Urgente una diagonal

Existe una corriente de pensamiento que cree que lo que votó la sociedad el 22 de noviembre es un proyecto de despresidencialización de la política, entendiendo por eso una nueva forma de relacionamiento entre la gente y el Presidente, según el cual este será más prescindente de la vida cotidiana de las personas y estas cobrarán más relevancia en el destino de sus propias vidas. ¡Ojalá Dios oyera a esos que interpretan la realidad de ese modo y les diera la razón en los hechos!

Hace ya seis años que imaginamos en estas mismas columnas lo que llamamos “Discurso imaginario de un presidente”, en donde soñábamos exactamente con eso: un jefe de Estado que nos dijera que no había llegado a ese sillón para ser nuestro papá y que cada uno de nosotros, en medio de un clima generado por sus medidas de razonabilidad económica, delineara su horizonte y su felicidad.

Pero hay que reconocerlo: esa cultura política no está en nuestros genes. Para ser simple: no hay tal cosa como haber votado un proyecto de despresidencialización de la Argentina. Lo que la sociedad votó mayoritariamente fue un cambio por hartazgo de un escenario —en gran medida ya grotesco— en el que desde el robo hasta el mal gusto se habían apoderado de la realidad; la sociedad no lo resistió más.

Pero de allí a concluir que los argentinos renunciaron a tener un papá-presidente hay un trecho inmenso que la sociedad no cruzó.

Frente a esta realidad se conciben dos estrategias: Continuar leyendo

¿Y el arte del acuerdo?

Mientras los allanamientos en el sur continuaron proporcionando novedades durante el fin de semana y los sindicalistas realizaron su convocatoria por el 1° de mayo, un capítulo de los dichos del Presidente durante la campaña electoral y en su discurso inaugural sigue sin demasiada visibilidad. Se trata de lo que Macri llamó “el arte del acuerdo”.

En efecto, frente a las medidas de notorio impacto en la economía familiar, el Presidente no ha sido visto como a muchos les hubiera gustado, en reuniones imparables con gremialistas, empresarios, ONGs y otras fuerzas vivas de la sociedad. 

La mayoría no recibió ninguna explicación de por qué era necesario hacer lo que se hizo; tampoco nadie fue llamado para negociar una manera de presentarle esto a la gente ni para elaborar algún amortiguador que contara con el consenso de los distintos sectores. Continuar leyendo

Llegó la hora del relato

Durante doce años la sociedad argentina se bancó una monumental mentira que invadió casi todos los rincones de la realidad y sobe la que se construyó una realidad paralela, virtual, completamente mentirosa respecto de lo que ocurría realmente, que tuvo el enorme efecto de un narcótico generalizado que hipnotizó a una mayoría decisiva de argentinos.

Bajo los influjos de ese estupefaciente nació una generación de zombies que siguió, poco menos que ciegamente, un proyecto cuyo único objetivo consistía en el saqueo del Tesoro Público.

El relato se apoyó, básicamente, en dos sostenes fundamentales: una épica revolucionaria, populista, nacionalista, divisoria y antioccidental; y una lluvia de mensajes a repetición que llenaba el espacio público con supuestos logros que solo aparecían en estadísticas falseadas, en obras que nunca se hacían, y en un copamiento visual constante que no ahorró cadenas nacionales, la construcción de un aparato paraestatal de propaganda fondeado con dinero de todos y una irresponsable emisión monetaria que depreció la moneda local hasta convertir a su billete de máxima denominación en el equivalente a cinco dólares. Continuar leyendo

Ante una posibilidad histórica

El Gobierno de Mauricio Macri se enfrenta a una situación paradójica. Todos dirían que un escándalo en el seno mismo de la oposición (o de una parte importante de ella, que sigue representando el llamado modelo anterior) lo favorecería políticamente.

Se trata, para colmo, de un tipo de descomposición de las que hacen más daño público: la descomposición moral, la que no trepida en provocar acusaciones de unos contra otros, enfrente de todos; personas que integraban el mismo espacio (para algunos la misma banda) hasta hace algunos meses tirándose con dardos envenenados y calificándose con duros adjetivos, o bien recomendando “no perder la memoria” (como Lázaro Báez le sugirió a la mismísima Alicia Kirchner).

