en disminuir la pobreza, acumular capital, elevar el nivel de vida, mejorar la infraestructura y disminuir la pobreza, hoy la Argentina sería un país vivible, con alta inversión, creación de empleo, mejora real del salario y bajos índices de inseguridad.

Pero el gobierno puso todo su énfasis en generar un enfrentamiento entre dos países irreconciliables: o se está con ellos o se está contra ellos; su último eslogan de campaña vuelve con la misma cantinela: “hay que saber elegir”, como si lo único elegible fueran ellos.

Pero a ese factor social se suma otro ingrediente. La división de la gente se apoya sobre un tembladeral económico; parte de las mentiras repetidas durante estos últimos diez años ya no tienen margen para su continuidad y mantenimiento y comenzarán a demandar correcciones impopulares.

¿Cómo reaccionarán los engañados de todos estos años? La única manera de mantener lubricado los bolsillos de aquellos a quienes se ha comprado a fuerza de dinero abundante será multiplicar la emisión. Pero ese procedimiento incendiará los billetes en las manos de la gente que verá caer su poderío de compra ya no por mes, sino por horas.

Los sindicatos pueden generar un escenario de tensiones permanentes si el gobierno no da respuestas y esas respuestas tarde o temprano deberán volcarse a la ortodoxia. Las cajas internas van agotándose (aunque quedan algunas) y el gobierno ha inmolado la posibilidad de recurrir a los mercados internacionales, que, dicho sea de paso, están por pronunciarse categóricamente en favor de que la Argentina pague lo que le debe a los tenedores de bonos que no entraron en el canje de deuda.

Esa desesperación puede ser la fuente de algunos disparates que incluso en estos días comenzaron a despuntar. En ese sentido el inefable Guillermo Moreno ha presionado a algunos bancos para que le “sugieran” a sus clientes que vendan sus dólares. ¿En calidad de qué una institución financiera va a prestarse a ese apriete?

¿Con qué autoridad supone Moreno que un banco puede decirle a una persona que venda sus dólares?

El fracaso estrepitoso de la operación de los CEDINES (que consistía en entregar dólares verdaderos a cambio de dólares falsos) puede llevar a una radicalización de la tendencia estableciendo, por ejemplo, un impuesto especial sobre fondos declarados en el exterior para obligar a una repatriación forzosa. Algunos economistas sostienen que ésta es una posibilidad nada disparatada.

El resultado de octubre (no de agosto, sino de octubre) puede tener un impacto sobre estas cuestiones.

Un gobierno normal frente a una derrota esperable en la provincia de Buenos Aires podría reaccionar reviendo algunas de sus posturas. Pero el de la señora de Kirchner no es un gobierno normal. Algunos sostienen que es el resultado de un combo de impericia, corrupción y malicia. El producto de esos ingredientes no retrocederá fácilmente aun con una derrota. Es más, sus antecedentes inmediatos lo confirman. En 2009 cuando Francisco De Narváez derrotó a Kirchner y a Scioli juntos, el entonces esposo presidencial redobló la apuesta y en pocos meses había conseguido salirse con la suya. El manejo del dinero fue fundamental para bloquear el nacimiento de una oposición más o menos ordenada. En aquel momento pudo hacerlo. ¿Están dadas las condiciones para repetirlo ahora?

Como se ve la cuestión vuelve a caer en el mismo punto: la necesidad de manejar fondos. Para hacerse de esos fondos el gobierno hará cualquier cosa. O mejor dicho, es capaz de hacer cualquier cosa.

Es justo reconocer que los Kirchner les han encontrado el punto “G” a los argentinos. Ese lugar crucial de máximo éxtasis es el dinero. A fuerza de dinero el gobierno ha conseguido objetivos que si fueran analizados desde el punto de vista de los principios o las convicciones, jamás habrían sido posibles.

Pero la sociedad tiene una cuestión evidentemente irresuelta con la plata: desarrolla un discurso completamente crítico hacia la importancia de lo material, pero luego está dispuesta a hacer cualquier cosa por dinero.

La irrupción de un discurso duro como el de Etchevehere impacta más porque ningún dirigente de otra fuerza viva de la sociedad se había animado a llegar tan lejos. Todos siempre han dejado una rendija para pactar con el gobierno. No se sabe si ha sido el miedo, la revancha, el escrache o la persecución,  pero lo cierto ha sido que la comunidad empresaria no se ha expresado en defensa de los valores republicanos ni siquiera cuando el atropello llegó a los mismísimos principios por los cuales las empresas existen, como por ejemplo, cuando costados inconfundibles del modelo atentaron contra el derecho de propiedad.

Esa ausencia de valentía tiene que ver con aquella relación irresuelta con el dinero: siempre se cree que éste estará más en peligro si se enfrenta al poder real que si se pacta con él. Muchos, pensando así, han comenzado a tejer la soga con la que van a ahorcarlos.

Once millones de personas viven, de una u otra manera, gracias al dinero del Estado. Se trata de un ejército que puede defenderte o matarte. El gobierno ha apostado a la pauperización de una enorme porción de la sociedad para después colonizar su cerebro con la farsa de su relato: transforma a la gente en pobre, para después decir que es el gobierno de los pobres. Mejora su condición un escalón, pero siempre estando atento a que la mejora sea lo suficientemente visible como para usufructuarla electoralmente pero económicamente inoperante para cambiar el modelo de pauperización mental. El control sobre la ingesta alimenticia es fundamental para aspirar a seguir produciendo zombis que se encandilan con un billete nuevo en su bolsillo sin darse cuenta que ni ellos ni su prole pueden pensar.

El enorme valor agregado generado por el campo en los últimos 10 años ha servido para multiplicar una máquina de empobrecimiento. El dinero se ha usado para fabricar más pobres. Luego a esos pobres se les ha dicho que sin el gobierno de su lado morirían de hambre. Esta ha sido la manifestación más profunda de la corrupción. Una estafa divisionista que ha sido exitosa, que no tiene miras de cesar y por la que el gobierno vive y perdura. El escenario de los próximos años se caracterizará por la lucha para hacerse de los fondos que financien la continuidad de esa idea.  Etchevehere sabe que tiene todos los números de la rifa cuyo premio mayor son esos fondos. Quizás eso explique la aridez de sus palabras.