La educación en el país no está bien. No creo decir nada nuevo, quizá lo novedoso sea que voceros del modelo educativo de los últimos doce años han hablado y manifestado de manera abierta su oposición a la reforma que sobre calificaciones ha implementado la provincia de Buenos Aires. Vuelven los aplazos, los insuficientes, los suficientes y todo lo que define claramente el rendimiento escolar.
Durante los últimos doce años, aunque el problema viene de antes, la educación fue decayendo en calidad y responsabilidad. Nos hallamos en una situación en que, si bien todavía la escuela es una institución valorada, ha perdido jerarquía, como el conjunto de las instituciones sociales. Desde la conducción nacional y las provinciales, en los últimos años, se alentó la pedagogía de hacer las cosas más fáciles. Naturalmente, tienen sus razones, pues elevar los niveles de exigencia hace que muchos o pocos alumnos, en realidad no se conocen números, abandonen la escolaridad y en la calle, sin hacer nada, se pierdan, se expongan al delito y a la droga. “Mejor es tenerlos adentro de la escuela”, afirma esta corriente.
Meditando con honestidad el asunto, siempre es mejor que un niño y un adolescente estén en la escuela y no en la calle. Ahora, ¿cuál es el precio que hay que pagar? La escuela lo paga, la sociedad civil se beneficia. Cuando la escuela y la sociedad tienen intereses diferentes, hay algo que no funciona bien. Continuar leyendo