La noticia del suicidio de una joven en Estados Unidos, motivado por las agresiones verbales y el hostigamiento reiterado de varias de sus compañeras, reinstaló el tema del bullying, el hostigamiento, el comportamiento de los jóvenes y sus posibles consecuencias, como así también las penas supuestamente merecidas. El suicidio de la joven se debería, según los medios que han informado el caso, al hostigamiento reiterado y la incitación a que se quitara la vida por parte de un grupo de compañeras que, a través de las nuevas tecnologías, hacían que el maltrato se difundiera más allá del ámbito propio de las jóvenes.
Sin embargo sigue sin cuestionarse el aumento de situaciones de maltratos entre los jóvenes como también la tendencia creciente en donde terminan en actos de tamaña significancia. Y es aquí que debemos interrogar al mundo que rodea al joven. El mundo del que provienen, en el que se encuentran y al que se dirigen los jóvenes. Porque ya no es el comportamiento de un individuo, sino la reiteración de episodios violentos. El recurso a una solución definitiva y extrema como ser el suicidio habla, a las claras, de los límites y de la falta de posibilidades que se les ofrecen a los jóvenes en su cotidianeidad. Que se ve agravada si se toma en consideración las posibilidades de futuro.