Es, al final de cuentas, el escenario político que todo dirigente en el Gobierno desearía ver en el interior de las agrupaciones que se le oponen políticamente. Sin embargo, al lado de este panorama en el kirchnerismo más cerril, también se abren disyuntivas en Cambiemos. La Dra. Elisa Carrió ya ha emprendido una avanzada para impulsar las causas de investigación contra funcionarios del Gobierno anterior —empezando, claro está, por Cristina Fernández— o contra empresarios relacionados con ese régimen —Báez y Cristóbal López, principalmente. Continuar leyendo

Política y daños colaterales

El presidente Mauricio Macri ha resuelto crear una mesa política para evitar cortocircuitos comunicacionales de sus medidas y tratar de prevenir los inconvenientes que futuras decisiones puedan conllevar. Esa mesa está integrada por el jefe de gabinete, Marcos Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, el secretario de Comunicaciones, Jorge Grecco y ministros específicos que se agregarían según la temática.

Como todo el mundo sabe, el Gobierno de Cambiemos ha sido etiquetado como un Gobierno de gerentes, lo que da a entender que tiene una inclinación a medir toda la realidad argentina por resultados aritméticos y a no considerar los inasibles e inmedibles costados de esa misma realidad que algunos califican, justamente, como la política.

Así se expresó la semana pasada la reina de esa frase, la ex presidente Cristina Fernández, que hizo de su mandato una especie de éxtasis de lo inasible, al mismo tiempo que —mientras cantaba esa canción— hacía desaparecer miles de millones de dólares (muy asibles) que nadie sabe dónde están. Porque la verdad es que no están. En la década de mayor flujo de dinero hacia la Argentina por los precios de sus commodities y las condiciones financieras internacionales, la infraestructura se destruyó y la pobreza alcanzó la satelital cifra del 30% de la población. ¿Dónde fue a parar todo ese dinero? Si no está en obras y no lo tiene la gente, ¿se lo habrá llevado la política? No se sabe, lo único cierto es que no está. Continuar leyendo

Una descomposición total

Evidentemente el gobierno de Cambiemos no tenía idea del estado del país al 10 de diciembre de 2015. Recuerdo que al día siguiente de la asunción del presidente Macri desde estas columnas reclamamos la convocatoria a una “gigantesca conferencia de prensa” para revelar al mundo las condiciones en que el nuevo gobierno había recibido el Estado.

Obviamente se trató de una notoria inocencia de nuestra parte: la profundidad de la podredumbre es de tal magnitud que habría sido imposible trasmitirla a solo horas de haber asumido. Y conste que aquel reclamo estaba destinado a que se revelara un inventario más bien económico del estado del país. Pero con los acontecimientos de la triple fuga y de la posterior persecución no caben dudas de que la cuestión económica es casi una “decoración” de la degradación a la que el gobierno de los Kirchner -y fundamentalmente el de Cristina Fernández- ha llevado a la Argentina.

Los apóstoles de la supremacía del Estado han desmantelado el Estado. Aquella pantalla solo servía para el enriquecimiento personal, pero no para dotar a las instituciones y a las fuerzas públicas de la eficiencia y de la profesionalidad que deben tener en un país moderno.

Los argentinos han sido puestos ante una orfandad atroz. Por una impericia -o quizás connivencia- que no registra antecedentes entre los funcionarios públicos y el bajo mundo del delito, el país está completamente huérfano de fuerzas que lo cuiden.

Las nuevas autoridades prácticamente deberían estar haciendo muchas de las tareas de recaptura de Cristian Lanatta y Victor Schillachi con sus propias manos para estar seguros de que sus indicaciones se cumplen en tiempo y forma. Otro tanto cabría para la nueva custodia que debería tener Martin Lanatta: lo único seguro seria que poco menos el mismísimo presidente sea su carcelero.

En ese estado de indefensión se encuentra el Gobierno y el país entero. Este estado de cosas, conforme avance el tiempo y se progrese en la toma de conciencia sobre cómo ha quedado todo, debe darse a conocer a la sociedad.

