El bien menos preciado por Estado Islámico: la mujer

Se llamaba Samra Kesinovic, tenía sólo 17 años, ciudadana austríaca, de origen bosnio, rubia menuda de ojos claros, muy bonita, muy joven.

Según versiones de la prensa austríaca, Samra fue muerta a martillazos por soldados del Estado Islámico (ISIS), sus amantes, en el momento en que descubrieron su intención de fugarse de Raqqa para volver a Austria.

La historia de Samra comenzó en el año 2014, mes de abril, cuando desapareció de su casa en Austria (a los 16 años); dejó una carta a sus padres que rezaba (literalmente) esto: “No me busquen, serviré a Alá y moriré por Él”. Seguramente no se refería a este tipo de muerte.

Vía Turquía y con una visa falsa, utilizando las redes de reclutamiento del ISIS, Samra llegó a Raqqa, capital del Califato en Siria. Allí ocurrieron dos cosas muy importantes en su vida, que claramente describen el lugar, el valor que el Estado Islámico asigna a las mujeres.

Por su belleza, se convirtió en poster girl, objeto de propaganda para el reclutamiento de otros foreign fighters, combatientes extranjeros, musulmanes o no, pero siempre fanáticos, que, según cálculos actuales, serían cerca de veinte mil en todo el territorio ocupado por el Estado Islámico (daesh, en árabe). Continuar leyendo

Los “topos” o la última brigada de ISIS

Cerca de cien mil adherentes, quince mil combatientes bien entrenados y mejor armados, siete frentes abiertos y en conflicto armado permanente en solo 2 años. Estos son los datos actuales del poderío del ISIS, el califato islámico o el Estado Islámico.

En Occidente se decidió no llamar al ISIS “califato” o “Estado” para que no se le reconozca formalmente esa categoría al grupo armado terrorista. Se prefiere “la ola negra” (como si fuera una mancha de petróleo en el mar), “las fuerzas del ISIS”, “Daish”, que es el acrónimo anglosajón del Estado Islámico en Iraq y el Levante.

Más allá de la figura de la mancha de petróleo que se extiende sobre la superficie del mar, metáfora que pretende contarnos cómo el ISIS ocupa territorios en frentes distintos, significa también la apropiación por parte de las tropas del califato de los pozos de petróleo y el control de la economía de los territorios que va ocupando. Hoy se autoabastece de fondos con el contrabando de ese petróleo; ya no le hacen falta Catar u otros financiadores.

Un movimiento nacido hace apenas dos años sobre las ruinas de un Iraq maltrecho, recuperado para saquear su petróleo y no para reorganizarlo como Estado verdadero, sumado el desastre humanitario de Siria, que tiene ya cerca de 4,5 millones de sus pobladores expulsados, emigrados, perdidos en un mundo que poco los quiere fuera de ese país. Continuar leyendo