Autoproclamados herederos de una generación que -equivocada o no- se inmoló por una idea, los muchachos camporistas demostraron una vez más la distancia moral que los separa de aquella “gloriosa” Jotapé de los 70.
Pasemos piadosamente por alto el triste nivel intelectual y discursivo exhibido por su jefe, Andrés “Cuervo” Larroque, en cada ocasión en que interviene en público, y concentrémonos en lo más importante: el espíritu con el cual encabezó la “solidaridad” con los inundados, en un operativo consistente en ponerle el sello de “La Cámpora” a las donaciones espontáneas y anónimas de la gente.
Los chicos de la agrupación juvenil oficialista no se sumaron desinteresadamente a las tareas de ayuda. Fueron a sacar ventaja electoral, como el más corrupto de los políticos que alguna vez criticaron. Instituyeron el Operativo de Usurpación de la Solidaridad de los Argentinos.