La necesidad de explicar constituye un problema. Más allá de lo rotundamente convincente que sea la explicación, el solo hecho de que haya que salir a darla es un dolor de cabeza. Y cuando se debe salir a explicar una cuestión que roza la posibilidad de algo, digamos, incorrecto y que encima tiene por protagonista al presidente que se ve en la obligación de aumentar el precio de los servicios públicos 500% para terminar con una formidable distorsión económica provocada por doce años de demagogia y fantasía, muchísimo peor.
Esta es la situación que domina el ambiente mediático y político desde el domingo a la tarde, cuando se conocieron los pormenores de los llamados “Panama Papers”, que, entre otras cosas, develaron que Mauricio Macri figuraba como director de una empresa offshore con sede en Panamá.
Desde ese momento hasta ahora se han sabido muchos detalles del asunto divulgados de manera bastante inorgánica por el propio Presidente y por otra gente del Gobierno. Según esas aclaraciones, Macri simplemente llenaba un lugar de un requerimiento burocrático necesario para que Franco Macri —su padre— pudiera abrir, en 1998, esta empresa.
También se supo que el titular del grupo familiar había declarado, ante la entonces Dirección General Impositiva (DGI), la existencia de esa empresa y que esta no habría operado ni siquiera para lo que se suponían que eran los objetivos iniciales, esto es, llegar al mercado brasileño con el servicio de cobros exprés Pago Fácil. Continuar leyendo