El trípode sobre el cual se asienta la inconcreta ideología progresista sostiene que el Estado es un justo distribuidor de la riqueza, garante de la equidad social y promotor del desarrollo económico. Resabio de la cultura decimonónica alemana que afirmaba que cuando un órgano del Estado ejecuta un acto de servicio, ese acto es necesariamente bueno. Así las cosas el estrepitoso fracaso del progresismo en la Argentina se asoma a la vista de todos aunque todos, aún, no lo perciban.
Seguridad, educación, salud y justicia conforman las cuatro obligaciones indelegables de todo Estado que se precie de estar al servicio de su pueblo. En esto hay una absoluta coincidencia entre los distintos cuerpos de doctrina, incluido el liberalismo moderno. Pero cuando uno observa a cada uno de estos rubros descubre que en los últimos doce años han retrocedido respecto de la calidad del servicio ofrecido anteriormente (educación, salud y justicia) y la inseguridad ha escalado a niveles jamás vistos. Continuar leyendo