El Gobierno nacional, y en especial Aníbal Fernández con sus afirmaciones sobre pobreza y su comparación con Alemania, han ignorado a muchas personas que necesitan atención y ayuda. Parafraseando a Bertolt Brecht: “A los unos los alumbra la luz, y no se ve a quienes quedan en la sombra”. ¡Por favor, no se olviden de los que están en la sombra! Desconocer que hay personas que sufren y las que se las debe ayudar y fortalecer es materia primordial de derechos humanos.
El 3 de octubre de este año, Alemania celebra el 25 aniversario de la reunificación alemana, empezando el camino solidario de sellar la grieta profunda que la tenia dividida. Un proceso que todavía no está terminado, pero al que ha sabido añadir esfuerzos por una Europa unida, enfrentando cada día desafíos de hallar con el mundo respuestas a los grandes problemas .
Manifestar que tenemos menos pobreza que Alemania es desconocer el mundo y debería ser causa para que evalúe presentar su renuncia: toda persona formada sabe que Alemania es un fuerte actor económico, contribuyendo en buena parte al PBI de la Unión Europea. Un cuatro por ciento de las inversiones directas a nivel mundial va a parar a Alemania: en el año 2008 alcanzaba los 12 mil millones de euros. Es el tercer país que aporta en la cooperación para el desarrollo de otros países, ha generado 80 Premios Nobel, las pymes conforman el corazón de su economía. El 25% de la demanda eléctrica es cubierta con energías renovables, dando trabajo a casi 400.000 personas. Existen 330 oficios reconocidos, logrando que la formación dual (formación vocacional que combina teoría y práctica en escuelas de oficios y empresas) ha sido la receta para un bajo desempleo juvenil. Sólo para ejemplificar, Baviera tiene un 3% de desempleo juvenil, siendo Berlín el estado con desempleo más alto con un 10%, pero inferior al 50 % de desempleo juvenil de Grecia (similar a nuestro país) y 40% de Italia. Los oficios ocupan el doble de fuerza de trabajo que la industria.Tienen en claro que el bienestar debe servir para afianzar el estado de Derecho, equilibrar las injusticias sociales y mantener la paz.
Si se puede hablar de una “pobreza en Alemania” es la de la baja tasa de natalidad, que desde hace 10 5 años retroceden los nacimientos, es una sociedad “vieja”. Y esto les preocupa y los ocupa porque su fuerte, la innovación, depende de la posibilidad de formar jóvenes. Lo que a su vez representa una buena oportunidad para nuestros país: con nuestras jóvenes resultamos fuente de vigor e ideas, por lo que un intercambio y cooperación seria beneficioso para los dos países. Argentina saldrá ganando si preguntamos cambiamos la pregunta de cuántos años ha cumplido alguien y nos fijamos más en tantos adultos mayores que realizan un trabajo valioso. Siempre me impresiona el vigor con que las personas mayores en Alemania asumen responsabilidades en su sociedad y colaboran en hacer el bien; por ejemplo, como asesores de jóvenes emprendedores, como tutores en escuelas o como miembros de Consejos e Instituciones. Estas personas mayores ya saben lo que los jóvenes todavía deben aprender, se valora una palabra: experiencia. Y la combinación con los jóvenes, es lo que los vuelve virtuosos.
Tomemos el tema de la crisis económica y financiera que tanto ha ocupado al mundo, desde entonces ha pesado y pesa sobre el Gobierno Federal alemán una gran responsabilidad. Gracias a decisiones rápidas y certeras se ha conseguido amortiguar las consecuencias de la crisis. Y para ello ha resultado fundamental el diálogo entre jóvenes y mayores. Muchos han contribuido a ello los agentes sociales, empresas con visión de futuro y sindicatos responsables. Y el Gobierno no ha caído en enfrentamientos estériles sino procurado aunar esfuerzos; porque ese y no otro es el fundamento de su economía social de mercado. Existe un componente de responsabilidad, más allá del ánimo de lucro sustentado en la ética y la moral. Esto los distingue de una sociedad de “todos contra todos”, del capitalismo depredador y de populismos empobrecedores con “sensación de riqueza y realidad de pobreza” Los enemigos no son aquellos que piensan distinto, sino la ignorancia, la pobreza, la injusticia y la falta de inclusión.
El respeto por las instituciones se nota de tal modo, que en un reciente viaje organizado por la Fundación Adenauer a Alemania, un grupo de políticos argentinos fuimos recibidos por uno de los miembros de la Presidencia del Banco Central alemán, y por la vocera adjunta de la canciller Angela Merckel, mientras que en mi propio país sigo esperando que me reciba el presidente del Banco Nación y que me contesten pedidos de informes al Ejecutivo. Como me lo definiera un joven diputado alemán de la CDU: “Los alemanes tienen muchas debilidades, pero han logrado formar un grupo de políticos capaces de consenso, en pos del bienestar del ciudadano”.