Hay que admitirlo: la inseguridad es una sensación. Con esto quiero decir que es una cuestión subjetiva: yo puedo sentirme seguro o no. Podría resultar absurdo hablar de sensación de inseguridad en un clima de malestar social y de evidente avance de la delincuencia y del narcotráfico, pero aún así es un concepto que vale la pena explorar.
Yo siempre pongo este ejemplo: asuma que usted está caminando por una zona iluminada, con varios transeúntes y que hasta hay un policía de pie en la esquina por la que acaba de pasar. Es de suponer que en tales circunstancias usted se sentirá seguro. Pero nadie conoce su futuro. Ahora yo le digo que al llegar a la otra esquina alguien lo aguarda para matarlo. Resulta que usted, que se sentía seguro, en realidad no lo estaba, porque la muerte lo aguarda unos metros más adelante. Y si yo lo dejo una noche en un oscuro descampado del Conurbano, usted se sentirá inseguro. Pero viendo su futuro, yo sé que usted va a caminar por ese descampado, nada le sucederá y llegará sano y salvo a su casa en un remise que tomará al llegar a esa luz que se ve en el fondo. Usted se sentía inseguro, pero en realidad nada iba a pasarle. Continuar leyendo