De la misma manera que los números económicos de la provincia de Buenos Aires empiezan a conocerse con expresiones de espanto (deudas no registradas por 54.000 millones de pesos, deuda de 28.000 millones con el Banco Provincia, atraso en el pago a proveedores por 8.000 millones, deuda con la obra social estatal (IOMA) por 2.500 millones y con los municipios por 1.400 millones, y otros 16.000 millones en déficit de sueldos y aguinaldos) a nivel nacional el gobierno de Macri debe revelar el estado contable, la situación institucional, la mugre de los organismos de seguridad, su conexión con el narcotráfico, la cantidad de agentes estatales acomodados por el régimen, en fin, todo, dar a conocer el estado completo de descomposición al que doce años de populismo han sometido a la Argentina.

Se sabe que muchas veces los bienintencionados especulan con no revelar todo el mal cometido por los malintencionados para no seguir profundizando las divisiones y para dar un corte y una vuelta de página a un pasado oscuro. Incluso muchas veces especulan que, con ese proceder, los malintencionados se conviertan en bienintencionados. Olvídenlo con Cristina Fernández. Nada de lo que haga Cambiemos para bajar los decibeles del rencor hará que ella se desvíe un milímetro de su objetivo de destruir toda posibilidad de éxito para el nuevo Gobierno. Su norte la dirigirá a hacer cualquier cosa con tal de entorpecer, ensuciar, boicotear los pasos del presidente. Dará órdenes, reclamará lealtades, dispondrá estrategias, todo para lograr su meta que es regresar al poder para reinstalar un populismo recargado.

En ese marco no tiene sentido ser condescendiente, como indica la teoría Durán Barba: nadie recordará las responsabilidades manifiestas de la Sra. de Kirchner si el nuevo gobierno no las pone a todas y cada una en blanco sobre negro delante de la sociedad e, incluso, en manos de la Justicia.

El triste espectáculo del fin de semana que reveló cómo fuerzas penetradas por el delito luego de años de abandono material y espiritual en manos de un gobierno que se propuso poco menos que destruirlas, son capaces de jugar a favor de prófugos peligrosos, de engañar a los superiores de los que emanan órdenes precisas con coordenadas exactas, debe servir de lección no solo a Macri -para saber con qué bueyes ara- sino a toda la ciudadanía para saber separar la paja del trigo y señalar con toda fortaleza a los verdaderos responsables de este desquicio.

No hay ninguna razón para que los irresponsables demagogos que se enriquecieron ilícitamente durante años y que encima nos entregaron a semejante estado de indefensión se salgan con la suya. Estamos hablando de responsabilidades que deben ser primero reveladas a todos nosotros y luego cobradas con todo el peso de la ley.

La Justicia no puede estar ausente de este partido. Los jueces no pueden hacerse los zonzos. Su deber es desentrañar hasta su mayor profundidad toda esta decadencia infame y toda esta putrefacción maloliente.

Lo mismo vale para el peronismo que quiera convertirse de una buena vez en republicano. Su deber es expulsar de su partido a quienes, usando su sello, han llevado a las instituciones a este estado de desaprensión.

Si el gobierno, -dando a conocer el estado en que el país se encuentra de verdad y el plan que tiene para recuperarlo-, la oposición republicana -terminando de una buena vez con la especulación estúpida y acercando ideas para mejorar-, la Justicia –actuando como corresponde para poner presos a quienes tengan que ir presos- y la ciudadanía -entendiendo lo que realmente pasó aquí y quiénes son sus verdaderos responsables- no hacen lo que tienen que hacer la Argentina habrá perdido una oportunidad única para limpiar, de una buena vez, toda la mugre que tapa su futuro.

Salir de la descomposición

La herencia que recibió Cambiemos del Frente para la Victoria ha sido devastadora. No hay una sola cosa en su lugar. En materia de cloacas institucionales, la fuga de los hermanos Lanatta y Schillaci ha puesto de manifiesto la podredumbre a la que ha llegado la connivencia entre el narcotráfico, la política y las fuerzas de seguridad.

A esta altura ya nadie cree que los tres delincuentes simplemente tuvieron la oportunidad de escapar y lo hicieron. La gobernadora María Eugenia Vidal llevaba exactamente catorce días en el gobierno cuando los asesinos del triple crimen salieron por la puerta principal del penal de General Alvear. No hay casualidad cuando no parece haber casualidad.

Los zafarranchos que ocurrieron sobre fin de año, cuando se decía que los delincuentes estaban rodeados (después de haber herido gravemente a dos policías) y en los días siguientes, cuando cambiaron varias veces de auto, “visitaron” a la suegra de Schillaci y compraron en una verdulería no son más que la evidencia de una cadena de corrupción que antes de estar buscándolos parecería estar avisándoles los próximos movimientos.

