La gestión tiene varias herramientas a su alcance para que una organización cumpla sus objetivos. En el caso del Estado, que es una organización, puede acceder a un sinnúmero de ellas, que le permitan mejorar la forma en que viven los argentinos. La estructura tributaria es justamente una de esas herramientas, que no sólo sirve para recaudar, sino también para establecer políticas de Estado y orientar los esfuerzos de los argentinos al bien común.
Cuando se trata de optimizar procesos en una organización, quienes nos dedicamos a diseñarlos sugerimos siempre que no haya controles manuales, sino automáticos, siempre que eso sea posible. Pero por sobre toda las cosas, ningún proceso debe verse interrumpido porque un “guardián” demora en ejecutar controles. Esto significa que las cosas deben fluir y debe haber un proceso paralelo de control que no interrumpa el flujo de trabajo, sino que lo observa desde afuera. En caso de que se detecte una irregularidad, el proceso de control intervendrá, pero sin interrumpir el trabajo, solamente marcando el error. De esta forma nos evitamos, por un lado, que los guardianes acumulen poder y, por el otro, que el trabajo se vea detenido por la falta de proactividad de un guardián. Continuar leyendo