No todas son malas noticias en la educación. El intercambio y la movilidad de estudiantes universitarios que deciden realizar sus carreras en otros lugares distintos a sus países de origen permite una experiencia enriquecedora, tanto para ellos como para quienes los reciben.
Las aulas de las universidades se han transformado en los últimos años. Desde ya los avances tecnológicos han hecho estragos en la forma en que se enseña y aprende, pero la composición de los estudiantes ha cambiado de la mano del crecimiento de los estudiantes que deciden estudiar en otro país distinto al de su origen. Desde el año 2000 la cantidad de estudiantes extranjeros en el exterior creció un 77%.
El documento de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) señala tres grupos de países según la relación entre el valor de la matrícula para nacionales y para extranjeros. Es así que en el primer grupo la matrícula es más alta para internacionales que para alumnos nacionales. Aquí encontramos a Gran Bretaña, Estados Unidos, Dinamarca, Australia, Austria, Canadá y la Federación Rusa entre otros. En segundo lugar, cuando es igual en ambos casos, es así en Alemania, Francia, Italia, Japón, Corea y España. Por último, cuando ni los nacionales ni los extranjeros tienen que pagar matrícula. Este es el caso de Finlandia, Suecia, Noruega e Islandia. Australia, Canadá, Francia, Alemania y Gran Bretaña junto a Estados Unidos, reciben cada uno más del 5% de todos los estudiantes extranjeros del mundo.