El Gobierno de Mauricio Macri debe enfrentar varios frentes al mismo tiempo y no puede darse el lujo de fallar. Si lo hace, el regreso del populismo será definitivo a la Argentina y esta vez vendrá radicalizado de verdad. Continuar leyendo

Un nuevo comienzo

Finalmente Mauricio Macri es el presidente electo de la Argentina. Un hecho simplemente inconcebible sólo unos meses atrás se ha transformado en realidad. Una noche de doce años de oprobio y despotismo ha terminado. Lo que queda por delante es una tarea ciclópea. La columna vertebral del país ha sido destruida: se dividió a la sociedad, se fundieron sus reservas, se quebró el aparato de producción agrícola probablemente más eficiente del mundo y se unió a la Argentina a los carros de los peores autoritarismos del planeta.

La magnanimidad será la palabra de la hora. De todos. De Macri, extendiendo la mano hacia quienes no lo votaron. De los que perdieron, aceptando el cambio de época. De la sociedad civil que deberá ser paciente y comprensiva. De los sindicatos, que deberán colaborar para mantener la paz social. De los empresarios, que deberán ser más emprendedores que dueños de empresas y de los trabajadores, que deberán confiar en un futuro mejor para sus familias.

Pero todo lo duro que pueda ser ese horizonte cercano no se compara con la degradación que el país soportó en estos años, con el robo, la prepotencia, el atropello, la ambición enferma por el poder, con la degradación republicana, con la burla a las instituciones y a la Constitución. Continuar leyendo

El miedo a Scioli

Finalmente ocurrió el debate presidencial entre Mauricio Macri y Daniel Scioli. Formalmente el experimento superó las expectativas. Fue mucho más entretenido que el debate de cinco candidatos antes del 25 de octubre (con la ausencia de Scioli) y hubo ingredientes picantes que muchos no esperaban.

Daniel Scioli llegó con la misión de trasmitir el consabido miedo a Macri. En ese sentido, dio vueltas y vueltas alrededor del levantamiento del cepo, de los subsidios, de un eventual arreglo con los holdouts y de la devaluación.

El tiempo corto que había para responder dejó, entonces, una serie de preguntas y respuestas por hacer al candidato del Gobierno y del Frente para la Victoria.

En primer lugar, si como Daniel Scioli dice, un eventual Gobierno de Cambiemos implicará el fin del cepo (el gobernador hizo referencia a él usando incluso esa mismísima palabra), quiere decir que el cepo existe, pese a que su vigencia fue negada una y otra vez por todo el Gobierno desde la Presidente para abajo.

Aceptado entonces ese extremo, habría que haber preguntado cuántos países en el mundo aplican ese instrumento y por qué se cree que la Argentina puede utilizarlo sin sufrir consecuencias. Continuar leyendo

El inverosímil cambio de Daniel Scioli

No caben dudas de que Daniel Scioli ha operado un cambio sustancial dentro de su propia persona. Hasta su rictus aparece forzado, como emitiendo espasmos de sonrisas programadas que, en más de una ocasión, saltan al protagonismo en un momento inadecuado, como ligeramente desfasadas, para luego dar lugar al regreso de otras muecas de nerviosismo igualmente impostadas.

Debe ser que ni él cree lo que ha comenzado a decir. Dicen que cuando uno dice cosas en las que no cree, la química del organismo emite sustancias que transforman las expresiones de la cara. Pues algo parecido le debe estar sucediendo al gobernador, porque las imágenes que entrega su presencia son completamente inéditas. Son tan inéditas como el contenido de sus declaraciones, aun cuando esos mismos dichos sirvan para aclarar un poco más los tiempos que vienen.

Scioli se crió en una familia de comerciantes. Su padre, José, que empezó bien de abajo, se transformó en un gran empresario del retail, con muchas sucursales de su famosa casa de artículos para el hogar. Fue, junto con Héctor Pérez Pícaro, lo que hoy son Garbarino y Frávega.

Esa crianza le enseñó cuántos pares son tres botas. En otras palabras, quién es el que crea la riqueza de un país, de quién depende la creatividad y, fundamentalmente, quién es el principal generador de trabajo en una sociedad. Continuar leyendo