Nuestros abuelos nos enseñaron que muchas veces lo más barato termina saliéndonos muy caro. Precisamente eso es lo que nos está pasando en el sector energético, fundamentalmente en los servicios públicos de energía eléctrica y gas natural.
El Gobierno se enamoró de tarifas artificialmente bajas por esos servicios y montó un sistema de subsidios muy ineficiente para mantener esas tarifas lo más bajas que fuera posible en el transcurso del tiempo.
Como los subsidios a la energía eléctrica y el gas natural se aplican sobre el volumen consumido, los sectores de ingresos medios e ingresos altos son los más beneficiados. Como la cuenta del subsidio se paga con fondos públicos, quienes más aportan son los sectores de ingresos medios e ingresos bajos, pues nuestro sistema impositivo es inmoralmente regresivo. Como si fuera poco, la parte que no se cubre con recaudación se financia con emisión, lo que genera un impuesto inflacionario que impacta muchísimo más sobre los sectores de menores recursos que sobre el resto. Continuar leyendo