Causa gracia que tantas personas hayan esperado las condolencias del Gobierno por la muerte del fiscal Alberto Nisman.
¿Cómo puede esperarse empatía de quienes no se conduelen con la muerte de ningún argentino? Corrijo: ¿cómo puede esperarse empatía de quienes sólo reaccionan ante las muertes que creen posible usufructuar políticamente? De quienes no se cansan de usar a los muertos del pasado para justificar cualquier tropelía del presente.
El día en que se refirió por primera vez en cadena nacional al caso Nisman, Cristina Kirchner no se mostró dolida. En cambio, habló de las condenas a autores de crímenes de hace más de 30 años, para autoelogiarse una vez más. Y, para victimizarse, eligió recordar la ya célebre frase de su hijo Máximo: “La bala que mató a Mariano Ferreyra rozó el corazón de Néstor”. Continuar leyendo