Los tiempos que vivimos no son amables para quienes el significado de la vida se mide por el éxito, la fama y la centralidad mediática, aun a costa de los más graves sacrificios. Antaño, cuando la notoriedad se adquiría por acciones, que para bien o para mal, sobresalían del comportamiento medio, los responsables de esas conductas eran la representación de una minoría. Se podría decir, de una élite que sobresalía del común por virtudes o defectos. Para el caso, lo mismo da.
Hoy la masiva generalización de los medios de comunicación ha provocado que alcancen notoriedad todos los que están dispuestos a hacerlo. Lo que era reducto de una élite, hoy alcanza al vulgo. En consecuencia, la fama se ha vulgarizado. Es patrimonio de todos. La celebridad está al alcance de las mayorías. La democratización de las sociedades modernas incita la plebeyización de valores o disvalores. Y no abro juicios de aprobación o reprobación. ¡Es así! La revolución en las comunicaciones puso al alcance de todos la notoriedad. YouTube es el escenario de esas representaciones.