En el fárrago de noticias de los últimos días -inundaciones, tragedia, debate por su uso político y por el número de víctimas, irrupción de una caprichosa reforma judicial en la agenda pública, nueva ola de “controles” de precios, etcétera-, pasó inadvertido un interesante anuncio del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak.
“La Argentina es el país que más armas de fuego ha destruido en el mundo”, dijo el funcionario, el 9 de abril pasado, al anunciar el “éxito” del Plan Nacional de Desarme Civil, por el que cualquier persona puede entregar voluntariamente su arma al Registro Nacional de Armas (Renar) para su destrucción, y recibir a cambio entre 400 y 600 pesos.