Entre las muchas obviedades que salpican el discurso oficial y que debimos escuchar varias veces en estos días, está la de que “este Gobierno no generó la deuda”. Como si no lo supiéramos. La última en decirlo fue Cristina Kirchner, en la cadena nacional por la cual confirmó su decisión de avanzar hacia el default, ahora total.
Pero de esta innecesaria aclaración no se salvó ningún auditorio: en junio pasado, el ministro de Economía, Axel Kicillof, utilizó largos minutos de intervención en Naciones Unidas para contarle a un auditorio raleado, y en modo alguno interesado en el tema, la historia de la deuda pública argentina. Desde Rivadavia. Como si Vladimir Putin, en su paso por Buenos Aires, se hubiese quejado ante nosotros de los males con los que lidia en su país por culpa del zar Nicolás II…