El oficialismo tiene la caprichosa costumbre de interpretar toda mala noticia proveniente del exterior como una legitimación del relato. La crisis de deuda europea, la quiebra de Grecia, la desocupación en cualquier lugar del mundo, la pobreza en tierras lejanas, etcétera, etcétera; sistemáticamente, los voceros oficiales y oficiosos de este gobierno consideran que todos esos eventos son otros tantos espaldarazos al modelo y a una década de supuesta prosperidad, a un presente ideal y a un futuro venturoso que serían el legado de 12 años de gestión.
Sin que la realidad avale semejante actitud, se consideran con autoridad moral y política para pontificar sobre todo lo que sucede en el mundo.
¿Por qué extraño mecanismo mental la masiva llegada a Europa de personas que huyen de países asolados por la guerra y el hambre representaría un aval a la política del kirchnerismo en esta larga década? Es un misterio para la psicología. La Argentina, luego de 12 años de errática política exterior, ni siquiera ha incrementado su poder de palabra en el escenario mundial. Todo lo contrario. Continuar leyendo